Análisis de Tales of Monkey Island Chapter 1: Launch of the Screaming Narwhal (PC, Xbox 360, PS3, Wii)

Ron Gilbert fue una de las mentes más brillantes allá por la década de los noventa, no sólo por su pasión al mundo de los piratas, sino más bien por una de las obras más queridas dentro del mundo de las aventuras gráficas: Monkey Island. Concebido para ordenador y con el pronóstico de convertirse en un título revolucionario, Guybrush Threepwood y compañía se hicieron un hueco en el corazón del jugador de la época, hueco que se vio llenado -en cierta medida- con sus secuelas próximas.

La evolución de Monkey Island está provista de numerosos altibajos procedentes, como no, de las nuevas tecnologías. Las primeras dos entregas hacían gala de unos sprites de lo más curiosos y característicos, y era obvio que en una tercera parte el apartado gráfico necesitaba ser remodelado completamente, adoptando un estilo mucho más cartoon y vistoso, así como en su cuarta y última -hasta hace bien poco- aventura, donde la tercera dimensión se apoderó de las islas más profundas del Caribe. Tras un largo letargo en el que Monkey Island sólo aparecía en los sueños más nostálgicos de los adictos a las aventuras, la serie de Ron Gilbert vuelve por partida doble tanto a videoconsolas como a compatibles, con una versión modernizada de la obra original y una nueva serie de aventuras que, divididas por episodios, pretenden renacer cual ave fénix al pirata más sarcástico y divertido de todos los tiempos.

El videojuego que hoy nos ocupa es, precisamente, el episodio piloto de las nuevas aventuras de Guybrush Threepwood, que fueron anunciadas en el E3 del presente año por una de las compañías que más apuestan por este peculiar y olvidado género, Telltale Games, encargados, entre otras obras, del renacer de Sam & Max.

En un lugar del Caribe

Monkey Island siempre ha tratado de llevar la piratería un paso más adelante, mostrándonos con un toque divertido y sarcástico las particularidades de este desconocido -para muchos- mundo naval. Tras cuatro entregas en las que el protagonista de la serie debe enfrentarse a su némesis, LeChuck, la quinta aventura no podía comenzar mejor, al menos en su primer capítulo, presentando un argumento y unos personajes que, a buen seguro, gustarán entre los seguidores de la serie.

Elaine ha sido secuestrada de nuevo por el Pirata Fantasma LeChuck que, lejos de morir en la obra original y tras sufrir diversas mutaciones de lo más espontáneas, vuelve a la carga para conseguir el amor de la prometida de Guybrush, haciendo que éste vaya en su rescate una y otra vez. Las plegarias de Elaine no se hacen de rogar demasiado, con Guybrush abordando el barco del pirata enemigo y arremetiéndole una estocada mortal con un arma defectuosamente encantada. Los resultados no son lo que esperaba Guybrush, sinceramente, puesto que LeChuck sufre una transformación mucho menos esperada por todos, ¿Pirata Zombi Lechuck? Nunca más.

Los problemas de Guybrush no hacen más que empezar, puesto que el barco en el que viajan los personajes principales de la franquicia explota, dando lugar al ya conocido recurso de encontrar a Elaine y dar caza a LeChuck, aunque esta vez en una isla completamente nueva: Flotsam Island. Ésta es, cuanto menos, curiosa, puesto que el viento sopla hacia el interior de la isla y ningún navío ha conseguido salir jamás del puerto. Evidentemente nuestra primera misión como náufragos en conseguir un barco, así como lograr hacer frente a los violentos vientos que amenazan con destruir el sueño de Guybrush, y poco a poco nos daremos cuenta de que la isla tiene demasiados secretos ocultos bajo su densa selva y de que la extremidad putrefacta del protagonista dista mucho de ser un problema menor.

Pese a que estamos ante el quinto título de la serie Monkey Island, la historia no recuerda ningún tipo de argumento anterior más allá de algún que otro matiz que reconocerán los seguidores de la serie, como es el caso de Guybrush y su inquebrantable ecuación de que calavera equivale a Murray, antiguo personaje de la serie. Evidentemente además de conocer a nuevos marineros de agua dulce completamente ideados para la ocasión, Tales of Monkey Island recuperará algunos personajes míticos de la serie, como es la gran sacerdotisa de Vudú, que, si hacemos caso a lo que comentó en Monkey Island 3, tiene contrato con la desarrolladora para varias entregas más de la serie. Se desconoce todavía qué personajes aparecerán en los demás capítulos de la serie, pero es más que probable que Stan, el vendedor hiperactivo, y compañía hagan aparición, como mínimo, una vez dentro de la aventura.

¡Quiero ser bombero!

Más allá del concepto de historia por capítulos que ha preparado Telltale Games para el jugador, la insignia clave de Monkey Island reside en sus hilarantes e irónicos diálogos que, por suerte, mantiene en esta nueva entrega, pese a que el jugador más acérrimo pueda verse atacado por la personalidad de algunos de los personajes nuevos, o del propio Guybrush, mismamente. Como en toda aventura gráfica que se precie, y más tratándose de la obra que es, no faltarán los -peculiares- personajes que nos ayudarán en nuestro periplo, no sin antes tener que hacer algún favor que necesitan "urgentemente".

Ahí es, precisamente, donde reside la diversión en la aventura. La relación entre ayudar y ser ayudado tan mítica dentro de las aventuras gráficas, con un componente ingenioso que se muestra en forma de puzles que van, desde los más sencillitos hasta algunos un poco más complicados. Si bien es cierto en este episodio piloto no hay demasiados puzles complicados, la dificultad de éstos puede ser una autentica odisea si no nos fijamos en los detalles más pequeños del entorno. Mención especial hay que hacer al fantástico puzle que, sin querer destripar la historia, engloba al pirata Da Vinci y a un mono con un sentido del placer un tanto distorsionado.

Como no podía ser de otra manera, el control de Guybrush estará dotado del mítico y conocido point & click, aunque con una variante que puede no llegar a cuajar dentro de los jugadores más conservadores. El hecho de que los escenarios se muestren tan llenos de vida y de dinamismo hace que el sistema de apuntado deba verse reforzado por el uso del teclado, que facilitarán la vida a más de uno. De hecho, es cierto que el personaje puede controlarse única y exclusivamente con el ratón, simplemente tendremos que dejar pulsado el botón izquierdo del periférico y moverlo para controlar a Guybrush, aunque en algunas ocasiones el sistema falla en los cambios de ángulo o movimientos de cámara.

El inventario y las acciones típicas del género se han simplificado al máximo para ofrecer una experiencia de juego mucho más acorde con la nueva generación. De esta manera nos desentendemos de la típica interfaz en la que escoger verbo a realizar para dar paso a un sistema mucho más directo en el que Guybrush hará la acción directamente tan solo pulsando en el objeto deseado en cuestión. El inventario, que se abrirá pulsando la rueda del ratón o moviendo el cursor a la parte derecha de la pantalla, mostrará los objetos que vayamos adquiriendo a lo largo de la aventura, pudiendo combinándolos en los huecos específicos o examinarlos con detenimiento para obtener nuevos detalles y pistas. El nuevo sistema empleado por la desarrolladora, como decíamos, funciona a la perfección, siempre y cuando el jugador se adapte a los sistemas de juego que permite, como son el teclado, el ratón, o la combinación perfecta de éstos.

La renovación de lo añejo

Uno de los apartados más discutidos desde la aparición del anuncio de que la compañía estadounidense se hacía con los derechos de Monkey Island es la de su apartado técnico, que toma la base del motor gráfico que emplearon para el regreso de Sam & Max y lo adornaron con su propio y particular punto de vista. Las opiniones -tanto positivas como negativas- no tardaron en aparecer, tanto por los más conservadores que odian el nuevo diseño de los personajes, como los que están encantados. Pese a todo hay que decir que los diseños son, sobre todo, diferentes, y de buen seguro que no dejarán indiferente a nadie. De hecho, estamos ante una aventura gráfica que presenta un apartado técnico más que notable, con multitud de elementos en pantalla dinámicos que hacen la experiencia de juego mucho más enriquecedora que si volviéramos a las antiguas dos dimensiones, pese a que los más puristas todavía estén anclados en la época de los noventa. Es por eso que si el jugador más arcaico decide superar el trauma que supone encontrarse con un Guybrush Threepwood o un Pirata Fantasma Zombi LeChuck diferentes, se dará cuenta de que está jugando a una obra realmente bella, divertida y, cómo no, con un humor que sólo podía residir en una franquicia llena de buenas -y piratas- intenciones.

Dejando a un lado el diseño en pos de la "chicha" del apartado gráfico, hay que destacar el dinamismo con el que se presentan los escenarios. No hace falta más que jugar al prólogo del capítulo para darse cuenta que el movimiento está por encima de todo, otorgando a la serie de Ron Gilbert una originalidad evidente y, sobre todo, divertida. Los personajes están bien construidos, y las expresiones faciales harán soltar al jugador alguna que otra sonrisa, sobre todo con el protagonista principal. Las animaciones de éstos también rallan a gran altura, y las situaciones hilarantes no hacen más que dejar ver las buenas manos que tiene la desarrolladora afincada en California.

Por otro lado nos encontramos con un apartado sonoro brillante, sin más. Otro de los interrogantes más sonados del regreso de Monkey Island era si el músico que dio vida al Caribe, Michael Land, iba a estar involucrado en el proyecto desde el primer momento. La respuesta es evidente tras escuchar los primeros temas que suenan en el piloto, contemplando como los oídos del jugador se estremecen al disfrutar de una composición que roza lo inesperado. Volveremos a escuchar el tema principal de Monkey Island, así como nuevas piezas que casarán muy bien con la aventura del poderoso pirata rubio. Sin embargo, donde Tales of Monkey Island se lleva el galardón de oro es con la magnífica interpretación de los personajes y sus excelentes actores de doblaje que dan vida a una historia que seguramente no funcionaría tan bien si no contara con los profesionales adecuados. La voz de Guybrush es perfecta, con un Dominic Armato en su salsa que caracteriza a la perfección a este peculiar, irónico y sarcástico pirata.

Sólo le encontramos una única pega a la versión -actual- de la obra de Telltale Games, y es que la aventura se puede descargar -previo paso por caja- desde Internet en completo inglés, sin la posibilidad de poner subtítulos en el idioma de Cervantes, algo que sin duda molestará a los jugadores que más ganas tienen de revivir aventuras caribeñas. Además, el inglés empleado en la aventura es de un nivel elevado, con muchas referencias al mundo pirata y unas expresiones mezcladas que pocos captarán a la primera. Pese a todo, la compañía ha dicho que actualizará el videojuego adaptándolo a varios idiomas, entre ellos el castellano.

En otro orden de cosas la duración de la aventura no excederá las cuatro horas, siempre y cuando nos quedemos atrancados en algún punto concreto de la aventura. Si somos de esos jugadores experimentados que vemos la solución de los puzles antes incluso de la aparición de estos la obra puede durarnos unas tres largas horas, a lo sumo. Si tenemos en consideración que son cinco capítulos los que engloban esta primera temporada de la serie "Tales of" a una duración estimada de tres horas por capítulo podemos decir que estamos, en su totalidad, ante una aventura gráfica larga. Todavía se desconoce si Telltale Games hará más capítulos después de esta primera toma de contacto con Monkey Island, aunque visto lo que han hecho con Sam & Max no es descabellado pensar que tenemos serie para rato.

Monkey Island ha vuelto

Se ha hecho de rogar. La franquicia más querida de la década de los noventa en cuanto a aventura gráfica se refiere ha vuelto por la puerta grande, pese a que no todos esperaban una versión partida de la aventura. Este primer capítulo reafirma lo que viene siendo un secreto a voces: Monkey Island todavía tiene mucho que ofrecer a la industria del videojuego, y evidentemente ha vuelto a compatibles -y más adelante a videoconsolas- con la clara intención de reavivar el género de las aventuras conversacionales. Y, en parte, lo ha logrado.