Análisis de The Undergarden (PC, Xbox 360)
La aparición de los servicios digitales para las descargas de juegos en las plataformas de sobremesa de Sony y Microsoft, han abierto el camino a decenas de desarrollos y proyectos que de otra forma jamás podríamos haber disfrutado y jugado. El soporte digital de dichos bazares y tiendas, han logrado crear un movimiento bastante interesante alrededor de lo que podríamos llamar "juegos independientes", donde la creatividad y las ganas de ofrecer algo fresco, interesante y divertido, priman sobre los grandes o enormes presupuestos y las multitudinarias campañas de publicidad (expertas muchas veces en enmascarar pobres resultados jugables o técnicos).
Hoy en día, cualquier usuario o programador con una buena idea, puede intentar arriesgarse a probar suerte en el mercado de los juegos indies o de descarga, así como intentar labrarse un nombre en el mundillo con una inversión relativamente pequeña en comparación con las desorbitadas cantidades que hay detrás de algunos juegos de renombre. De hecho, para las compañías está resultando todo un negocio: invierten poco dinero en dichos títulos, suelen tener y éxito y además, gozan de buenas críticas. Y no es para menos.
Los proyectos más curiosos y extraños con éste tipo de filosofía, han empezado a florecer y dar sus frutos, y algunos de ellos son tan interesantes y buenos como el presente The UnderGarden. Una jugabilidad sencilla, un apartado gráfico y técnico al servicio de su propuesta (y no al revés) y una tonelada de originalidad. Siguiendo la trayectoria de otros proyectos o juegos como Flower, de PlayStation 3, The UnderGarden ofrece una de las experiencias más cautivadoras y enigmáticas de todo el catálogo virtual de Xbox 360.
Una maravillosa aventura bajo tierra
The UnderGarden desborda una cantidad ingente de sencillez. Su planteamiento inicial y sus premisas jugables son muy básicas. En The UnderGarden encarnamos a una especie de espíritu que debe hacer florecer mediante el polen que encuentra y transporta cualquier tipo de flora y vegetal que se encuentre en su camino. Nuestra obligación será llevar el polen por todo el escenario, que se mostrará ante nosotros como el fondo de una oscura caverna bajo el mar, y que desde una perspectiva en dos dimensiones, nos invitará a descubrir la ruta a seguir para superar el nivel. The UnderGarden es un título que bien podría encajar dentro del género de puzles, y de hecho es el más correcto para enmarcarlo, pues encontraremos más de un rompecabezas en nuestro periplo submarino.
The UnderGarden huye de los convencionalismos, y apuesta por un estilo jugable y audiovisual propio. The UnderGarden nos guiará por grandes niveles ambientados bajo el mar. Sus pasillos, huecos, cuevas y grutas de piedra y roca, están muertas, vacías y sin vida alguna. Nuestra misión como criatura portadora de vida, será la de polinizar y hacer florecer cualquier vegetal que se encuentre en dichos lugares.
Para ello deberemos utilizar (sabiamente y con razón) cualquier gramo de polen que llegue a nuestro poder. Y es que en todos los niveles, encontraremos pequeños surtidores de polen, que deberemos activar para recargar nuestras reservas y así poder ayudar a que florezcan y cobren vida todos los tipos de plantas disponibles en el juego. Dicho polen tendrá una cantidad limitada, y si chocamos contra los obstáculos o trampas, así como si lo gastamos de manera indiscriminada, nos las veremos volviendo a dichas fuentes de polinización para volver a recargar nuestras reservas. Para poder avanzar en The UnderGarden, debemos portar la vida (gracias al polen que llevamos en nuestro poder) hacia cualquier estancia en la que entremos. Cuando llevemos las cantidades suficientes de simiente, las flores y plantas crecerán a nuestro paso, creando una experiencia audiovisual realmente destacable. Colores, sonidos y formas, irán apareciendo y creciendo de la nada.
¿Y qué sentido tiene The UnderGarden aparte de ayudarnos a recrearnos viendo como crecen las flores? Como hemos dicho al principio del análisis, aunque la propuesta jugable del título es bastante sencilla, The UnderGarden está plagado de puzles y rompecabezas de dificultad variable. Una vez que nos acostumbramos a la mecánica de recoger polen y germinar las plantas y estancias que nos vamos encontrando conforme avanzamos por las cavernas, nos daremos cuentas que hay diferentes tipos de flores y frutos, que podemos utilizar para superar algunos puzles o problemas.
Dichas plantas especiales, nos darán determinados frutos únicos, que deberemos utilizar si queremos continuar avanzando. Habrá plantas que nos brindarán frutas con el suficiente peso como para empujar mecanismos de roca con los que abrir puertas, mientras que otras, harán lo propio con aquellos mecanismos que se encuentren en lo más alto de las cavernas al tener menos peso y densidad. Y hay más. A lo largo de la aventura, encontraremos frutos explosivos, que ayudarán a romper pesadas losas de roca, e incluso frutos luminiscentes, que arrojarán algo de luz en las cuevas más oscuras. La utilización de dichas frutas especiales no es anecdótica, y a veces deberemos llevar un buen puñado de ellas de un camino a otro para resolver algunos puzles.
Otro de los aspectos a tratar dentro de la mecánica del juego, es la búsqueda y la recolección de los músicos. Los músicos son unas criaturas, que al igual que nosotros, tienen la habilidad de portar la vida allá por donde vayan. Los músicos están escondidos y repartidos por los laberínticos niveles (aunque algo lineales), y nos ayudarán a crear efectos en la flora. Cada músico toca una melodía única, que crea una determinada reacción en las plantas por las que pasa.
Cuando hayamos recolectado varios músicos, y los hayamos paseado por todo el nivel, veremos como su melodía y composición provoca una reacción única en la flora que vamos germinando. Cambios de colores, de brillo y tonalidad…Es realmente precioso. El "salvar" a todos los músicos de un nivel otorga una puntuación extra al término de cada fase, lo que ayuda también a batir récords y desbloquear ciertos logros.
The UnderGarden, aunque es un juego excesivamente lineal (por mucho intrincado diseño de laberintos y niveles), premia bastante al jugador que se adentra en su sistema de juego y mundo. En The UnderGarden, se esconden ciertos objetos especiales y únicos, que otorgan al jugador un extra y un aliciente más para finalizar con mejor puntuación los niveles por los que va pasando. En el título, podemos encontrar desde diamantes, a flores especiales. Aunque jugablemente no aporten ni repercutan directamente en el jugador, su inclusión ayuda mucho a la rejugabilidad, así como a la curiosidad global de la que hace gala el juego.
El apartado para dos jugadores en formato cooperativo no dice mucho, aunque la verdad es toda una suerte el poder compartir la experiencia con otro jugador. Las bases jugables, así como las opciones y objetivos del juego, serán las mismas, destacando en este caso, los fallos de la cámara. La cámara, al ser compartida, podrá llegar a molestar en algunas ocasiones, sobre todo si uno de los jugadores abandona una estancia rápidamente o se mete por una ruta distinta con mucha celeridad. Con este tipo de acciones, el juego se confunde, y acaba dejando en la cuneta al jugador más rezagado. Todo un clásico en este tipo de juegos cooperativos, que en pleno siglo XXI, sigue dando problemas.
Un apartado gráfico bioluminiscente
The UnderGarden goza de un apartado visual fuera de lo común. No es especialmente boyante o completo en su motor gráfico, pero lo que traslada fuera del monitor o televisor, sí lo es. El apartado gráfico de The UnderGarden es toda una experiencia visual, con decenas de colores en pantalla que reaccionan a nuestras acciones y movimientos.
La experiencia visual de The UnderGarden es sin lugar a dudas, parte de la jugabilidad, pues la argamasa de colores que se forma en pantalla, es el leitmotiv por el cual se impulsa el jugador para seguir avanzando. ¿Qué tipo de flor me encontraré en la siguiente estancia? ¿Qué pasará si junto a mis dos músicos? ¿Qué color saldrá si llevo el polen desde esta cueva a esta otra? Habrá veces que acabaremos visitando lugares del escenario de forma casi intuitiva y compulsiva, de una manera digna de un apartado jugable de cualquier juego musical, para recrearnos en la experiencia audiovisual de sembrar "vida" a nuestro paso. The UnderGarden juega con nuestros sentidos, y eso lo hace realmente atractivo. Acabaremos atraídos por The UnderGarden como polillas por una fuente de luz.
Conclusiones finales
The UnderGarden es más que un juego, una experiencia sensorial. Su jugabilidad, aunque sencilla, hará las delicias de los aficionados a los rompecabezas clásicos, donde la habilidad y la experiencia eran recompensadas. Su duración, aunque justa, invita bastante a la rejugabilidad al contar una serie de objetos especiales escondidos por el escenario, lo que hace que el jugador se interese en volver a visitar algunos lugares y niveles para batir sus propias puntuaciones, así como para compararlas con sus amigos y agregados.
Pero UnderGarden, va un poco más allá. Éste maravilloso juego de puzles es toda una aventura audiovisual, que sabe usar la curiosidad presente en todo ser humano por lo desconocido, lo hermoso y lo luminiscente, y lo usa para construir y mostrar sus propios objetivos y metas. Jugarlo debería ser algo casi obligatorio, sobre todo si se quiere disfrutar de un juego fresco, original y novedoso. No deberían arrepentirse.