Análisis Jett: The Far Shore, divino viaje interplanetario (PS5, PC, PS4)
JETT: The Far Shore es un videojuego que ha generado gran expectación; por un lado, porque apareció en la presentación de PS5 como uno de los títulos que acompañarían a la consola de nueva generación en su lanzamiento (aunque haya acabado saliendo más tarde), por otro lado, es el primer juego que Superbrothers, creadores de Superbrothers: Sword & Sworcery EP, ha publicado desde el lanzamiento de su ópera prima publicada en 2011. Entre haberse anunciado rodeado de grandes producciones de nueva generación y ser el segundo juego tras aquella aclamada obra, las expectativas con este nuevo proyecto han sido bastante altas.
Y quizás lo son más porque ya en su premisa encontramos un salto (temático, artístico y técnico) con respecto a lo que fue el primer videojuego de este estudio. Aquí no vamos a encontrarnos con aquellos hermosos escenarios pixel art en dos dimensiones, sino que nos introducirán en un minimalista mundo en tres dimensiones de colores desaturados y todavía más místico si cabe que Superbrothers: Sword & Sworcery EP.
Cambiamos los bosques y ruinas por un enorme planeta a colonizar, aunque lo hacemos desde lo íntimo debido a que la trama de este juego nos lleva a explorar por primera vez, y casi en solitario, el nuevo planeta que acogerá a nuestra especie para el resto de la eternidad.
El portento creativo de este estudio parece que les ha llevado a no querer repetir una obra similar a su primer videojuego y han apostado por este proyecto que, como decíamos, está bastante alejado de aquella ópera prima. Quizás tiene que ver su colaboración con el desconocido estudio japonés Pine Scented Software, que ha puesto aquí su "pasión por la naturaleza, la música y un profundo aprecio por la danza cósmica del universo". Aun así, hay un hilo que une ambos títulos, una tonalidad mística que imbuye a JETT: The Far Shore de una atmósfera reflexiva que ya vimos en Superbrothers: Sword & Sworcery EP. Quizás no es tan explícita esta semejanza, y quizás aquí hay algo menos de ese humor seco que tenía el juego de 2011, pero seguro que quienes disfrutaron de su tono sin duda sabrán apreciar el velo que envuelve a esta aventura.
Siguiendo la honda hímnica que guía al pueblo elegido
Como decíamos, JETT: The Far Shore nos pone en la piel de los primeros exploradores que viajan al que será el nuevo planeta de su especie, un nuevo mundo en la otra punta del universo al que este pueblo acude tras una llamada divina que lleva años resonando en las mentes de ciertos privilegiados que han sabido captar y comprender la señal. Jugamos como Mei, piloto del jett escogida no sólo por su habilidad a los mandos, sino también porque forma parte de una tribu de anacoretas (personas que viven apartadas dedicando su vida a la religiosidad más pulcra) con una relación mística con dicha señal.
Siendo honestos, la trama de este juego toca temas delicados con un fuerte componente de actualidad a los que no todo el mundo se acercará de la misma manera. La mera idea de que nos hagan formar parte de un pueblo que viaja a su tierra prometida siguiendo una señal divina y que, una vez allí, se disponga a asentarse trastocando la propia idiosincrasia del territorio es una premisa que no se puede desligar del colonialismo; sobre todo facilita la reflexión con casos muy concretos que podemos ver en los telediarios cada mediodía, como el de Israel y Palestina, con un pueblo elegido para vivir en un espacio ya habitado. La forma en la que el videojuego trate este tema central (y otras problemáticas actuales, como el cambio climático provocado por la explotación de recursos a gran escala) será clave para comprender lo que quieren decirnos con esta obra y en qué posición se sitúa al respecto, pero lo que está claro es el punto en el que el juego nos pone a nosotros: en el papel protagonista del primer escuadrón colonizador.
Mundo complejo no tan sistémico
El protagonismo de JETT: The Far Shore está dividido en dos, en realidad: por un lado controlamos a la nave espacial con cámara en tercera persona y deslizándonos por el enorme y bello planeta a colonizar, mientras que por otro controlamos a Mei en primera persona cuando toca bajarse del jett, ya sea para seguir explorando a pie o para descansar junto a los compañeros y repasar cómo avanza la misión. Aquí hay un interesante juego dual entre la exploración física que realizamos con la nave espacial y la exploración emocional que vivimos durante las conversaciones con los colegas de colonización, aunque esta última es sin duda el eje central de todo el juego.
Esa colonización, además, es una tremendamente activa y con una fuerte injerencia con el medio. Superbrothers ha definido el vasto mundo abierto de JETT: The Far Shore como "complejo y sistémico" porque realmente intenta hacernos aprovechar los recursos del planeta para solucionar los obstáculos con los que se encuentren los exploradores espaciales. No lo hace de una forma relacionada con el crafteo ni mucho menos, sino algo más similar a los puzles: en este nuevo planeta encontraremos animales, plantas o accidentes geográficos cuya reacción puede ser utilizada para solventar ciertas problemáticas, algo que descubriremos analizándolo con nuestro jett.
De esa manera, si por ejemplo necesitamos distraer a una enorme criatura para que nuestros compañeros puedan asentar un campamento podremos utilizar una especie de hongo gigante que explota si nuestra nave realiza un salto cerca de él; con ese fuerte sonido conseguiremos dirigir la mirada de este ser hacia nosotros y despejar el terreno para nuestros compañeros. Esta apuesta por la reactividad de los sistemas queda algo oprimida por la constante tutorización forzada por la narrativa; nuestros compañeros nos dirán qué hacer y cómo hacerlo antes de que podamos pensar y probar una solución por nosotros mismos.
JETT: The Far Shore es un juego con muchísimo texto, de tal modo que prácticamente lo que más vamos a hacer es leer subtítulos (en castellano, traducidos del idioma ficticio de los protagonistas) y entradas en su diario de exploración. Ese texto es denso y tiene la manía de utilizar palabras poco comunes en nuestro léxico; en lugar de decirnos que hay un bosque de espesas ramas, por ejemplo, nos habla de las 'dendritas', un término utilizado sobre todo en relación a las neuronas pero que también se aplica tangencialmente a ciertas formaciones de la vegetación. ¿Qué ocurre con esto? Que al utilizar un lenguaje tan obtuso, mezclando palabras reales y ficticias, se dificulta la memorización de los elementos con los que contamos para resolver los puzles, lo que también juega en contra de su intención de ser un videojuego "sistémico".
Dentro y fuera del jett
En lo puramente mecánico, JETT: The Far Shore es un videojuego que conoce bien sus límites y sabe cómo sacarles partido para transmitir lo que quiere transmitir. Siendo un título de exploración espacial es toda una virtud. En lugar de apostar por la inmensidad del cosmos y en la libertad para explorarlo, estructura su guión en varios capítulos (con alrededor de 11 horas de juego entre todos) y nos lleva de la mano indicándonos por dónde tenemos que pilotar y en qué puntos nos podemos bajar del jett: los escenarios en los que podemos conducir la nave son bastantes más amplios mientras que en los que jugamos a pie son mucho más reducidos.
Si nos fijamos en lo primero, en el control del jett nos vamos a encontrar con una irregularidad casi molesta: cuando toca pilotar en escenarios abiertos y a toda velocidad, el control es gratificante y placentero, ya que nos deja disfrutar con gusto de la inercia de la nave tanto en curvas como en rectas, de sus saltos y de las zambullidas en el salvaje mar de este planeta exótico; sin embargo, en los momentos en los que hay que apagar los turborreactores para conducir lento y realizar ciertas tareas con algo más de precisión, la nave se vuelve tosca de manejar, incómoda, algo en lo que tampoco ayuda el poco afinado sistema de colisiones.
Además, en PS5 se hace uso de la vibración háptica del DualSense y de sus gatillos adaptativos, lo que a veces da buenos resultados pero en otras no termina de encajar y sólo transmite más caos. JETT: The Far Shore no es un juego especialmente claro en su manera de enviarnos información, con un montón de interfaces y señales que no entendemos o que directamente no sirven para nada, así que este aspecto a veces sólo consigue desorientar más y darle más incomodidad al manejo de la nave espacial.
Cuando bajamos del jett y jugamos en primera persona lo hacemos con un sistema de movimiento contundente, en el que se nota cada paso que damos y el peso del traje espacial sobre los hombros. Andamos lento, hablamos lento. Estos momentos de reposo le dan un soplo de aire fresco a la aventura de los protagonistas, que por un momento pueden huir de los peligros del planeta desconocido, y así nos lo hace notar el juego; tanto es así que cuando jugamos podemos sentir esa necesidad de parar en algún punto seguro y bajar de la nave, como si nos contaminase esa sensación de angustia de estar encerrados en un vehículo en mitad de un planeta nuevo para nosotros. Lamentablemente eso sólo es posible en los momentos en los que la historia decide que podemos hacerlo, quitándonos libertad para apreciar los paisajes desde otro punto de vista.
Un exótico y precioso nuevo mundo
Porque si hay algo que destaca de JETT: The Far Shore es su genial dirección artística. Superbrothers ha vuelto a clavar una atmósfera de misticismo que, en esta ocasión, consigue combinar aspectos de la ciencia ficción más tradicional (naves espaciales, trajes de cosmonauta, interfaces tecnológicas…) con un estilo étnico, casi tribal, que no sólo se utiliza de forma estilística sino que también habla del propio universo ficcional de la obra, de su trasfondo narrativo y de la razón de ser de la misión en la que estamos inmersos.
Y eso lo hace con un apartado técnico humilde, sin artefactos de nueva generación que nos maravillen con su innovación: los modelados en tres dimensiones tienen carisma, aunque no demasiados polígonos, las texturas son casi planas y aun así impregnan de personalidad cada elemento del juego, y la iluminación quizás no tenga trazado de rayos o no sea volumétrica a escala global, pero llega incluso a convertirse en protagonista de ciertos momentos de la aventura. Tanto conduciendo el jett como a pie, JETT: The Far Shore nos ofrece estampas preciosas que engarzan con esa sensación de admiración del cosmos que han querido transmitir los autores.
Por último, la banda sonora del juego es también una pieza fundamental en todo este conjunto esotérico. Ha sido compuesta por scntfc, cuyo trabajo ya hemos podido escuchar en juegos como Oxenfree, Old Man's Journey o Afterparty, y con melodías armoniosas sin estridencias se ha conseguido reforzar todavía más la sensación de aventura celestial del juego. En este sentido cabe destacar también el buen apartado sonoro, a nivel de efectos, que tiene JETT: The Far Shore; en él destacan las voces, con una interpretación genial del mencionado idioma ficticio, y los sobrecogedores sonidos del propio planeta, que nos hacen sentir superados por la naturaleza desconocida.
Conclusiones
No cabe duda de que JETT: The Far Shore es uno de los videojuegos más peculiares que vamos a ver este año, sobre todo por esa voluntad de huir de la tradicional magnificencia de los videojuegos de exploración espacial y apostar por una experiencia mucho más minimalista y guiada. Eso, junto a su interesante doble perspectiva (que nos permite controlar el jett para viajar por el mundo en tercera persona y cambiar a primera persona para charlar con nuestros compañeros), forman parte de las fortalezas de esta obra. Sin olvidar, por supuesto, su carismático apartado artístico. Hay algunos aspectos que no terminan de convencer, como la imprecisión de sus controles o lo enrevesado de su escritura, así como la poca libertad para trastear con lo "sistémico" de su mundo abierto; pero a fin de cuentas, el conjunto desprende misticismo y nos rodea fácilmente con su atmósfera, de modo que podemos centrarnos en reflexionar junto a él gracias a los evidentes paralelismos con temas de la actualidad.
Hemos realizado este análisis en PS5 con un código proporcionado por Popagenda.