Análisis de Superstars V8 Racing (PS3, PC, Xbox 360)
Tras SBK 09, Black Bean y Milestone están dispuestos a no hacernos abandonar el olor gasolina y goma quemada durante estos meses. Y esta vez su propuesta son las cuatro ruedas con el European Superstars Championship de fondo, una competición con motores V8 -la característica disposición de cuatro cilindros en diagonal en cada lado que forman esa V que da nombre a la clase-. Parte de los jugadores veteranos de la saga TOCA encontrarán cierto aire nostálgico en un título en el que la vistosidad de los deportivos de líneas italianas y angulosas curvas pasan a mejor vida.
Superstars V8 Racing nos introduce de lleno en un campeonato, quizá no muy conocido por todos, con las opciones que cabría esperar y un juego online para doce jugadores. Su intención es clara: tirar hacia la simulación sin más artificios que los modos de juego más directos y oficiales relativos a la competición. La configuración por defecto se encuentra en un nivel de simulación medio, pero quizá la bienvenida siga siendo algo dura para los novatos, por lo que es bastante recomendable desactivar los daños, el desgaste de neumáticos, y las penalizaciones –que limitan nuestra velocidad punta durante unos segundos- hasta que conseguimos aprender de memoria el trazado de los diez circuitos, que al pertenecer a una competición poco popular nos pueden resultar nuevos, como Portimao, Magione, Kyalami, Varano, Misano Adriatico, Vallelunga o Adria, junto con los ya inevitables Monza y Valencia. Una vez somos capaces de recorrer la pista anticipando cada curva varios metros antes de su lugar, podremos estar listos para eliminar las ayudas en carretera (unas flechas que indican la dirección y el ángulo del giro, y por el color, el momento de decelerar), activar los parámetros de simulación y elevar el nivel de dificultad, para ponernos en la verdadera piel de un piloto de la dura competición Superstars.
La decena de vehículos con los que contamos (repartidos entre diecinueve pilotos reales) muestran una gama de coches modificados expresamente para la carrera de fabricantes como BMW, Jaguar, Audi o Mercedes. No todos se controlan igual ni ofrecen las mismas prestaciones (unas barras gráficas indican varios aspectos a tener en cuenta), y podemos modificar sus ajustes para adaptarlos a las necesidades de nuestro estilo de conducción o de una prueba concreta, todo ello de una manera bastante sencilla incluso para quien no sea experto en la materia. Se puede cambiar la suspensión, las marchas, los frenos, ruedas, alerones, el mapa del motor y guardar estos datos para futuras necesidades. También podremos comprobar los datos de telemetría.
En general, cualquiera que sea nuestra elección de piloto y coche, todos responden bien, y la orientación de simulación obliga a frenar con tiempo ante una curva y acelerar en su salida; la tierra y arena fuera del asfalto nos frenará mucho, un castigo muy fuerte que nos roba valiosos segundos hasta que volvemos a tomar el camino correcto. Los circuitos, recreados fielmente a los originales, no deslumbran en cuanto a su realización pero son variados y tenemos desde los más técnicos –numerosas chicanes en muy poco ancho de pista- hasta varios orientados a favorecer las velocidades punta de los coches. Y si somos de los que creemos que a más vehículos en competición, más diversión, los diecinueve pilotos en carrera –dieciocho competidores y nosotros- son un buen argumento para disfrutar al límite del torneo. Cierto es que salvo en las pruebas más duraderas la parrilla tiende a apelotonarse y formar uno o dos grupos bastante uniformados, pero también sirve de acicate para el jugador: quédate en el grupo de perseguidores y quizás no tengas oportunidad de adelantar.
Existen dos tipos de climatología para los circuitos: soleado o lluvioso. Aunque el juego no regala un efecto de lluvia torrencial, ni preciosas carrocerías salpicadas por el agua, la pista húmeda y el cielo tormentoso son un indicativo más que suficiente para advertir al piloto que las condiciones de conducción son bastante diferentes a las del asfalto seco. Más cuidado con los frenazos bruscos y una capacidad de precipitación ante los giros son esenciales si no queremos acabar dando bandazos o incluso en dirección contraria. Quizás algo de más variedad en la hora del día de la competición habría venido bien, pero ceñirse a una licencia oficial conlleva ciertas limitaciones.
No hay grandes sorpresas en Superstars V8 Racing, todo funciona tal y como debería. La diversión consiste, sistemas de recompensas aparte (logros y trofeos), ganar todas las pruebas y desbloquear algunos contenidos incluidos, como vídeos. Sin embargo, aunque la jugabilidad en pista si está a la altura de lo que se esperaría, sentimos que se ha desaprovechado la licencia con unos modos de juego conservadores y nada novedosos. Carrera rápida, Entrenamiento, Fin de Semana, son, tal y como cabe imaginar por el nombre, opciones para practicar de forma más o menos seria hasta volcarse en el Campeonato. Es por eso que los retos –llamados Licencias de Superstar- añaden algo de variedad al juego, requisitos en diferentes categorías que evalúan nuestra destreza en adelantamientos, derrapes y otras habilidades al volante con varias condecoraciones según el tiempo conseguido. A diferencia de otras pruebas de conducción presentes en otros juegos, e incluso exámenes de conducir, no son obligatorias para competir, pero son entretenidas –a veces "pican", en el buen sentido- y consiguen hacer al jugador consumir horas y horas puliendo su registro hasta pasar al siguiente reto. Su número es pequeño y la duración dependerá mucho de lo habilidosos que seamos.
En la inteligencia artificial, los programadores no han realizado un trabajo sobresaliente y notamos cierta falta de "estupidez". No es algo contradictorio, los rivales tienden a ir demasiado bien y sin despistes humanos, y, salvo los choques o incidentes que podemos producir nosotros mismos, las vueltas se hacen con extrema pulcritud (sorprendente cuando además hay ese gran número de vehículos). Tras varias partidas este defecto sale a la luz y llegaremos a la conclusión que, nuestro deber, es casi siempre tomar el carril correcto lo más pronto posible y evitar cometer cualquier error, sin ningún margen para la improvisación. Además, si desactivamos las penalizaciones, podemos utilizar nuestra "mala leche" para sacar de la carretera a competidores, o inventar algunos atajos de dudosa legalidad en curvas cerradas. Quizás una pequeña dosis de realismo –algunas salidas de pista, colisiones fortuitas, vehículos intentando tapar nuestro avance- habrían dado un toque más simulador a este aspecto.
No podemos dejar de lado el juego online, en el que seguramente invirtamos tantas horas como en las competiciones en solitario. El número de coches en circulación baja a doce, pero sigue siendo un número más que suficiente para plantar cara a otros juegos del género. Por desgracia, es bastante frecuente, especialmente en las salidas, ver que los coches de los rivales pueden pasar a ser "fantasmas", atravesándolos cuando existe algún problema en la red (como usuarios con mala conexión), perdiendo la emoción que tiene salir victorioso desde una mala posición al ir ascendiendo puestos gracias a una conducción ejemplar. En cualquier caso, pequeños detalles puntuales aparte, las partidas online son entretenidas, como cabía esperar.
Gráficamente, aunque hay algunos buenos detalles, como texturas y representación de los vehículos (teniendo en cuenta la cantidad de los mismos que pueden llegar a acumularse) el juego no es el máximo exponente de las capacidades de ninguna de las tres plataformas en las que se lanza. La iluminación y los destellos de sol parecen poco naturales, a lo que no ayuda mucho la escasa paleta de colores, apagada, que en lugar de ofrecer realismo da un aire otoñal a todo el juego. No es, desde luego, un juego que entre por los ojos. La fluidez del motor gráfico –a 30 fps- se compromete en contadas ocasiones, como repeticiones y salida de parrilla, pero la mayor parte del tiempo no da ningún problema. El efecto del suelo encharcado es convincente, pero podemos olvidarnos de algún efecto de lluvia durante la carrera, pues siempre corremos cuando la tormenta ha terminado.
Tampoco ayuda a mejorar la espectacularidad la ausencia de una cámara en cabina, que poco a poco se nos antoja imprescindible en cualquier simulador que se precie; las incluidas en el juego son las típicas exteriores traseras y las del capó y parachoques. Respecto a los daños físicos, han sido incluidos de forma muy tímida y apenas merecen ser reseñados, prácticamente son inexistentes.
El problema es, que dada la alta competencia de juegos de velocidad, ya sean simulador o arcade, técnicamente Superstar V8 queda fuera de la competición. No encontramos ningún problema garrafal, es sólido prácticamente todo el recorrido, y nos acompaña un sonido de motores convincente. Incluso los –demasiado- numerosos accesos al disco duro (cargando y guardando configuraciones) en la navegación de los menús pueden ser obviados, pero existen actualmente juegos de carreras con una producción más cuidada, léase GRID, Ferrari Challenge (o su "sucesor", SuperCar Challenge), Race Pro, y especialmente los cada vez más próximos Need For Speed Shift , Forza Motorsport 3 y Gran Turismo 5, y en el bando de los puramente arcades, Split/Second y Blur. Todos ellos, en mayor o menor grado, juegos que ponen el listón (y no sólo visual) muy alto.
Si conseguimos superar el obstáculo gráfico –que tampoco debe ser decisivo en esta compra-, hay que reconocer que Superstar V8 Racing es, en su base, tan atractivo como lo pueda ser cualquiera de los títulos citados anteriormente. Quizás escasos de modos de juego y circuitos, y una ausencia de profundidad o progreso (compra de nuevos vehículos o piezas, por ejemplo) suponen el mayor derrape de este juego.
Conclusiones
Lejos de ser el simulador de conducción definitivo, Superstar V8 Racing bascula entre el realismo y la diversión de un sucedáneo de simulador –dependiendo de las opciones de juego-, que lo pueden hacer atractivo a quien quiera adentrarse en este subgénero de la velocidad. No nos cabe duda que Black Bean podría, en sucesivas entregas, crear una franquicia estable si consigue mejorar el apartado técnico al nivel que se espera de la generación, y mantener las buenas vibraciones que la conducción nos ofrece en esta versión.
Pese a que no tiene ninguna intención de revolucionar los juegos deportivos, llegar a dominar todas las facetas de la competición nos llevará un tiempo y mucha dedicación, semanas en el que sin duda vamos a disfrutar a los mandos de uno de estos bólidos virtuales. Recomendable para no iniciados y jugadores empedernidos de las cuatro ruedas en espera de más motor pura sangre.