Análisis Super Crazy Rhythm Castle, el juego de ritmo más alocado, original y divertido del año (PC, Switch, PS4, Xbox One, Xbox Series X/S, PS5)
Cada vez que creemos que está todo inventado, suele aparecer un videojuego que llega dispuesto a demostrarnos lo equivocados que estamos. Esto es exactamente lo que nos ha pasado con Super Crazy Rhythm Castle, un título muy refrescante y original que, a pesar de ciertas decisiones y alguna que otra frustración, nos lo ha hecho pasar en grande en compañía de nuestros amigos con la que podemos definir, desde ya, como una de las propuestas más locas y atrevidas del año.
Caos, ritmo, buena música y diversión cooperativa
La forma más sencilla que se nos ocurre de explicar en qué consiste la obra de Second Impact Games sería decir que se trata de una extraña mezcla entre Guitar Hero y Overcooked.
De este modo, deberemos abrirnos camino por un castillo en el que nos esperan un buen puñado de impredecibles fases en las que además de demostrar nuestro sentido del ritmo acertando las notas que vayan apareciendo en pantalla, deberemos lidiar con diversas mecánicas para hacernos con la victoria.
La parte musical es muy clásica y sencilla, pues todos los niveles tienen uno o varios paneles en los que nos podemos situar para interactuar con ellos y ponernos a tocar, y como en la mayoría de los juegos de este estilo, irán apareciendo una serie de notas que deberemos acertar pulsando el botón correspondiente en el momento justo. Aquí no hay diversos niveles de "acierto", por lo que el grado de precisión que requiere es muy benevolente, y solo existen dos tipos de notas: las que requieren una sola pulsación y las que debemos mantener. Evidentemente, dependiendo de la dificultad escogida, los patrones serán más o menos complejos y se basarán en el uso de 3 o 4 botones.
Hasta aquí, no parece que hay nada fuera de lo habitual, aunque hay que destacar que esta parte del juego nos ha gustado mucho, ya que los patrones de las canciones están perfectamente diseñados y sincronizados con la música, consiguiendo así que ponernos a "tocar" resulte en algo divertido, intuitivo y lógico con el que resulta fácil seguir el ritmo de los temazos que escucharemos.
Sin embargo, este es tan solo el eje en torno al cual giran el resto de elementos del juego, ya que, tal y como decimos, en las fases vamos a tener que hacer mucho más que interpretar canciones. Y es precisamente aquí donde tenemos la mayor fortaleza del juego y, paradójicamente también, su gran debilidad y lo que espantará a un buen número de jugadores.
Cada nivel es completamente único y tiene sus propias mecánicas, por lo que nunca tendremos muy claro qué es lo que nos vamos a encontrar cuando nos adentremos en una pantalla. Sin entrar en muchos detalles para no arruinaros ninguna sorpresa, hay niveles en los que debemos romper elementos del escenario usando una serie de objetos que hay que recargar tocando música, en otros deberemos superar diversas pruebas para subir pisos dentro de una torre, una fase nos requiere interpretar canciones mientras estamos atentos a los enemigos que van saliendo por el escenario para eliminarlos antes de que nos golpeen, otra nos requiere que vayamos generando una serie de ítems para completar las recetas que nos pidan e incluso existe un nivel de sigilo en el que debemos tocar canciones mientras nos movemos para evitar los focos de luz de una torre de seguridad.
Es un juego total y completamente impredecible que siempre nos está sorprendiendo con nuevas ideas y locuras que convierten la acción en un completo caos. El problema es que esto no siempre sale del todo bien y no todos los niveles nos han parecido igual de divertidos, ya sea por alguna mecánica que resulta molesta y aburrida o por agobiarnos obligándonos a hacer 4 o 5 cosas a la vez, lo que acaba impidiendo que disfrutemos del ritmo y de la música al tener que estar pendientes de todo menos de eso.
Esto nos lleva a otro punto fundamental a tener en cuenta antes de valorar su compra: en solitario puede ser un juego muy frustrante. Super Crazy Rhythm Castle es un título para disfrutar en compañía, ya que nos obligan a lidiar con tantas mecánicas a la vez que jugando solos no vamos a parar de echar de menos a otros jugadores con los que repartirnos las tareas. De hecho, incluso a dobles hay fases que nos han parecido muy agobiantes, especialmente en la recta final.
Ahora bien, jugado en compañía y cuando todo funciona como debe, es decir, con buenas mecánicas y un buen equilibrio entre los objetivos adicionales y la parte musical, el título resulta divertidísimo, convirtiéndose en una opción ideal para las reuniones con amigos. Eso sí, tened en cuenta que se trata de una aventura muy exigente, con un nivel de dificultad alto y con varios picos importantes, por lo que requiere que todos los jugadores tengan un mínimo de habilidad y sentido del ritmo.
Otro elemento que puede resultar un poco frustrante lo tenemos en el hecho de que las conversaciones y secuencias automáticas que hay en cada fase no se pueden saltar, solo acelerar. La primera vez tienen su gracia, ya que el título cuenta con un humor muy ligero y loco, pero cuando estamos reintentándolas para superar nuestra puntuación se convierten en una molestia.
Más allá de lo que son las pantallas como tal, para avanzar en el juego deberemos explorar un mapa general donde encontraremos ligeros puzles, secretos y coleccionables, lo que ayuda a aportar algo de variedad y a reforzar la sensación de estar viviendo una aventura. No esperéis nada demasiado complejo, ya que los escenarios son muy pequeños y no hay mucho margen de maniobra, pero se agradece que tengamos algo que hacer entre una fase y otra, aunque solo sea tener que buscar la entrada.
Adicionalmente, existe una sala especial a la que podemos acceder desde una cabina telefónica que hay en cada mundo (lo que también sirve como viaje rápido), donde nos permiten disfrutar de la parte musical del juego sin mecánicas adicionales, pudiendo así tocar las canciones sin que nada nos moleste y con el único objetivo de intentar conseguir la máxima puntuación posible. De esta forma, también podremos conseguir medallas que sirven para obtener contenidos secretos, como temas de videojuegos de Konami o nuevos personajes. Esta es, con diferencia, la parte más disfrutable para el jugador solitario, aunque os advertimos que para desbloquear canciones en esta sala primero tendremos que haberlas escuchado en los niveles de la aventura principal.
En total, llegar al final, dependiendo de nuestro nivel de habilidad y del de nuestros amigos, es algo que nos puede llevar entre 8 y 10 horas, aunque si intentáis completarlo al 100 %, ya os avisamos que vais a echarles muchísimas más. Hay una buena cantidad de contenidos y conseguir la medalla perfecta de cada canción y el número máximo de estrellas de todas las fases es una tarea que os va a llevar infinidad de reintentos y una habilidad a los mandos sin igual. Por cierto, también existen varios minijuegos competitivos para "picarnos" con nuestros amigos que cumplen como distracción. Lo que no nos ha terminado de convencer es que, a pesar de existir un modo online, no hay ningún tipo de sistema de emparejamientos, por lo que únicamente podremos jugar con amigos y conocidos a través de internet.
Una banda sonora fantástica y variadísima
A nivel gráfico es un título muy vistoso que, sin necesidad de grandes florituras técnicas, combina con acierto elementos 2D y 3D muy bien animados, aunque lo que realmente destaca es su llamativa dirección de arte por la gran variedad de escenarios y alocados diseños de personajes que pone en pantalla.
Pero lo mejor de todo el juego es, sin duda, su espectacular banda sonora, ante la cual solo nos podemos quitar el sombrero. No solo hace gala de una gran cantidad de temazos licenciados, sino que están genialmente utilizados y hay espacio para todo tipo de estilos. Tan pronto estamos escuchando una canción muy cañera de puro heavy metal que nos sorprenden con una composición orquestal de corte épico al más puro estilo Two Steps From Hell, un tema japonés que parece sacado de un anime de idols o un sobresaliente remix de alguna saga clásica de Konami como Gradius, Dance Dance Revolution o Castlevania (sí, jugar a un juego de ritmo con "Bloody Tears" sonando a todo volumen es una experiencia inigualable). Como veis, no es un juego que sea únicamente impredecible en lo jugable, sino también en lo sonoro, y os aseguramos que no podemos recalcar lo suficiente lo tremendamente buena que es la selección musical. Finalmente, señalar que todos los textos están muy bien traducidos al español, manteniendo la gracia de los chistes intacta.
Conclusiones
Puede que Super Crazy Rhythm Castle no sea un juego para todo el mundo, pero nosotros hemos pasado unas horas geniales disfrutando de su alocada propuesta junto a nuestros amigos. Es uno de esos pocos títulos que nos está sorprendiendo constantemente, que derrocha personalidad y que se atreve a hacer algo diferente con un género tan aparentemente trillado como el de los títulos musicales y de ritmo. Está constantemente experimentando y probando cosas nuevas, y si bien no siempre termina de salirle todo igual de bien, creemos que acaba acertando más veces de las que falla. Entendemos que su elevada dificultad, su atípica premisa y su frustrante experiencia para un jugador puedan disuadiros a muchos de vosotros, pero si os apetece algo distinto para jugar con vuestros conocidos y familiares, no os intimidan los retos y buscáis un juego musical con una banda sonora espectacular, no dudéis en adentraros en este alocado castillo.
Hemos escrito este análisis gracias a un código de descarga para PC que nos ha ofrecido Konami.