Análisis de Spore (PC)
Crea vida, construye un imperio y conquista el universo.
Alberto Pastor ·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
9.5
SONIDO
8
NOTA
8.7
DIVERSIÓN
8.8
JUGABILIDAD
8.5
Análisis de versión PC.
Construir y gobernar grandes urbes. Controlar el mundo mediante la fuerza o con el uso de la diplomacia. Dominar a otras culturas con el uso de la religión, e incluso dirigir la vida de una familia con gran libertad. Hasta la fecha, muchos han sido los títulos que nos han permitido gestionar mundos virtuales que han recreado con mayor o menor acierto la vida en todas sus facetas. Algunos, como Black & White, fueron capaces de presentarnos a imponentes criaturas que aprenderían de nuestras enseñanzas y actuarían en consonancia, modificando incluso su aspecto. Otros, en cambio, jugaban con la idea de un mundo en constante evolución como la clásica saga Civilization.
Will Wright y Maxis, responsables de clásicos como la serie SimCity o Los Sims, han decidido dar un paso más en esta dirección aglutinando en un único título tal cantidad de opciones de personalización que durante todo el desarrollo del mismo, no dejaremos de sorprendernos por los progresos de unos seres que, sorprendentemente, habremos creado desde su forma más primitiva.
Nacimiento: la lucha por la supervivencia
Como muchos de nuestros lectores ya sabrán, Spore se trata de un simulador de vida en el que no nos limitaremos a dirigir los pasos de una civilización determinada en diversos campos de batalla. Esta obra de Maxis va mucho más allá, principalmente porque nos permitirá crear una forma de vida desde cero que se desarrollará en un universo en constante crecimiento. Algo que por otro lado ha sido resuelto de una forma magistral. Por un lado, porque nuestra visión del mundo se irá ampliando más y más conforme nuestras criaturas evolucionen; pero es que además, con cada paso evolutivo, las opciones de juego se ampliarán considerablemente, pasando de controlar a una simple célula rodeada de otros microorganismos a dirigir un imperio que abarcará varios sistemas planetarios.
Pero para que nuestra civilización alcance su máximo esplendor, antes tendremos que superar varias etapas evolutivas en las que nuestras decisiones marcarán el rumbo que seguirá nuestra civilización. Así, iniciaremos nuestras andanzas en el nivel más bajo posible, el celular, para a partir de ahí comenzar a definir el tipo de criatura que desarrollaremos a lo largo de la partida. De este modo, tras decidir si nuestro organismo unicelular es vegetariano o carnívoro, deberemos movernos por un inmenso charco –a ojos de nuestra célula- buscando alimentos mientras escapamos de los organismos más grandes y peligrosos que nos rodearán. Por supuesto, no estaremos completamente indefensos, ya que contaremos con una serie de mejoras genéticas que podremos aplicar cómo y cuando queramos –siempre que tengamos ADN disponible- en el fantástico editor de criaturas con el que cuenta el juego, y que tanto éxito ha alcanzado durante estas últimas semanas.
En este sentido, la mecánica de juego en esta etapa evolutiva resulta tremendamente simple ya que nos limitaremos a guiar a nuestra célula por un escenario en dos dimensiones mientras localizamos alimentos, esquivamos a otros organismos, o buscamos las mejoras genéticas disponibles en esta etapa. Eso sí, ya en este punto descubriremos las enormes posibilidades que ofrece el juego ya que dependiendo de las mejoras que apliquemos a nuestra criatura, comprobaremos cómo el desarrollo de la acción variará considerablemente. No por nada, si contamos con una serie de púas rodeando nuestro cuerpo, nos convertiremos en un enemigo duro de batir para las células carnívoras, mientras que un simple propulsor en la parte trasera de nuestra célula, y dos glándulas venenosas, nos van a permitir llenar todo el escenario de sustancias nocivas para nuestros rivales que pondrán fin a su vida rápidamente.
Una gráfica en la parte inferior de la pantalla, que se mantendrá en todas las etapas del juego, será la que nos marque el progreso de nuestra criatura, algo que por otro lado también comprobaremos visualmente observando el entorno y a la propia criatura. De este modo, poco a poco veremos cómo los objetos que antes eran inmensas masas vegetales, o criaturas terroríficas, se convierten en diminutos obstáculos que haremos desaparecer con simples mordiscos. Igualmente, tras el proceso de apareamiento con una célula de nuestra especie, lo que nos dará acceso al editor de criaturas, comprobaremos instantáneamente todos los cambios aplicados a la misma.
Un mundo por descubrir
Tras desarrollar un cerebro y abandonar el océano ya como una especie asentada, pasaremos a vivir una sencilla etapa en la que nuestra criatura tendrá que relacionarse con otras especies para seguir evolucionando. En este caso, seguiremos controlando de forma individual a una única criatura con la que tendremos que buscar alimentos –acordes al tipo de alimentación escogido-, mejoras genéticas –ocultas en restos óseos, por ejemplo- y a otras especies. Y no hay que menospreciar este tipo de mejoras genéticas ya que gracias al editor de criaturas, aparte de la apariencia de nuestro ser, podremos desarrollar determinadas características especiales que definirán de nuevo la forma con la que afrontaremos estos nuevos desafíos.
De este modo, con dos vías de acción bien diferenciadas, podremos convertir a nuestra criatura en una auténtica máquina de matar con la capacidad de asestar zarpazos, mordiscos, o cargar contra los rivales, algo idóneo para extinguir a nuestros rivales; o crear un ser tan entrañable y encantador que otras especies no dudarán ni un instante en convertirse en nuestros aliados. En ambos casos nos encontraremos con cuatro acciones distintas que podremos mejorar descubriendo nuevas extremidades, mandíbulas, etc., a lo que debemos sumar otro tipo de mejoras relacionadas desplazamiento por el mundo (más velocidad, capacidad de saltar para coger objetos elevados, etc.).
En este punto hay que destacar lo simple que resulta todo, algo que puede hacer tedioso el avance en esta etapa evolutiva. Y decimos esto porque al final todo consistirá en ir de un lado a otro aniquilando a otras criaturas, o realizando una y otra vez el mismo tipo de movimientos para entablar una amistad con otra colonia. En este último caso, tendremos que imitar los movimientos que realizarán estas criaturas –cuatro acciones distintas, como decíamos- para ir llenando una barra de energía al mismo ritmo que nuestros futuros amigos, algo que no lograremos si no hemos desarrollado correctamente cada una de las cuatro habilidades que tendremos que usar –cantar, encanto, pose o bailar-.
Por otro lado, en esta etapa, conforme aumentemos nuestra masa cerebral, podremos hacer que otros miembros de nuestra especie, o cualquiera de nuestros aliados, nos acompañen en nuestro viaje, aunque en ningún momento podremos dirigir sus movimientos. Se limitarán a imitar todas nuestras acciones. Eso sí, a la hora de personalizar a nuestra criatura no tendremos prácticamente límites, algo que deberemos aprovechar al máximo ya que una vez avancemos de etapa, ya no podremos trastear más con la apariencia física de nuestra criatura; no al menos a nivel físico.
Protege a tu tribu
Antes remarcábamos que Spore sorprende por ampliar paulatinamente sus opciones de juego dando así la sensación de que nosotros también evolucionamos junto a nuestras criaturas. Algo que ocurre con este salto temporal ya que a partir de este punto pasaremos a controlar a una tribu al completo, y no solo a un único individuo. Por otro lado, también podremos construir determinadas edificaciones en los espacios reservados alrededor de nuestro ayuntamiento, y equipar a nuestras criaturas con diversos objetos que le permitirán recoger mejor la comida, atacar a los contrarios –tendremos lanzas, antorchas, etc.-, o relacionarse con otras tribus. Pese a todo ello, y esta es una característica que se mantiene intacta en todo el juego, el sistema de control continúa siendo de lo más sencillo e intuitivo, lo que nos va a permitir adaptarnos a los nuevos desafíos que se nos presentarán sin ningún problema.
Eso sí, de nuevo en este caso, nuestro objetivo consistirá en desarrollar al máximo las capacidades mentales de nuestro pueblo, para lo cual tendremos que conquistar a otras tribus que se mostrarán agresivas o amigables con nosotros dependiendo de nuestras acciones. En este caso, podremos conquistarlas mediante la fuerza, para lo cual, como decíamos, contaremos con diversos tipos de armas con las que podremos equipar a nuestras tropas, o usar de nuevo la diplomacia para evitar los derramamientos de sangre. En este tipo de situaciones, tendremos que equipar a nuestras criaturas con cuatro tipos de instrumentos musicales distintos y guiarlas, junto a nuestro chamán, hacia la tribu que queremos anexionar. Allí, deberemos tocar los instrumentos que nos pidan de la misma forma que anteriormente imitábamos las acciones de otras criaturas.
Lo importante es que a partir de ese punto, periódicamente recibiremos regalos de parte de nuestros aliados, igual que nosotros podemos afianzar relaciones enviándoles también regalos a ellos; lo que poco a poco va ofreciéndonos las primeras pinceladas del sistema diplomático con el que nos encontraremos más adelante. E igualmente, las tribus hostiles no dejarán de acosarnos constantemente con oleadas invasoras que tratarán de derribar nuestras construcciones, e incluso otros enemigos robarán nuestros alimentos, algo que viviremos a mayor escala en las etapas posteriores.
Por otro lado, antes indicábamos que en esta etapa ya no podremos modificar el aspecto físico de nuestra especie, pero sí podremos vestir a nuestras creaciones con diversos objetos que mejorarán sus atributos, manteniéndose por tanto la base de personalizar todo lo que encontramos en el juego. Aún así, nadie debe caer en el error de pensar que a partir de este punto el juego se torna más complejo, puesto que a nivel estratégico Spore no va a ser un título que satisfaga a los puristas del género –salvo tal vez la etapa espacial, que ya muestra muchas más opciones de juego-.
Y nació una civilización
Superada la etapa tribal, que dará inicio con un divertido homenaje al film Odisea en el espacio, viviremos de nuevo un espectacular salto evolutivo que como es habitual en el juego, nos sorprenderá por todas las nuevas opciones que se abrirán ante nosotros. No obstante, a partir de este punto podremos diseñar todas las construcciones que conformarán nuestras urbes –de nuevo con espacios limitados-, una decisión meramente estética, y también diseñar vehículos terrestres, marítimos y aéreos que a partir de ese momento, se convertirán en las unidades que controlaremos en el juego.
Por lo tanto, mientras que nuestros ciudadanos viven sus vidas en las grandes ciudades, tendremos que usar los vehículos para conquistar las zonas de las que extraeremos los recursos necesarios para obtener el dinero, atacar a otros vehículos contrarios y, por supuesto, conquistar otras ciudades. El objetivo final no será otro que hacernos con el control total del escenario, algo que nos llevará un buen rato dependiendo de los caminos que hayamos seleccionado. No en vano, en este punto también podremos conquistar a nuestros enemigos por medio de la fuerza, usar la religión para convertirlos a nuestra causa, o el dinero para comprarles directamente.
Lo importante es que dependiendo del tipo de ciudad que hayamos creado, nuestros rivales tendrán una u otra visión de nosotros, es decir; habrá ciudades que nos odien por ser un pueblo religioso, mientras que otras temerán nuestro poder armamentístico y nuestras grandes extensiones de terreno. Del mismo modo, también verán con buenos ojos las alabanzas que les lancemos o los regalos que les hayamos enviado. Por supuesto, esta elección también va a modificar el tipo de vehículos con el que contaremos y las acciones que realizarán. Bueno, en verdad, los vehículos serán como nosotros deseemos –si nos gusta Star Wars, perfectamente podemos crear aviones similares a las naves de esta saga-, aunque sí es cierto que dependiendo de la elección realizada, tendremos que potenciar unos u otros atributos.
De este modo, si hemos apostado por la fuerza bruta tendremos que equipar al vehículo con una serie de armas de fuego que potencien su capacidad ofensiva, mientras que si hablamos de una nave religiosa, las armas no servirán de nada –habrá que usar objetos que realcen nuestra capacidad de influencia-. Pero también nos encontraremos con cabinas, carrocerías, motores… que modificarán aspectos como la salud o la velocidad del vehículo, algo que siempre tendremos que tener presente dependiendo del tipo de juego que vayamos a desarrollar: un vehículo religioso, por ejemplo, resulta más útil si tiene una gran cantidad de salud ya que así, cuando se encuentre en el proceso de conquista, soportará mejor los ataques enemigos.
En este sentido, el proceso de conquista de una ciudad tanto con la vía bélica como religiosa resulta similares ya que en ambas tendremos que aumentar nuestra influencia en la ciudad rival mientras soportamos sus ataques. Sin embargo, si apostamos por la vía de la economía, simplemente tendremos que establecer una ruta comercial con la ciudad en cuestión –a veces antes tendremos que ganarnos su confianza con piropos y algún que otro regalo- y esperar hasta que nuestra influencia aumente. Después, se nos dará la opción de comprar la ciudad, algo no muy barato, pero que sí nos ahorra más de un problema.
Para ganar recursos, como decíamos, tendremos que conquistar diversos puntos de extracción repartidos por el escenario, pero también, dependiendo de la disposición de nuestros edificios –fábricas, centros de ocio y casas-, la productividad y la felicidad de nuestros ciudadanos variará, por lo que será otro elemento a tener en cuenta.
Conquista el universo
Superado este conflictivo ciclo, nuestros ciudadanos construirán una imponente nave espacial –que de nuevo diseñaremos nosotros mismos- con la que podremos explorar todo el universo, algo tremendamente espectacular porque de nuevo, nos sentiremos realmente emocionados ante la visión de un vasto espacio repleto de otras civilizaciones con las que interactuar. Aquí, las opciones de juego serán muchos más amplias todavía, si bien es cierto la mecánica de juego no varía ni un ápice.
Nuestro objetivo no será otro más que hacernos con el control de un universo que tendremos que explorar a conciencia para investigarlo. El problema es que ahora todo se nos presenta a gran escala. Y a qué escala. Simplemente con la rueda del ratón podremos pasar de explorar la superficie de un planeta –veremos a nuestros ciudadanos y vehículos viviendo sus propias vidas-, a situarnos en la órbita del mismo y ver el resto de astros que conforman el sistema planetario en el que está localizado, para después ver como este sistema se encuentra rodeado de otros sistemas, cada uno con sus planetas y peculiaridades, y finalmente ver como todo este conjunto de satélites, estrellas y planetas forman una gran masa luminosa repleta de vida. De verdad no exageramos si decimos que todo este universo resulta abrumador.
Y lo es no solo por su extensión, sino también porque en todo momento tendremos algo que hacer. En primer lugar, hay que destacar que cada planeta producirá un tipo de materia prima que los ciudadanos se encargarán de extraer con mayor o menor eficiencia dependiendo de cómo hayamos construido las ciudades –que podremos seguir modificando-. Estos recursos, que se pagarán mejor o peor en cada mundo dependiendo de la escasez que de ellos haya, se convertirán en nuestra principal fuente de ingresos, si bien es cierto también podemos vender objetos especiales que localizaremos en los planetas gracias a nuestro radar, o ganar dinero cumpliendo las misiones que nos encargarán nuestros propios ciudadanos u otras civilizaciones.
Al respecto, las misiones irán desde las más sencillas, ir en busca de un objeto determinado, a otras más peligrosas como matar a un número determinado de personajes, abducir animales o personas, e incluso hacer que un planeta inhabitable pueda llegar a albergar vida. Todos estos viajes nos harán consumir energía que tendremos que reponer si no queremos perder la nave, ya sea pagando en cualquier planeta habitado, o de forma gratuita en nuestro mundo natal. Algo similar a lo que ocurrirá con la salud de nuestra nave. Y este último caso será muy habitual ya que habrá muchas civilizaciones hostiles que desde un principio nos atacarán si nos acercamos a su territorio, o directamente acudirán a nuestros mundos para robarnos o arrasar nuestras ciudades. Por supuesto, podemos intentar entablar relaciones diplomáticas, establecer rutas comerciales –y de nuevo, a final, podremos comprar los planetas-, formar alianzas, etc., o usar la fuerza bruta para conquistar sus mundos. Las opciones en este campo del juego serán amplísimas.
Pero sin duda, uno de los aspectos más destacables de Spore lo encontraremos en la posibilidad de modificar de una forma increíblemente realista los planetas que encontraremos; algo vital en muchos casos si queremos que nuestros colonos extraigan recursos de los mismos. En estos casos, tendremos que comprar una serie de herramientas de terraformación que nos permitirán aumentar o disminuir la densidad de la atmósfera, o aumentar y disminuir la temperatura del mismo para alcanzar un estado óptimo que permita la vida. En este sentido, sabremos en todo momento si nuestras acciones están siendo efectivas o no gracias a una sencilla gráfica que nos indicará los tres tipos de atmósfera que se pueden lograr y el punto en el que nos encontramos nosotros mismos.
Además, para complicar la cosa un poquito más, y hacerla también mucho más realista, cada vez que alcancemos uno de estos tres niveles tendremos que poblar la superficie con una serie de árboles, plantas y animales que estabilizarán la atmósfera. En definitiva, una labor titánica que nos llevará un buen rato, pero que al final, nos recompensará con una estampa francamente sorprendente ya que todo este proceso ha sido recreado, a nivel visual, de una forma magistral.
Y es que aunque Spore no sea un título puntero a nivel técnico, el hecho de que funcione en prácticamente cualquier equipo con un buen nivel de detalle, que permita tal nivel de personalización a todos los niveles, y que presente encima un universo tan vasto por el que movernos con tal grado de libertad lo convierten en uno de los juegos más espectaculares del momento. Además, como antes comentábamos, la sensación de estar ante un universo vivo no es una exageración. Por citaros algún ejemplo que muestra la genialidad de este título, en nuestra etapa como una criatura primitiva, durante uno de nuestros paseos, nos encontramos con una nave espacial que hacía huir a todos los seres vivos de la zona y que a los que podía, se los llevaba atrapándolos con su rayo tractor. Pues bien, en ese momento, no sabíamos muy bien qué pintaba una nave así en dicho período pero después, cuando nos encontrábamos ya en la era espacial, muchas civilizaciones nos pidieron que abdujéramos a miembros de tribus primitivas para estudiarlos. Por lo tanto, nos encontrábamos realizando una labor que tiempo atrás nos descolocó –nosotros éramos los primitivos, y otros eran los que querían estudiarnos-.
También, la forma en la que un planeta inerte modifica su apariencia gracias a nuestras acciones es fantástica. En este caso, veremos cómo mientras un gran chorro de aire lanza oxígeno hacia el espacio para crear una atmósfera estable, nosotros, prácticamente a ras de tierra, comprobamos cómo el cielo va cambiando de forma. Pero además, si el planeta comienza a helarse, las grandes fosas se llenarán de océanos helados mientras tormentas eléctricas cubren todo el cielo y la nieve castiga a todo ser vivo que decida posarse sobre la superficie. Si lanzamos una lluvia de meteoros con el objetivo de calentar el planeta, comprobaremos cómo el hielo da paso a increíbles océanos, y como los tonos grises empiezan a variar hacia colores como el verde.
Del mismo modo, gracias a la Sporepedia podremos hacer uso del inmenso repertorio de criaturas, vehículos y edificios que otros usuarios y la propia Maxis han creado, o compartir nuestras propias creaciones para que otros usuarios disfruten de nuestra creatividad. En este punto, no se puede obviar el magnífico trabajo desarrollado por Maxis a la hora de crear un editor tan sencillo y potente que no pondrá prácticamente impedimentos a nuestra imaginación. Es más, incluso se nos permitirá modificar, aunque sea de forma muy limitada, el himno de nuestra civilización, lo que deja claro el nivel de libertad que ha querido establecer el equipo de desarrollo –y que promete ampliarse en sucesivas entregas-.
Una idea brillante, pero no un juego perfecto
En definitiva, Spore se trata de uno de los títulos más brillantes de los últimos tiempos, aunque solo sea a nivel conceptual. Y es que la sensación de estar viviendo una aventura en un universo vivo, la posibilidad de crear una forma de vida desde el inicio, y ver cómo está evoluciona de una forma realista acorde a nuestras acciones es algo que no se ve todos los días. Sin embargo, toda esta complejidad, este aluvión de posibilidades, se ve emborronado por un desarrollo de la acción demasiado simple y monótono, salvo en la etapa espacial, en la que sí viviremos un desafío mucho mayor. Aún así, esto no debería echar para atrás a nadie ya que estamos ante uno de esos títulos que no dejan de sorprendernos constantemente y que además, son capaces de mantenernos con una sonrisa en los labios durante toda la partida. Una genialidad que pese a no ser perfecta, sí forma parte de esa serie de títulos imprescindibles que nadie debería dejar escapar.
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