Análisis Goat Simulator 3 - ¿El mismo chiste 3? (PS5, Switch, Xbox One, Xbox Series X/S, PC)
¿Hace gracia un chiste la segunda vez que te lo cuentan? Esa es la pregunta a la que cada uno tendrá que enfrentarse para saber si disfrutará de Goat Simulator 3, ya disponible en PC, PS5 y Xbox Series. Esta secuela (sí, hay humor hasta en el título) parte de la misma premisa que el primer Goat Simulator lanzado en 2014: controlamos a una cabra con el único propósito de sembrar el caos en un mundo que reacciona con físicas alocadas y de maneras imprevistas a nuestras acciones. Aquella propuesta se convirtió en un éxito viral, en parte gracias a la popularidad que alcanzó en YouTube y por su original planteamiento. Esperando encontrar exactamente lo mismo, pero ampliado y mejorado, lo nuevo de Coffee Stain North nos ha sorprendido: hay más juego aquí, acompañado de una historieta ridícula, con una estructura tradicional, y por supuesto, con muchísimo humor.
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Goat Simulator ha crecido
Como decíamos, la premisa jugable sigue basándose en interactuar con objetos, con los escenarios y con los habitantes cuasi inertes del mundo para crear situaciones caóticas y graciosas. En esto interviene mucho la parte técnica de Goat Simulator 3: la barrera entre lo que es una función del juego y lo que es un error es muy fina. Incluso el control es tosco e impredecible de manera intencionada.
Habrá momentos en los que la escalada no funcione como debiera, situaciones en las que al dar un lenguetazo a un objeto para agarrarlo comience a golpear sin ton ni son todo lo que nos rodea, veces en las que al conducir uno de los vehículos salgamos volando porque hemos intentado subir un bordillo… El humor slapstick en su máxima expresión, pero como decíamos, a lo mejor uno se ríe la primera vez que le lanzan una tarta, pero a la segunda, es probable que no.
Sin embargo, Goat Simulator 3 ha crecido, y mucho, desde su predecesor. El sistema de puntuación y la estructura basada en la jugabilidad emergente ha dado paso a un juego más tradicional, una estructura que parece una mofa más del título. Aquí hay un mundo abierto (bastante amplio, por cierto, con espacios rurales, urbanizaciones pijas, una ciudad que se fija en Nueva York, un bosque…) cuyo mapa se va dibujando conforme desbloqueamos torres, lo que provoca que el mapa se llene de iconos de actividades por hacer, como si se tratara de un Far Cry o de cualquier otro juego del estilo. Eso sí, se sigue recompensando la exploración libre para obtener coleccionables, conseguir nuevos equipamientos y ver (o provocar) situaciones graciosas.
Es en esas actividades donde el juego brilla porque nos ha recordado a Wario Ware. La inmensa mayoría de ellas se basa en estudiar el escenario y averiguar qué es lo que tenemos que hacer, lo que frecuentemente provoca resultados imprevistos que nos sacarán más de una sonrisa. Pero, lamentablemente, no todas las misiones son así. Hay algunas, más de las que nos gustaría, pero aún así un porcentaje menor, que se basan en buscar objetos, personas, o lo que sea, para llevarlos de un sitio a otro. De nuevo, parece claro que el propio diseño de la misión (por ejemplo, buscar 40 cajas de mudanzas en una urbanización para meterlas en una casa) es pesado a propósito, como humor meta hacia el videojuego como medio, pero hay casos en los que la bromita no apacigua el tedio.
Muchas de estas misiones, además, se centran en utilizar y/o en desbloquear objetos equipables y utilizables para nuestra cabra. Los hay más tradicionales, como un ala delta para recorrer el mundo a toda velocidad o un poderoso rayo que hace explotar todo a nuestro alrededor, pero también los hay mucho más alocados: una anciana en una mecedora que llevamos a cuestas mientras dispara pelotas con un lanzagranadas, un trasto que hace que lluevan animales, una semilla que permite crear árboles gigantes por todo el escenario… Hay muchísimos, algunos de ellos tremendamente graciosos. Además, hay otras opciones de personalización, tanto cosméticas como interactivas, e incluso podemos desbloquear nuevos animales con sus propias habilidades, que aunque no cambian demasiado cómo se juega, sirve para refrescar la propuesta.
Goat Simulator 3 tiene, sin embargo, un problema de tono por intentar abordar demasiado. Desde la misma introducción, una secuencia muy meta en la que se replica el inicio de The Elder Scrolls V: Skyrim mientras el conductor va atropellando gente y explicando las referencias evidentes, se ve que hay varios tipos de humor que no tienen por qué gustar en conjunto al mismo público. Y esto no hace más que acrecentarse, pues a lo largo del juego hay muestras de humor slapstick, absurdo, referencial a la cultura popular, soez, político y hasta un tanto faltón (denominar "paletos" a los granjeros es solo un ejemplo de esto último).
Por supuesto, pocas cosas más subjetivas hay que el humor, pero el problema evidente es que repite el mismo chiste muchas veces, y que a pesar de durar apenas cinco horas y media, dependiendo de cuánto se atasque uno en ciertas misiones que no están bien diseñadas, las situaciones no tardan en repetirse, y las sorpresas al concluir las actividades acaban dejando de surtir efecto antes de ver los créditos. Ayuda mucho a apaciguar esto la existencia de multijugador local a pantalla partida y en línea para hasta cuatro jugadores (solo con amigos, pues no hay matchmaking) con los que llevar aún más al límite el juego, y con los que participar en minijuegos competitivos que abordan desde la gracieta pruebas como Rey de la colina, el Minigolf o el Suelo es lava.
¿Bug o feature?
En cuanto a lo técnico, como apuntábamos unas líneas más arriba, la línea entre lo intencional y el error es muy fina, pero hay problemas evidentes. No nos referimos a las físicas incontrolables e impredecibles que dan vida a la propuesta, sino a problemas de fluidez. El juego, exclusivo de la última generación de consolas y PC, apunta a los 60 fps, incluso en el multijugador a pantalla partida, donde baja de manera notable la nitidez de la imagen. Aunque consigue mantener esa fluidez la mayor parte del tiempo, hay tirones más que notables e incluso momentos en los que se para por completo durante un momento breve.
En lo artístico se sigue la misma línea que en la entrega anterior. Hay un salto visual más que evidente, y hasta cierto punto es bonito, pero ni los entornos, ni los personajes, ni el resto de modelados tienen personalidad ni coherencia; de nuevo, asalta la pregunta de si esto es intencionado, como si el propósito fuera introducir una cabra provocando el caos en un mundo ajeno que no le corresponde. Intencional o no, la música tarda apenas unos minutos en hacerse repetitiva, así que imaginad cómo estaréis de la cancioncita cuando llevéis cinco horas jugando. Por su parte, la traducción al español es más que correcta y tiene algún juego de palabras gracioso, pero hay alguna misión basada en juegos de palabras en inglés que no ha sido debidamente adaptada.
Conclusión
El juego de Coffee Stain ha crecido, ofreciendo una estructura muy vista pero también demostrada, y es capaz de crear momentos graciosísimos con misiones cuya base es la misma que los microjuegos de Wario Ware. Goat Simulator 3 se habría beneficiado mucho de ofrecer más variedad de situaciones, e incluso de ser más corto todavía; y sobre todo, de ser más constante con el tipo de humor y menos recurrente con el mismo chiste. No hay nada más subjetivo que lo que a cada uno le hace gracia, y aunque es cierto que lo disfrutaréis si no os habéis cansado de las físicas alocadas y las referencias constantes a la cultura popular, también es cierto que un chiste te hace reír la primera vez, quizá también la segunda, pero a la decimoséptima, probablemente no.
Hemos realizado este análisis gracias a un código para PS5 ofrecido por Plaion.