Análisis de Knack (PS4)
Mark Cerny nació el día 20 de febrero de 2013 con 49 años de edad y una larga trayectoria en el mundo del videojuego que prácticamente nadie conocía hasta ese momento. Este brillante ingeniero americano fue el creador de Marble Madness a principios de los 80, con solo 20 años, tras unirse a Atari cuando solo contaba con 17, y en la presentación de la PlayStation 4 se desveló que él era la mente tras la nueva consola de Sony, descubriéndose más tarde que también había liderado el diseño de PSVITA, la actual portátil de la compañía. Cerny, que vive en Tokio con su japonesa esposa y se ha convertido en una de las nuevas caras de PlayStation junto con Shuhei Yoshida y nuestro Antonio Banderas (éste involuntariamente), se guardaba una sorpresa para el evento: Knack, un juego de plataformas orientado a los más jóvenes que, aunque con un primer vídeo muy llamativo, ha dado bastante mala espina desde el E3, cuando la gente pudo probarlo.
Las primeras críticas lo han sepultado, pero no es para tanto. Knack no es un desastre, es un juego simplemente decente que está muy orientado al público infantil, pero queda muy lejos de lo que la gente esperaba como título exclusivo del lanzamiento de PS4, que era cualquier otra cosa.
Este desarrollo de los estudios de Sony en Japón dirigido por Cerny intenta combinar plataformas, combate y un lejano sabor a vieja escuela sin lograr hacer realmente bien ninguna de las tres cosas, quedando en un juego que llama la atención visualmente, con la estética amigable para la familia como mayor argumento, pero que a nivel jugable resulta muy limitado.
Un mundo de fábula
Knack no solo tiene una estética para niños, también un argumento muy orientado a ellos que nos cuenta cómo los duendes están amenazando la seguridad de un mundo que obtiene su energía de unas reliquias misteriosas. Un doctor ha conseguido combinar estas reliquias con conciencia humana, logrando a Knack, una especie de ente formado por estas piezas milenarias con capacidad de absorber estas partículas para crecer de tamaño, y usar la energía ancestral para usar ataques especiales. Pese a su aspecto amable, pega unos puñetazos bastante fuertes, tiene una actitud de chico duro y en el caso de la versión española la voz de Lobezno (Gabriel Jiménez, doblador de Hugh Jackman).
La historia del juego nos presenta su creación y a los principales personajes que nos acompañarán en la aventura, con un argumento y narración muy apropiada para los niños. Visualmente tiene un aire a las primeras películas de Pixar y a Tadeo Jones, y el doblaje es excepcional. Desde el primer momento sabemos quiénes son los buenos y los malos, pero no lo que va a pasar y, como decíamos, a los niños les va a encantar.
Mezclando plataformas y combate
Knack juega con estos artefactos ancestrales para hacer que nuestro protagonista crezca y decrezca de tamaño, haciendo lo mismo su barra de vida y su fuerza de combate. Este efecto está muy logrado. Al comienzo, Knack será muy pequeño, pero cuando conseguimos piezas crece dinámicamente, aumentando el espacio que ocupa y llenándose éste con piezas conectadas entre sí por corrientes eléctricas. Es un resultado muy vistoso, probablemente lo mejor del juego, como una evolución de lo visto en los juegos de LEGO, pero completamente cambiante. Cuando recibamos daño perderemos pieza, viendo como Knack está más vacío. Cuando las recuperemos, lo veremos más denso, y cuando crezcamos de tamaño el juego nos muestra cómo se reconfigura el cuerpo de nuestro héroe. Es algo muy conseguido a nivel técnico, que hará volar la imaginación de los más pequeños.
La jugabilidad de Knack nos hace progresar por niveles lineales, con algunas áreas secretas fáciles de encontrar, que van intercalándose con secuencias cinemáticas, a veces también en los propios niveles. Tras un tutorial que es perfecto para contarnos la historia, familiarizarnos con sus controles y saber lo que puede hacer Knack, el juego nos lleva por varios mundos compuestos de niveles que combinan plataformas y combate de manera bastante simple. Knack tiene un salto y doble salto, un sistema de combate simple y una serie de habilidades especiales que podemos usar cuando tengamos suficiente energía. Las plataformas son bastante clásicas, con partes móviles, otras que se caen o pequeñas trampas; el sistema de combate también, pero añade algo interesante, un movimiento de esquivar usando el joystick analógico derecho que además es muy vistoso (Knack se mueve, las partículas le acompañan décimas de segundo después).
Cuando al comienzo decíamos que Knack tiene un sabor a vieja escuela, nos referíamos a la sensación que transmite a veces, con elementos de la época de los 16 y los 32 bits. El juego de cámaras que usa es fijo, al estilo de Crash Bandicoot, y las peleas con los enemigos no son especialmente difíciles, pero sí exigentes a veces: los enemigos nos hacen mucho daño y nos matan rápido si fallamos, aunque luego podemos continuar en un punto de control muy cercano. Una especie de homenaje a esos viejos tiempos en los que los juegos eran más difíciles, pero para que la gente no tire el mando no nos obliga a repetir secciones. Las partes de plataformas recuerdan muchísimo a los últimos coletazos del género en las 3D (si exceptuamos a Mario), pero les falta un buen diseño de niveles, y el combate acaba siendo demasiado simple pese a que el movimiento de esquivar está muy bien integrado en el juego. Al final, la jugabilidad se acaba haciendo demasiado repetitiva, tediosa en ocasiones, y la duración de la aventura no es excesiva ni sus secretos demasiado intrincados.
Solo destaca un gran Knack
A nivel visual Knack solo llama la atención por las buenas secuencias cinemáticas, con una muy buena producción detrás, y por los efectos de partículas de nuestro protagonista. El resto es como un juego de PlayStation 3, sin ningún elemento que aproveche la mayor potencia de la consola. Aunque las buenas cinemáticas y lo bien hecho que está Knack sorprenden, el resto del título es demasiado poco ambicioso. El sonido, por su parte, cuenta con un excepcional doblaje al castellano que hace mucho por el juego y una banda sonora bastante apropiada, con temas que encajan bien con cada nivel, pero sin que sea nada memorable.
Un juego para niños que gustará a sus padres
Knack no hará historia, quizás no llegue a tener secuela, pero no es un mal juego, aunque sí decepcionará mucho a aquellos que esperasen que fuese un título de la envergadura de Killzone, DriveClub o inFamous. Esta obra del diseñador de PlayStation 4 es tan solo un juego para niños que gustará también a muchos de sus padres, por cómo les recordará a los videojuegos con los que crecieron. Sus picos de dificultad pueden volverlo frustrante en ocasiones, pero los generosos puntos de control incitan a intentarlo una y otra vez. La historia está muy bien narrada, las secuencias cinemáticas cuentan con una gran producción y doblaje, pero a nivel visual el resto del título es demasiado poco ambicioso. Un juego de acción y plataformas simplemente decente al que quizás se le ha pedido demasiado.