Análisis de Sparkle 3 Genesis (PC, Switch)
En 2006 el estudio thatgamecompany debutó con flOw, un juego para Flash un tanto curioso, lo suficiente para que Sony se fijase en él para formar parte de su catálogo de juegos independientes, antes de que el término se hiciese popular. Un año más tarde se reinventó para PlayStation 3 con algo más de contenido, –ligeras- mejoras gráficas y multijugador. Aquel proyecto quedó en un mero experimento y no sería hasta Flower y Journey cuando la desarrolladora consiguió el prestigio y abrir brecha para el tipo de juegos zen, aquellos que no están enfocados a los aspectos competitivos ni a excitar al usuario, sino todo lo contrario.
La mención a flOw no es gratuita. La saga Sparkle de Forever Entertainment es en esencia una revisión de ese título con un poco más de elaboración, y ahora nos llega la tercera parte. Han pasado casi diez años desde la idea original y el concepto de Sparkle 3 Genesis es el mismo: explorar un océano microscópico que rebosa vida, parecido al que encontrarías observando una gota de agua, mientras evolucionamos nuestro pequeño organismo consumiendo nutrientes y superando una serie de misiones que dan acceso a más entornos.
El control de nuestro ser es simplísimo. Si elegimos usar un ratón apenas hay que apuntar la dirección que el microorganismo va a seguir y en determinados vórtices es posible pasar al segundo plano –una capa más de profundidad-. Con esto es suficiente para flotar entre arrecifes que forman los laberintos donde recolectar ítems que hacen crecer a la célula. ¿Miedo a perderte entre el plancton? Difícil, un mapa indica nuestra posición en cada zona –destacando los vórtices- y una especie de radar ubica la dirección del alimento cercano. Es decir, hay exploración sin que sea excesivamente compleja.
Hay tres tipos de nutrientes que afectan a los genes, o sea, los parámetros. Por ejemplo, los nutrientes rojos proporcionan un pequeño impulso, los verdes invencibilidad temporal y los azules absorben los elementos cercanos. Queda a elección escoger cuál de las ramas vamos potenciando y esto modificará nuestras habilidades, el aspecto físico, fortalezas y debilidades, ataque, defensa, en definitiva, a los 30 minutos de juego probablemente no habrá otro organismo idéntico al nuestro. Forever Entertainment dice que son virtualmente infinitas combinaciones; tantas no serán pero desde luego si habrá cientos de miles o millones.
Sparkle 3 Genesis puede encajar fácilmente en ese tipo de juegos zen aunque este lanzamiento no es tan pasivo como los anteriores y el hecho de usar un sistema de misiones con una tarea concreta lo hace un poco más exigente, entiéndase, dentro de esta jugabilidad. Se nos pedirá recolectar una serie de objetos clave desperdigados o eliminar una cantidad de nidos de medusas protegidas por guardianes, entre otros encargos. Esto hace que Sparkle 3 se mueva entre dos aguas –nunca mejor dicho- y no sea del todo placentero –el jugar por jugar del zen- ni tampoco estamos ante un título para jugones –no hay demasiada presión ni dificultad-. El considerar esto como una ventaja o defecto queda en una opinión completamente subjetiva del usuario.
Es también un juego repetitivo por naturaleza. Los 12 niveles son muy similares el desarrollo es un ciclo constante en alimentarse, mejorar el ADN y resolver las misiones mientras –lo has adivinado- seguimos comiendo para crecer en tamaño y resistencia. Los ataques contra otros seres ponen más de interés, pues algunos, como las medusas, protegen su punto débil bajo la campana gelatinosa de su cuerpo –y se deben atacar por la retaguardia-. Lo que sucede es que por esa indefinición de juego zen con pinceladas de más jugabilidad no destaca en ninguno de los dos sentidos, se contrarrestan entre sí.
La ambientación es uno de los apartados destacados de todo juego relajante para lograr su objetivo. flOw apostaba por unos gráficos minimalistas que apenas evolucionaron desde su paso de Flash a consolas, y Sparkle lo que hace es actualizar ese aspecto por uno un poco más recargado, con criaturas detalladas y entornos modelados en 3D. No afecta en nada a la mecánica y queda bien en la mayoría de las situaciones, pero también es verdad que a veces su paleta es demasiado agresiva y no precisamente la adecuada para un juego de relax. Nos referimos a pantallas completamente amarillas o naranjas, excesivamente luminosas. En los mundos donde se usan tonos azules es más cómodo al ojo, y todavía ahí extraña el poco contraste entre el fondo, criaturas y limitaciones. No se ha usado el color de manera práctica.
La música es otro de los pilares de la experiencia. Ahí es donde tiene que funcionar y encaja bien dentro del juego, así que no podemos reprochar demasiado excepto que es ligeramente repetitiva. ¿Quizás es intencionado para resultar más hipnóticas? No lo sabemos. Eso sí, está lejos de ser una gran banda sonora –incluso en su género ambiental-, especialmente si se compara con la obra de Austin Wintory para flOw y Journey –o The Banner Saga, si hablamos de otro estilo-. Los efectos de sonido estropean un poco la tranquilidad del ambiente.
Conclusiones
Siempre es complicado opinar sobre este tipo de juegos que se basan más en conectar con su estilo o ritmo que con lo que ofrecen estrictamente en la jugabilidad. Analizar sólo desde este último punto de vista es una visión incompleta, aunque entendemos que hay usuarios que sólo valoren este aspecto. Desde esa perspectiva, Sparkle 3 es un juego simple, sin ningún tipo de dificultad, casual en la definición directa de la palabra –no necesariamente como adjetivo peyorativo-.
Pero está claro que Forever Entertainment busca tocar otra tecla en el jugador. En ese sentido, Sparkle 3 Genesis se deja jugar cómodamente y cumple con su función de entretener sin ninguna prisa, de desestresar. Dentro de esta idea, es una oportunidad perdida de hacer algo más original y redondo, sea por falta de ambición –en el fondo es casi lo de siempre, con gráficos poligonales- o por cuestiones que consideramos pequeños fallos de diseño: el sistema de misiones no aporta lo suficiente y las estridencias gráficas.