Análisis de Costume Quest 2 (PS4, PC, Wii U, PS3, Xbox One, Xbox 360)
Pensemos en Halloween, caramelos y un dentista maligno. Eso es Costume Quest 2, la continuación del desenfadado y bien resulto juego original que regresa con una continuación que está dispuesta a sumarse a la filosofía de hacer más de todo habitual de este tipo de producciones.
En el mundo del juego nos encontramos con un megalómano dentista que ha conseguido cambiar el pasado para eliminar los caramelos y, así, destruir Halloween.
Los protagonistas no tienen más remedio que volver a armarse contra el infortunio, viajar en el tiempo e impedir que los caramelos desaparezcan del universo.
La primera entrega ya apostó por una estética y unos personajes de lo más peculiar, y en esta ocasión resulta evidente que han hecho un gran esfuerzo por rizar el rizo. Es cierto que se trata de un juego que en muchos sentidos está orientado al público joven, pero como sucede (cada vez más) con las películas para los pequeños del hogar, hay una cantidad ingente de guiños para los mayores. Se trata de que todo el mundo disfrute pudiendo hacer varias lecturas simultáneas, y en esto Double Fine es un estudio más que competente. Se nota, en definitiva, que entre sus fundadores está Tim Schafer, que ha firmado juegos no solo buenos a lo largo de su carrera, sino también divertidísimos.
Y es que estamos hablando de un juego que no tiene problemas en hacer un chiste bobo y seguirlo de un guiño a cosas como El silencio de los corderos. De hecho, combina bastante bien el humor burdo con el más sutil y de repente se planta con algo que bordea lo grotesco. Esto es uno de los mejores aspectos del título y creemos que gustará a la inmensa mayoría del público. Por supuesto, el humor se puede disfrutar gracias a su correcta traducción al español. El público agradecerá que el título se presente en su idioma, sobre todo si tenemos en cuenta que parte de su mercado potencial está en los jóvenes.
Todo esto sirve para cobijar una aventura con algunos aspectos de rol muy livianos. Su combate es por turnos y esto es quizá lo más rolero del título. También lucha un poco en su contra, pues hay que admitir que es el aspecto en el que el juego, al final, brilla menos. Esto se debe a que no es muy profundo y eso consigue que termine siendo algo repetitivo. Se apuesta por hacer un sistema de combate accesible, tanto que al final sabe a poco y no resulta un gran reto para el usuario que sea algo experto. Se han introducido novedades en las mecánicas de lucha con respecto al original y ahora tenemos que usar unas cartas con efectos especiales (recuperar energía, derrotar a un enemigo directamente, etc.), pero nos parece que le sigue faltando algo de chicha. Hay algunas luchas contra jefes finales que proponen cambios en su mecánica: si se hubiesen introducido más modificaciones de este tipo posiblemente la sensación general de los combates sería otra.
Por otro lado, sí nos ha parecido que tiene suficientes entornos y una notable variedad de situaciones con puzles integrados, el clásico intercambio de objetos, etc. En cualquier caso, se trata mucho más de una aventura que de un juego de rol, en la medida en que resulta escaso en elementos de personalización y otras convenciones del género. La fusión de elementos hace que la balanza se incline mucho más hacia la aventura, sí, pero esto no es malo: es solo una característica que el usuario debe tener clara y que es herencia directa de su predecesor.
Los disfraces, por supuesto, vuelven a ser fundamentales. Tienen habilidades especiales que hay que saber aprovechar para avanzar con éxito a lo largo del juego y nos pueden permitir igualmente tener más opciones de ganar una batalla, pues tienen una relación de fortaleza y debilidad con respecto a nuestros enemigos. Hay que conseguir, en definitiva, disfraces y cartas y saber usarlas para conseguir un buen equipamiento que nos permita afrontar con garantías los retos que se van proponiendo. Gestionar las cartas es importante porque, tras su uso, tardan varios turnos en estar operativas de nuevo.
Los disfraces y las habilidades que conllevan son necesarios también para superar los diferentes puzles del juego. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los niños del juego nos dan pistas muy obvias si nos atascamos, por lo que hay poca sensación de dificultad en este terreno. En definitiva, no es un juego que busque ponernos ningún tipo de problema, lo que lo sitúa en una órbita muy próxima a la de los juegos para el público más ocasional, con pocas complicaciones pero una agradable experiencia. En definitiva, es un juego que se hace agradable de jugar, nos hace sonreír, pero no nos pone en ningún tipo de aprieto.
Esto hace que el jugador veterano no encuentre quizá su producto más apropiado si lo que busca es una aventura difícil. Pero cualquiera que quiera pasárselo bien y reírse, sí tiene en Costume Quest 2 un producto acertado. Ofrece unas seis horas de partida si no nos entretenemos mucho, aunque hay que considerar que ofrece varios objetivos secundarios y eso ayuda a alargar la partida y a potenciar a rejugabilidad, así que las horas reales de juego creemos que serán más para la mayoría de los jugadores. La ventaja de los juegos cortos, al fin y al cabo, es que resulta más asumible volver a ellos y cuando son desenfadados, como este, uno muchas veces se encuentra regresando a juegos cortos para pasarlo bien sin más complicaciones.
En este sentido, sus muchos personajes y la variedad de escenarios y situaciones, ayudan a ofrecer una experiencia muy agradable. No es necesario haber jugado el primero para disfrutar de este y, en cualquier caso, hay que reconocer que este producto ha mejorado a su predecesor en todos los aspectos. Quizá alguien se sienta extrañado por lo curioso de las localizaciones frente a las mucho más terrenales de la primera entrega, pero es que se ha apostado por un mundo de locura completa y a nosotros nos ha convencido.
Su ambientación y estilo son muy atractivas, aunque por la proximidad cultural posiblemente sea más interesante para los anglosajones. Por muy internacional que sea Halloween, y las diferentes tradiciones que se tengan, lo cierto es que la imaginería es muy prototípica del retrato que la televisión y el cine han hecho de esta fiesta en los barrios residenciales de la clase media estadounidense. Se ha mejorado el resultado visual con respecto al original, aunque sigue siendo un título que no destaca por lo complejo o espectacular, sino por lo estético.
En la misma línea se encuentra el sonido, desenfadado y rico en efectos que refuerzan la ambientación. Sabe apostar por tonos más épicos en los momentos clave y lo desenfadado cuando es necesario, así que nunca desentona con el ritmo del juego ni con lo que sucede en pantalla.
Por tanto, aunque no se trata de uno de esos prodigios técnicos que dejarán boquiabiertos a los más apasionados por el barroquismo audiovisual, sí que tiene todo lo necesario para convencer por su apartado artístico, que sabe captar la esencia de una aventura juvenil ambientada en una noche tan especial como la de Halloween. Todo está al servicio de una experiencia agradable, humorística y desenfadada.
Conclusiones
Divertido, colorido, lleno de humor… Costume Quest 2 es un más que digno sucesor de la primera entrega. Se ha intentado aumentar la locura, y se ha conseguido. Se ha intentado mejorar el sistema de combate, y se ha conseguido también, aunque sigue cayendo en una mecánica que peca quizá de una simpleza excesiva. Un sistema más profundo le habría sentado bien y quizá habría ayudado a aumentar su duración. Pese a esto, lo cierto es que la partida es sinónimo de sonreír, de pasárselo bien con unas situaciones y unos personajes muy divertidos. Y es en esto donde el juego realmente funciona: en pasárselo bien. En jugarlo, disfrutarlo y volver a él un tiempo después para recordar los momentos más divertidos y volver a vivirlos en una nueva partida. Y es que en ocasiones el ingenio es tan importante para disfrutar de una experiencia de juego como la jugabilidad misma.