Análisis El escudero valiente: Un cuento juguetón que rezuma originalidad, magia y arte (PC, Switch, PS5, Xbox Series X/S)
Nuestro héroe está ante un camino sin salida, uno de los muchos que se encuentra en su aventura. El espadachín y escritor sabe (sabemos) cuál es la solución del entuerto: una de las palabras de esa frase del narrador apuntada sobre el mundo se puede cambiar por otra que hemos identificado hace unas pantallas, unas páginas atrás. Vamos al portal y… ¡POP! El protagonista sale del cuento. Su adorable forma bidimensional deja la tinta y se transforma en un igualmente cuqui personaje tridimensional capaz de juguetear con el libro, pasar sus páginas y recoger el término que buscábamos, para así volver al relato y transformar el objeto de la narración requerido. Es ingenioso, es mágico, es gracioso, y muy potente visual y conceptualmente. No nos referimos solo a esa situación, sino a El escudero valiente en su conjunto, una aventura de puzles, plataformas y acción con mucha historia que rebosa carisma y cariño, y que nos hace sonreír durante todo el transcurso de nuestras andanzas.
¡A salvar Moyo!
Ese héroe es Jota, cuyas victoriosas aventuras se conocen a lo largo y ancho del mundo de Moyo: al fin y al cabo, él mismo las escribe en relatos una vez cuelga la espada. Pero esta vez la cosa se ha salido de madre. El malo malísimo, Gruñonzón, ha averiguado que todos son personajes de un cuento y que el resultado de todos sus planes está predestinado: Jota lo vencerá. No esta vez, se dice.
El villano hechicero ha encontrado un poder que le permite alterar la historia y el propio mundo, e incluso sacar e introducir objetos hacia y desde el exterior de la narración, es decir, desde el escritorio de la habitación de un niño en el que se encuentra el libro. Por suerte, cuando Jota es expulsado de la fábula, también consigue poderes similares.
Además, no está solo en su ardua tarea. En su viaje bidimensional por las distintas zonas de Moyo, pero también cuando salga, redondito y tridimensionalizado, a ese escritorio que cambia en cada capítulo, estará apoyado por sus amigos aunque no siempre estén presentes. La amistad es uno de los temas principales del relato. Es complicado no encariñarse de personajes tan estrafalarios y entrañables como estos: Crash, el trol de las montañas al que le va el heavy metal, Violeta, la maga-artista mucho más poderosa de lo que se cree, el poderosísimo hechicero y DJ Barbaluna, y muchos otros que conocemos durante la aventura, como Abejípster, quien fabrica vinilos con su miel.
Pero hay un personaje externo tan o más importante que Jota, sus amigos y que incluso quien juega. Esto es un cuento, y como tal no podía faltar un narrador que relata los acontecimientos a viva voz, o dejando breves frases por los escenarios, a la vez que en ocasiones cambia, como en los cuentos ilustrados reales, la posición de lectura, de juego, de horizontal a vertical. Aquí se lleva a cotas insospechadas la máxima de que es tan importante cómo te cuentan una historia como la trama en sí misma.
Eso no quiere decir, ni un poco, que los eventos narrados sean intrascendentes. Sí, es una historia sencilla como se puede esperar de un cuento para niños, pero está pensado a partes iguales para que lo pueda disfrutar alguien muy joven, aunque pase por alto muchos detalles, como para encantar a los adultos. Hay mucho humor, un cálido mensaje sobre la importancia de los amigos, y una moraleja, pero también hay amor. Lo que al principio parecen referencias a videojuegos clásicos (The Legend of Zelda, Punch-Out! y muchos más) pasan a ser guiños a la pintura, a la música, y por supuesto, a la literatura. Entre sus diálogos graciosísimos y sus juegos de palabras constantes hay un mensaje sobre la importancia del arte y de la creatividad. ¿Y qué es la creatividad si no un juego?
Creatividad jugable en puzles multidimensionales
El escudero valiente es un juego juguetón. Se puede separar, a grandes rasgos, en dos partes: en cada capítulo tenemos una sección de aventura de puzles y acción del estilo de los The Legend of Zelda bidimensionales (uno de los codirectores es Jonathan Biddle, diseñador de The Swords of Ditto), la que transcurre en las páginas del cuento; y otra de plataformas de acción tridimensional, la que sucede en el escritorio donde se encuentra el libro y que muta en cada episodio.
Sin embargo, ambas están interconectadas, y esa es la gracia (y tiene mucha) de la obra de All Possible Futures. Dentro del cuento avanzamos combatiendo a enemigos variados con movimientos similares a los de Link, realizando tareas como encontrar cerditos por una ciudad, superando secciones de plataformas bidimensionales muy sencillitas, y resolviendo puzles que nos obligan a interactuar con el relato de diferentes maneras. Describirlas todas sería chafar una parte fundamental de la experiencia, el descubrimiento de esas interacciones, pero basta decir que son se basan en cambiar unas palabras por otras para modificar materiales o comportamientos de un objeto, y en salir del relato, a través de los portales repartidos por sus páginas para juguetear con el libro, pasando sus hojas, inclinándolas y otras tantas acciones para influir en el mundo del cuento. Original, ingenioso y divertido.
Para conseguir los poderes que nos permiten alterar el cuento será necesario explorar el escritorio donde Barbaluna ha escondido los artefactos que nos otorgan esas capacidades. Cuando toca hacerlo, ante nosotros se dispone un nivel de un plataformas 3D (sin cámara libre, por cierto, un acierto para que los chavales puedan disfrutarlo sin problemas) formado por cajas de cartón, reglas, muñecos y otros juguetes y utensilios habituales en la habitación de un niño. Los saltos son muy sencillos y el combate contra las criaturas de Gruñonzón extrapola a las tres dimensiones las básicas mecánicas de los enfrentamientos bidimensionales. La chispa no está en la profundidad, sino en la variedad. Una lluvia de ideas constante: meternos en los dibujos de tazas ilustradas para recuperar partes de un cohete, colarnos en los garabatos que recorren las paredes para salvar distancias imposibles, y hasta huir de dinosaurios con muy mala baba.
Por momentos nos ha recordado a It Takes Two por cómo trata constantemente de introducir nuevas ideas y mecánicas, aunque aquí los elementos centrales de la dinámica de juego están más fijados. Es algo nuevo constantemente, incluyendo un buen puñado de minijuegos que divertirán a los más pequeños y golpearán en la nostalgia de los más crecidos. Pero quizá hayáis identificado en los anteriores párrafos el principal punto negro de The Plucky Squire: la sencillez. Excepto por algún puzle que nos puede dejar pensado algún minuto, pero poco más, a lo largo de las siete u ocho horas que podéis tardar en completar la aventura no encontraréis reto alguno. El combate, funcional pero falto de profundidad y a veces un tanto caótico, no evoluciona demasiado. Las plataformas, algo menos precisas de lo que nos gustaría en las secciones 3D, son de todo menos desafiantes. Los minijuegos dinamizan, pero son simples. Hay un par de secciones de sigilo que no entendemos qué hacen aquí, aunque al menos son breves y fáciles.
Todo esto no ha evitado que nos lo hayamos pasado en grande con El escudero valiente. Al fin y al cabo, también disfrutamos de otros plataformas fáciles como Kirby. Sin embargo, aquí al terminar la partida no encontramos un modo de dificultad adicional que le habría venido genial, pues el contenido de final de juego se limita a conseguir coleccionables. No se entiende que el modo aventura deje de lado cualquier mínimo desafío, con reaparición instantánea en las caídas en el plataformeo y con muertes que no tienen ninguna consecuencia, cuando existe un modo historia pensado para quienes quieran disfrutar de la narrativa sin complicaciones, y sobre todo, cuando hay un montón de agradecidas opciones de accesibilidad: desde invencibilidad a matar a los enemigos de un solo golpe, pasando por ayudas para los saltos y hasta el resaltar los portales entre el cuento y el escritorio antes de encontrarlos.
Un cuento precioso
Con todo, nunca cae en la monotonía por esa variedad, esa lluvia de ideas, ese concepto central brillante que hemos mencionado. Pero también por su magia: la de la historia, la de sus personajes, y la que constantemente llena nuestra pantalla. El escudero valiente es precioso y adorable en cualquiera de sus perspectivas, también por los altavoces. En el libro repleto de color, las animaciones de los habitantes de Moyo y de los monstruos son geniales, tanto como su expresividad. En el exterior, todo es redondito, como si fueran muñequitos de goma que se mueven por nuestra mesa, con reflejos, brillos e iluminación digna de los tiempos que corren y que le da un acabado fantástico.
Además, hay momentos increíbles donde se pone original, grandilocuente o espectacular; de nuevo, cosas que no vamos a describir porque no os queremos chafar nada. El lazo de este regalo es la localización: si os gustan los juegos de palabras, os vais a desternillar. Un lazo, por cierto, perfectamente atado gracias a la voz del narrador en perfecto español, cuya fantástica interpretación se nos hace inseparable del cuento en sí mismo.
Conclusión
Hay mucho amor y cariño en El escudero valiente. El dúo de James Turner (quien venía de diseñar criaturas y personajes para Pokémon) y Jonathan Biddle (The Swapper, Stealth Inc.) ha dirigido un cuento jugable original, precioso, ingenioso y divertidísimo en sus mecánicas, en su historia y en cómo la cuenta. Una aventura de puzles, plataformas y acción donde se nota cuidado, respeto y admiración: a las narraciones, a los videojuegos, al arte y a la creatividad en su conjunto. Claro que hay que señalar la poca profundidad de algunos de los pilares que sustentan su gameplay y la ausencia de desafío, pues a veces pone un pie sobre la monotonía, que por suerte nunca llega a pisar por todo lo que lo rodea. Pero el equipo de All Possible Futures ha creado una aventura juguetona y gozosa para todos, y probablemente, inolvidable para cualquier niño que se ponga a los mandos.
Hemos realizado este análisis gracias a un código para Steam facilitado por Cosmocover. El ordenador utilizado cuenta con una Nvidia RTX 3070 8 GB, un AMD Ryzen 5600X y 32 GB de RAM.