Análisis de Outlast PSN (PS4, Xbox One)
Hace poco que Silent Hill cumplía quince años. Junto a Resident Evil, la saga de Konami es una de las responsables de llevar los juegos de terror al gran público, y permitirles experimentar esas terribles y satisfactorias sensaciones a los usuarios de las diferentes máquinas para lo que han salido. Mucho ha cambiado desde entonces, y las grandes compañías han cambiado de prioridad, dejando a los desarrolladores independientes el liderazgo del género.
Red Barrels toma ahora el relevo de la mecánica de Amnesia –saga que en su último episodio apostó por la narrativa más que por el terror–, en la que nos dejan desarmados e indefensos para explorar un entorno potencialmente hostil. A pesar de apostar por esta, hoy en día, popular mecánica, Outlast tiene el honor de ser el primer juego de –estamos seguros, muchos– terror de PlayStation 4, y los aficionados del género deberían estar contentos al respecto. Os contamos por qué.
La curiosidad mató al gato
En Outlast encarnamos, desde una perspectiva en primera persona, a un periodista que, cámara y libreta en mano, y alentado por los rumores de extraños eventos sucediendo en unas antiguas instalaciones, se sumerge en una investigación para averiguar lo que allí acontece. Nada bueno, por supuesto. Desde los primeros instantes de la aventura, la mera apariencia del edificio que nos aguarda ya presagia lo peor, pero nuestra ansia por conocer la verdad hará que poco nos importe esto.
Apenas unos minutos, y comenzaremos a ver las primeras situaciones complicadas de asimilar, pero ya no hay vuelta atrás. Extrañas criaturas, religión y sangre se darán la mano para llevarnos a una aventura ¿sin retorno? en la que nuestra mayor preocupación es sobrevivir, ya que, como decimos, estamos totalmente indefensos ante nuestros rivales.
¿Preparados? ¿Listos? ¿...ya?
Los primeros compases del juego nos servirán de tutorial, integrado correctamente en la jugabilidad, mientras nos preparamos para nuestro primer encuentro. No tardaremos en llevarnos los primeros sustos, que nos sirven de antesala para el primer encuentro real, en el que tendremos que utilizar todo lo que esté en nuestra mano para escapar de las garras de nuestro enemigo; esto es, el entorno, el botón de correr y el de agacharse.
Aparte, tendremos que alternar el uso de la cámara en su modo normal –que nos sirve para "registrar" información del juego–, con la visión nocturna de la misma, necesaria para ver en los entornos más oscuros. Claro que para la visión nocturna será necesario disponer de pilas, las cuales tendremos que recoger por el escenario y dosificar para evitar quedarnos tirados en un momento de necesidad, y progresar a ciegas buscando la salida donde puede aguardarnos, precisamente, algún enemigo.
Outlast sabe cómo crear tensión y agobio, y sabe incluso cómo darte ese susto que puedes prever. El ambiente es realmente opresivo, con la sensación constante de que algo, y no precisamente bueno, puede suceder en cualquier instante. Es cierto que hay momentos en los que baja algo el listón, quizás potenciando una exploración puntual en busca del objeto de turno, pero en general, se gana la clasificación de survival horror.
Adaptándose a PlayStation 4
Aunque Outlast no llega a ser un portento gráfico, sí que es un juego muy bueno en lo visual, con un buen diseño, y una iluminación que, junto a los efectos, consigue algunas instantáneas casi fotorrealistas. Tal y como prometieron sus desarrolladores, Outlast "se ve como en PC", respetando el apartado gráfico en su transición a PlayStation 4. Nos encontramos así una experiencia fluida y nítida, a 1080p y 60 imágenes por segundo muy constantes, que demuestra el buen hacer de los programadores.
Animaciones, modelados, sonido envolvente, y demás factores permanecen inalterados, para bien –en la mayoría de los casos– y para mal –como, por ejemplo, en las animaciones, que a veces resultan un poco pobres y algo toscas, y podrían haber sido mejoradas–. En cualquier caso, Outlast es un juego que está a la altura de lo que se le exige en PlayStation 4.
En lo que respecta a los controles, se adapta perfectamente al DualShock 4, y ofrece –además de opciones básicas, como invertir el eje Y– posibilidades de configuración para elegir la que más se adapte a nuestros gustos. Comentar también su compatibilidad con PlayStation Vita y el Uso a distancia, –¿alguien ha dicho jugar en la cama?– y aunque no ofrece ningún esquema de botones adaptado a la portátil, se puede jugar perfectamente con alguno de los predefinidos.
Imprescindible para los aficionados al terror
Ya dijimos en su momento, cuando debutó en PC, que Outlast era muy bueno, y ahora sólo podemos reafirmarnos en ello. A pesar de limitarse a las mecánicas de escondite y escapada, este título de terror marca muy bien el ritmo, con múltiples sorpresas para los jugadores, y sobre todo, mucha tensión y bastantes sustos.
Red Barrels –que recordemos, está formado por antiguos desarrolladores de Ubisoft, Electronic Arts y Sony, entre otros– ha cuidado mucho los detalles para mantener viva la atmósfera oscura y agobiante de Outlast, que van desde las inquietantes sobras a los efectos de la cámara, pasando por las notas que tomamos o la respiración de nuestro protagonista. El novísimo estudio ha sabido aprovechar las bases de esta nueva oleada de survivals y hacerla propia, con mucha calidad y buen hacer, aunque nos hubiese gustado que todo ese talento se hubiese tomado el riesgo de intentar innovar algo más.
Con o sin innovación, Outlast es una de las mejores opciones actuales para los amantes del terror, que si bien puede hacerse algo corta –cuatro o cinco horas, aproximadamente, aunque depende del ritmo de jugador–, satisfará y acoj... acongojará a los que busquen un survival horror. Y bueno, teniendo en cuenta que llega con subtítulos en español, y que está disponible sin coste adicional para los usuarios de PlayStation Plus, no tenéis excusas para no probarlo. Salvo que os dé demasiado miedo, claro.