Análisis de Tiny and Big: Grandpa's Leftovers (PC)
Para muchos veteranos de los videojuegos que llevan años jugando a todo tipo de títulos, la nueva escena indie ha sido su tabla de salvación, pequeños proyectos más arriesgados y originales que innovan en lo jugable, en lo estético o sonoro, o en todos sus aspectos. Tal es así que sabemos que muchos de vosotros sentís más ilusión y ganas por este tipo de lanzamientos que por las grandes superproducciones o triple A.
No hay mes en el que no aparezcan uno o varios juegos independientes muchas veces sin hacer ningún tipo de ruido y que nos acaban sorprendiendo. Ese es el caso de Tiny and Big: Grandpa's Leftovers, una aventura de plataformas tridimensional que cuenta con un diseño artístico con mucha personalidad, una banda sonora indie deliciosa, destila un peculiar humor y tiene un elemento en su jugabilidad muy original y que le diferencia de otras aventuras.
Ese es el láser, una herramienta que nos permite cortar elementos del entorno, como piedras, paredes, columnas y en definitiva casi cualquier objeto del escenario que sea de roca. Activaremos el láser y dibujaremos una línea en el aire, siempre recta aunque en cualquier dirección y tamaño, tan grande como nos deje la pantalla. Todos los elementos cuya silueta se hayan iluminado de azul se cortarán siguiendo la línea que hemos trazado, lo que resulta muy espectacular y diferenciador de otros títulos.
En la primera fase ya lo comprobamos, una enorme extensión en el desierto llena de rocas que podemos partir a nuestro antojo, por más grandes que sean, lo que al principio resulta muy sorprendente. Para limpiar y arreglar el desaguisado que causamos a veces tenemos otras dos herramientas imprescindibles: un gancho para agarrar y un cohete para propulsar. Imaginaros que hemos cortado por la mitad una enorme columna que queremos usar como un puente, con el gancho cogeremos su parte superior y tirando de ella la haremos caer hacia nosotros.
O una situación en la que hemos cortado tantas rocas que no podemos apartarlas de nuestro camino, colocándolas un cohete las lanzaremos volando hacia adelante. Por tanto tendremos que cortar, agarrar y lanzar, además de saltar y empujar, y no hay más acciones en el juego, lo que no quiere decir para nada que sea una jugabilidad sencilla y poco profunda, aunque sí simple. Los saltos no llegan a ser determinantes ni demasiado importantes, y la gracia siempre reside en cómo modificamos el entorno para poder seguir avanzando.
De hecho no hay enemigos –aunque sí un némesis, algo que ahora matizaremos-, y tampoco puzles propiamente dichos, simplemente tendremos que observar lo que nos rodea y pensar cómo podemos cortarlo apropiadamente para seguir avanzando. El desarrollo es lineal, con seis fases diferentes, por las que podemos avanzar como queramos, cortando y moviendo lo que nos plazca, una mecánica que hasta el final del juego no deja de sorprendernos por lo bien hecha que está.
El argumento como la estética es algo loco y con un punto surrealista, nos trasladan a un mundo desértico sin demasiadas explicaciones en el que controlamos a Tiny, quien perseguirá a Big que ha robado los calzoncillos de su abuelo, que otorgan unos extraordinarios poderes. Hay fases en las que no tenemos ninguna prisa ni peligro o elemento hostil, teniendo todo el tiempo del mundo para pensar, pero luego hay otros momentos en los que nos enfrentamos a Big, que es capaz de lanzarnos rocas desde el cielo, y tendremos que tener cuidado en esquivarlas o incluso cortarlas en el aire antes de que nos impacten.
Estos momentos son muy divertidos y aportan un toque de frescura al desarrollo, que haceN que sea más variado. Nos matarán muchas veces en estas secciones, pero no nos importará demasiado ya que reaparecemos rápidamente, y consisten básicamente en esquivar las piedras que nos lanza Big mientras intentamos acercarnos a él y cortar la superficie sobre la que se encuentra. El control a veces nos jugará alguna mala pasada, ya sea jugando con ratón y teclado o con el mando, no es 100% preciso, pero sí lo suficiente para no resultar molesto y jugar sin mayores problemas.
Uno de sus grandes pecados es que es demasiado corto, se puede terminar en apenas 3 horas y media, y deja con ganas de más. Su mecánica es tan brillante y está tan bien hecha, sobre todo gracias a unas buenas físicas, que se acaba sintiendo un poco desaprovecha, como si no hubieran explotado todo su potencial. Pero claro el que dure poco también permite que sea muy redondo, con pocos niveles pero muy bien diseñados, y deja un gran sabor de boca, nos divierte en todo momento aunque hay en alguna ocasión que llega a rozar lo repetitivo.
Por suerte si conectáis con su propuesta no bastará con pasárselo y olvidarse, ya que hay multitud de secretos y desbloqueables en las fases. Una cantidad de piedras variable que tenemos para recoger en cada nivel, las cintas de música que desbloquean nuevas melodías, y unas fases secretas que con unos minijuegos de aspecto retro, de color verde a lo Game Boy, que van desde un puzle en el que tenemos que cortar una pieza para realizar una forma determinada a una fase contrarreloj plataformera bastante complicada. Además tenemos 53 logros de Steam que apetece conseguir, algunos muy curiosos y otros desafiantes como acabar un nivel sin realizar más de un número determinado de cortes, y también tenemos marcadores online, ya que cada fase registra varias estadísticas al terminarla.
Los gráficos son de estilo cel shading y este efecto de dibujos animados le sienta como anillo al dedo, imitando la estética de un cómic. No estamos ante un apartado visual portentoso, pero sí muy práctico y el juego llega a ser bonito. Además todo su sistema de físicas y el poder trocear tantos elementos del escenario no ha debido ser fácil, y está muy bien resuelto.
El diseño artístico nos gusta mucho, tiene una fuerte personalidad y por momentos resulta extraño, nos transportan a un mundo diferente con su propia y peculiar mitología, y eso nos encanta. Todo está impregnado de un peculiar humor, y es muy ingenioso el representar con onomatopeyas ciertos ruidos y sonidos. El único defecto gráfico son las animaciones del protagonista, un poquito cutres, podrían haber sido mejores.
La música merece un comentario aparte, es fantástica. Son temas de varias bandas indie muy desconocidas pero que consiguen junto a la estética crear una ambientación más marciana si cabe. Derrochan personalidad y carácter, han hecho una apuesta un tanto arriesgada pero han salido victoriosos, es un apartado que llama mucho la atención. Podéis escuchar la banda sonora en Spotify, aunque quizás fuera de su contexto pierda un poco de gracia, pero sirve para haceros una idea, tocando todo tipo de palos desde el blues al rock, aunque eso sí os la tendréis que ganar ya que vas encontrando las distintas canciones repartidas por los escenarios en forma de cintas. En cuanto a los efectos sonido no tenemos voces, solo algunos ruidos guturales, y se echan un poco de menos en determinadas ocasiones. Por suerte está subtitulado al castellano y podemos comprender sus divertidos diálogos.
Nunca buscar unos calzoncillos fue tan divertido
Nos ha encantado Tiny and Big: Grandpa's Leftovers, te deja con una sonrisa en la boca y su mecánica de cortar y mover rocas se siente fresca y diferente, así como su ambientación tanto visual como sonora. Puede que sus entre 3 y 4 horas que dura puedan sonar a poco por los 10 euros que cuesta, pero en caso de querer sacarle todo el jugo, encontrar todos los coleccionables y sacar todos sus logros, esta duración se puede elevar en unas cuantas horas más. Si os gustan los plataformas tridimensionales, los títulos indies y buscáis algo distinto y fresco, este es vuestro juego (hay una demo disponible en Steam, os animamos a probarla). Con un poquito más de ambición podía haber llegado más lejos, pero tal y como es resulta genial, y nos ha sabido a gloria entre tanto juego de tiros y falto de carisma y personalidad.