Análisis de Hell Yeah! La furia del conejo muerto PSN (PS3, Xbox 360, PC)

Hay juegos que desde el primer momento destacan por algún factor. Ya sea su concepto, su aspecto visual, o su personalidad, y desde luego, Hell Yeah! La furia del conejo muerto, despunta por múltiples factores. Desde la primera captura de pantalla, podemos ver que este título parte de un particular estilo gráfico, aunque se hace difícil apreciar todo lo que este título de Arkedo guarda detrás de sí. Y es que el juego que nos ocupa sorprende durante todo su desarrollo, mostrando detalles de juego grande, así como las imperfecciones que lo alejan de título imprescindible de la descarga digital.

Uno de esos "problemas" es su planteamiento. Si no te gusta el humor absurdo, éste no es tu juego, así que puedes parar de leer. La historia se origina cuando a Ash, el príncipe del infierno, le roban unas fotos íntimas en las que aparece dándose un baño con su patito de goma, algo inconcebible para tal icono infernal.

Éstas se filtran rápidamente por internet (bueno, hellternet) y Ash se embarca en un peligroso viaje a través de 10 mundos de lo más variado para recuperar estas instantáneas y recuperar su dignidad antes de que no haya marcha atrás.

Una mirada al pasado

Hell Yeah! La furia del conejo muerto parte de la base de los juegos de los 90, principalmente de los 16 bits, con una sistema de juego principalmente acorde a la época. Este juego se centra en el desarrollo lateral en dos dimensiones basado en las plataformas, aunque también tiene un componente de juego de disparos. La jugabilidad general se divide en secuencias a pie y secuencias en "rueda sierra asesina", en las que el concepto de juego varía ligeramente. A pie somos totalmente vulnerables, mientras que en el mencionado vehículo aniquilaremos a nuestro paso a los enemigos más débiles. Para los otros, tenemos un importante arsenal de armas. Tanto a pie como en "sierra de la muerte", el elemento común son las plataformas.

A grandes rasgos, el juego sigue una estructura similar. El progreso se ve limitado por zonas que tenemos que "taladrar" y a las que tendremos que retornar una vez mejoremos nuestra montura, y puertas que no se abrirán hasta que no hayamos aniquilado una cantidad determinada de enemigos. Cada enemigo importante (necesarios para abrir puertas y desbloquear nuevas áreas) tiene un "fatality" que se activa con un minijuego al estilo Wario Ware. Aparte, los guiños a juegos clásicos aparecen en los escenarios y los diálogos, entre el que cabe destacar a Sonic, con un casino que arrancará algún recuerdo de los primeros títulos. Se trata, eso sí, de un juego complejo, con la dificultad de los juegos clásicos, aunque esta dificultad se ve aliviada por las vidas ilimitadas que nos permiten reintentar una sección compleja tantas veces como deseemos. La jugabilidad clásica también se demuestra en pequeños puzles puntuales, necesarios para avanzar en algunas fases, descubrir zonas secretas o para destruir a rivales determinados.

Humor, variedad y lo absurdo

Si has seguido leyendo, entonces estás de enhorabuena. Hell Yeah! La furia del conejo muerto es un juego absurdo. Su argumento ya lo hemos expuesto, y este toque de humor sin sentido es una constante a lo largo de todo el juego. El juego conseguirá arrancarnos más de una carcajada, o al menos, una gran sonrisa. Desde sus chistes absurdos, pasando por sus secuencias absurdas, y hasta el diseño de algunos personajes y/o escenarios (hablamos de enemigos como culos gigantes que se autodestruyen arrancándose un pelo). Todo es absurdo, aunque la mera presencia de cualquier tipo de humor, no obstante, es algo de agradecer, ya que sentimos que es uno de los aspectos más descuidados del sector.

A esto se le añade una traducción al castellano sobresaliente (algún fallito menor ortográfico sin importancia, pero sin afectar al contenido), al nivel de títulos como Bayonetta y que se nos antoja imprescindible para disfrutar de este título en todo su esplendor. Todos los chistes, las bromas, los matices, las ironías... están adaptados al castellano de la mejor manera posible, y hará que apreciemos el humor de Hell Yeah! La furia del conejo muerto tal y como si lo jugásemos en su idioma original. Tras toda esta parafernalia que envuelve al juego como tal, como ya hemos mencionado, se mezclan multitud de juegos, como Drill Dozer, Wario Ware, cualquier juego de disparos ‘twin sticks’ (de los que se mueven con un stick y se dispara con el otro), Mortal Kombat e incluso Sonic the Hedgehog. Casi nada.

El juego de verdad

Ya sabemos lo absurdo que es, el humor que derrocha y lo que nos espera en el campo de la temática, así que repasemos otros aspectos. Visualmente es un juego hecho para recordar los 16 bits, con un personaje protagonista bien animado y un gran diseño en general. Los escenarios derrochan personalidad y una sana complejidad que nos hará recurrir al mapa en más de una ocasión. Estas fases combinan zonas a pie con zonas a "rueda", así como otras propias de un escenario en concreto, como laberintos submarinos o fases espaciales. Las temáticas de los escenarios van desde una oscura cárcel a una tierra psicodélica poblada por hippies que nos llevan al borde de la epilepsia, y que tendremos que recorrer en distintas ocasiones para poder desbloquear nuevos niveles o zonas.

La música se mantiene al mismo nivel de variedad, aunque sí es cierto que flojea un poco más y puede llegar a hacerse más repetitiva. Combina poderosos riffs metaleros con bases de hip-hop que harán temblar en suelo, así como otras melodías más clásicas para acompañar distintas secuencias jugables. En lo que respecta a jugabilidad, Hell Yeah! La furia del conejo muerto empieza muy bien, pero según avanzamos y llegamos a secciones más exigentes nos damos cuenta de que el control no está tan ajustado como pensábamos. Esto añade un extra de complejidad a un juego que ya de por sí muestra algunas partes que pondrán a prueba nuestros nervios más que nuestra habilidad al mando.

Ahora bien, es largo, sobre todo para ser un juego de distribución digital. Completar el juego a un ritmo normal puede superar fácilmente las 10 horas y si nos ponemos a buscar secretos e invertimos tiempo en ‘La Isla’ (una especie de minijuego en el que podemos poner a trabajar a nuestros monstruos para que nos den objetos, dinero o sorpresas) podemos echar muchas más. Y todo esto suponiendo que no nos quedemos atascados en algunas zonas en particular.

Conclusiones

Este análisis pretende ser un reflejo de lo que Hell Yeah! La furia del conejo muerto quiere ofrecernos: una apariencia, una personalidad, una forma de ser. Se deja llevar por el humor absurdo y la locura, y mientras que esto puede ser un fortísimo soplo de aire fresco para muchos, también puede echar para atrás a los que busquen una experiencia más homogénea y serie. Tiene una jugabilidad imperfecta que evita la total recomendación del mismo, pero si podéis perdonarla y queréis pasar un buen y larguísimo rato frente al televisor, disfrutando de un título con una base clásica y muchos ingredientes actuales, os suplicamos que os embarquéis en esta genial aventura.