Análisis Skully, plataformas y puzles rodantes (PS4, PC, Switch, Xbox One)
Es raro que en una misma semana no aparezcan varias producciones de carácter indie basadas en el género de las plataformas, ya sean de estilo tradicional en 2D (obras que últimamente no paran de ser editadas para todos los formatos incluyendo móviles) o, como es el caso que nos ocupa, de naturaleza totalmente tridimensional. En este caso hablamos de Skully, una obra del pequeño estudio Finish Line Games que llega a todas las plataformas actuales. Un título (a grandes rasgos y aunque ahora nos meteremos a analizarlo en profundidad) verdaderamente sencillo en cuanto a su planteamiento se refiere pero que resulta bastante agradable de jugar, combinando de manera acertada las plataformas con otros elementos.
¿Y quién es el protagonista de esta aventura plataformera? Pues, como su propio nombre indica, una pequeña calavera, la cual da bastante más de sí de lo que pudiera parecer de inicio atendiendo únicamente a su aspecto. Un pequeño ¿ser? que debe cumplir una misión tan tontorrona como funcional que tiene lugar en una pequeña isla. Resulta que en dicho lugar vive una familia en la que, antaño, todos sus miembros se llevaban perfectamente… algo que no sucede ahora mismo.
Resulta que dicha familia se ha dividido y, básicamente, nos toca actuar como un elemento unificador (por así denominarlo). Una excusa como otra cualquiera para recorrer casi una veintena de niveles no especialmente variados pero sí lo suficientemente entretenidos como para que merezca la pena el viaje.
A vueltas con una calavera
Uno de los aspectos que más gracia otorgan a esta producción tiene que ver con la forma que tiene la protagonista de desplazarse por los decorados durante la mayor parte del tiempo. Y es que al tratarse de una simple calavera, lo único que puede hacer es rodar por el suelo como si se tratara de una pelota, si bien también posee la capacidad de efectuar saltos así como desplazarse por zonas determinadas de las paredes donde se acumula la vegetación, pudiendo aferrarse a esta. Básicamente, nuestro cometido principal es ir avanzando por escenarios más o menos sencillos pero de diseño intrincado tratando de evitar tocar el agua, la letal lava y demás peligros que dañan a la protagonista. Y mientras lo hacemos, también es necesario ir recogiendo unas flores (ha cientos de ellas en cada fase) que normalmente nos marcan la ruta a seguir y, también, lidiar con algunos enemigos.
A esta fórmula de juego básica se une la gran habilidad que posee Skully y que tiene que ver con su capacidad para transformar su cuerpo en varios seres tan feos como útiles. Unos monstruitos de arcilla que sólo pueden ser "modelados" en ciertos puntos (de control, por cierto), los cuales vienen a ser una especie de pequeños charcos de arcilla. ¿Y qué pasa cuando sucede esto? Pues que adquirimos nuevas habilidades, las cuales deben ser utilizadas convenientemente para sortear ciertos obstáculos, acabar con los rivales, superar zonas plataformeras más complejas o, también, para superar algunos puzles bastante sencillos en general. En función del personaje de arcilla que creemos ganamos unas aptitudes u otras que nos permiten desde destruir ciertas paredes a manipular determinadas plataformas diseminadas por los escenarios, correr más rápido, efectuar dobles saltos o lanzar ataques devastadores.
Como ya sospecharéis, esta aptitud que nos permite transformarnos ha sido explotada convenientemente, siendo necesario afrontar situaciones en las que es preciso ir alternando el control de unos personajes y otros (así como a la propia calavera original) para conseguir avanzar. Eso sí, a pesar de esto ya os avisamos que no se trata de un título demasiado complicado y, de hecho, el nivel de dificultad es bastante relajado sin llegar a ser un paseo. Solamente en los niveles finales sí que es necesario afrontar zonas más desafiantes, pero el resto de la aventura no es que sea demasiado compleja en general salvo escollos muy puntuales. Además existen multitud de puntos de control dispersos por los escenarios, así que no estamos ante el título más exigente precisamente… ni tampoco el más largo, dado que la aventura puede ser superada en unas seis horas aproximadamente, aunque eso depende del tiempo que se quiera dedicar a la recopilación de coleccionables. Por lo tanto, no estamos ante la aventura plataformera más vibrante, frenética ni imaginativa del mundo, pero se trata de una experiencia bastante interesante y variada.
Entrando ya de lleno a analizar su apartado técnico, se trata de un título bastante humilde en general, aunque tampoco es que sea malo. La apariencia de la propia protagonista como de los propios monstruos en los que puede transformarse es graciosa, si bien las animaciones de algunos de ellos nos han parecido un tanto forzadas. Los decorados poseen el nivel de detalle justo, pero por lo menos nos permiten atravesar secciones claramente diferenciadas. En fin, que estamos ante el típico juego indie que técnicamente cumple sin demasiadas pretensiones. El apartado sonoro mejora ligeramente lo expuesto en la faceta gráfica y se compone de una banda sonora bastante sosegada y apacible así como de un doblaje en inglés correcto (textos en español) y efectos variados y bien realizados.
Saltos y puzles amenos en 3D
Esta nueva producción del sello Modus Games nos propone afrontar una aventura de corte plataformero en 3D dotada de bastante encanto debido a lo llamativo de su protagonista, una calavera. Su capacidad para desplazarse rodando por los decorados y, más todavía, su curiosa aptitud para transformarse en diversos personajes aportan cierta frescura a su desarrollo, si bien no es una idea especialmente original dado que ya hemos vivido situaciones similares en muchos otros juegos precedentes. Pero en cualquier caso, es una aventura que no está mal diseñada y que resulta bastante interesante a poco que te guste el género de los saltos en 3D. Un título notable en general.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 con un código proporcionado por Dead Good Media.