Análisis de Pharaonic (PC)

El éxito de Ziggurat, el último juego de los asturianos Milkstone Studios, no nos pilló por sorpresa, pero sin duda alguna no se cimenta en su gran capacidad de marketing o lo conocidos que son a nivel internacional, sino en su grandísima calidad como juego. A pesar de que la crítica no se hizo demasiado eco del lanzamiento en PC, el público sí se movilizó, y en base a eso se puede ver su enorme 91% de aceptación por parte de los usuarios de Steam. Posteriormente apareció en consolas y comentarios como el que hizo Chris Charla estilo "tengo ganas de ir a mi casa para poder jugar a Ziggurat" aumentaron su leyenda, resultando ser uno de los mejores juegos desarrollados últimamente en España.

Por eso, cuando el año pasado empezamos a poder jugar a lo siguiente de Milkstone Studios, el listón estaba muy alto, y las expectativas también.

Y lo cierto es que las primeras impresiones fueron sorprendentes, porque el cambio de registro es enorme.

A pesar de que Milkstone es un estudio que ya ha realizado multitud de videojuegos, el parecido entre su último título y el que nos ocupa es bastante escaso, ya que Pharaonic, reconocido de mil maneras por sus responsables, bebe de su afición desmedida a las dificultades por todos conocidas de Dark Souls, Bloodborne y otros títulos de la factoría From Software. Unos juegos que de manera sorprendente en los últimos años han conseguido una legión de fans, y que han provocado que salgan cada vez más imitadores, que quieren repetir su éxito.

El guión de Pharaonic (obra de Victor Ojuel, uno de esos guionistas que llevamos siguiendo hace tiempo, y que a pesar de conocer su potencial nunca lo hemos visto en un videojuego comercial hasta ahora) nos pone en la piel de un esclavo del Antiguo Egipto que ha sido elegido para derrotar al malvado Faraón Rojo, el cual parece estar realizando movimientos sospechosos y no demasiado conocidos por sus ciudadanos.

La primera sorpresa que nos encontramos al empezar a jugar es que para ser un juego cuyo único referente reconocido es la saga Souls, la perspectiva de juego es totalmente distinta, ya que el desplazamiento es en dos dimensiones, aunque con alguna peculiaridad. Así, si no fuera porque sus creadores nunca han dicho nada al respecto, casi os diríamos que por ambientación y cámara empieza recordando más al Prince of Persia clásico, con el que también comparte esa sensación de duelos de espadas entre el jugador y la máquina. Eso sí, una vez llegamos al primer combate es innegable que encontrar la huella del juego de From Software, ya que nos podemos olvidar de atacar a lo loco, porque de esa manera pereceremos a las primeras de cambio.

Y bueno, como os podéis imaginar moriremos unas cuantas veces (con su correspondiente mensaje de "Has muerto"), ya que con unos pocos golpes al principio acabaremos en el otro mundo, pero al poco tiempo nos acostumbraremos a sus controles, que por otro lado son bastante sencillos e intuitivos. Tenemos dos tipos de ataques, con los que además podemos hacer sencillas combinaciones, un botón de esquiva, con el que también se puede tanto rodar hacia delante como dar un salto hacia detrás, podemos cubrirnos con el escudo, y si somos lo suficientemente valientes podemos desviar el golpe ("hacer parry") con él, en el que resulta uno de los movimientos más útiles y difíciles de hacer correctamente de todo el juego.

Y sí, tenemos nuestra correspondiente barra de "resistencia", la cual se gasta conforme realizamos movimientos, y se recarga cuando no realizamos ninguno (aunque nos podemos mover). Esta barra es sensible a nuestro nivel como personaje, y también a lo cargado que vayamos, teniendo en cuenta que conforme avance nuestra partida podemos elegir que mejore en determinadas áreas gastando un tipo de gemas, de manera que iremos eligiendo en aspectos como armaduras pesadas, ligeras, escudos más grandes y pequeños, etcétera, y según lo que vayamos eligiendo nuestro personaje aguantará más o menos si la equipación es adecuada a nuestras elecciones. Posteriormente podemos usar algo de magia, y nuestra cantimplora es un valioso aliado a la hora de hacer más llevadero nuestro camino.

Otro aspecto interesante es que aunque no lo parezca, el juego ofrece desplazamiento "también en profundidad". En determinados momentos nos dejan cambiar de camino, y entonces la cámara gira, y podemos ir hacia el fondo, con su correspondiente giro de cámara para acabar situándose otra vez al más puro estilo Prince of Persia de Jordan Mechner. De esta manera el juego nos permite desplazarnos por unos mapas que si bien no son enormes, si son lo suficientemente grandes como para agradecer la compra de un mapa que nos explica de una manera muy somera que hay en cada lugar.

Lo cierto es que una vez se le coge el ritmo el juego engancha lo suyo. Sí, vamos a morir cada poco tiempo y sí, cada vez que guardemos la partida realmente es como si despertásemos a todos los enemigos que ya hubiésemos matado anteriormente, incluyendo esas emboscadas de las que no podemos huir (porque de la mayoría de enemigos que nos encontremos si podemos escaparnos). Pero conforme vayamos avanzando cada vez nos costará menos disfrutar de la partida, en parte porque jugaremos mejor, y en parte porque el juego guarda casi todos los avances aunque nuestro personaje fallezca (parte de la experiencia se queda en el lugar donde falleció, y se puede recuperar), y de hecho los grandes enemigos no nos parecerán tan difíciles. Nada que no aparezca, de nuevo, en esa saga que ya hemos citado demasiadas veces en este artículo.

A nivel visual luce tal vez peor de lo bien realizado que está. Gracias a su sistema de desplazamiento nos podemos concentrar en lo realmente importante en cada combate, y los escenarios están allí para que veamos todo el trabajo que tienen (destacando al arena del desierto o los reflejos de las luces en el agua), pero tal vez nos hemos acostumbrado demasiado a la cámara detrás del hombro para los juegos de acción en tercera persona con algo de presupuesto. De hecho, este juego tiene muchos más medios que Ziggurat, pero curiosamente aquel puede llegar a parecer más espectacular si no nos fijamos en los detalles.

A nivel sonoro han contado con Carlos Viola, conocido por su trabajo en The Last Door, y si bien el juego hace bien su trabajo de transportarnos al antiguo Egipto, la banda sonora no es especialmente memorable, siendo fácil que nos olvidemos de ella en poco tiempo a pesar de haber jugado bastantes horas. Los sonidos, eso sí, están muy bien realizados, y notaremos en nuestros huesos los espadazos, los golpes y el choque entre un sable y un escudo.

Conclusiones

A pesar de que Pharaonic parece que no ha contado con el mismo revuelo que levantó en su momento Ziggurat, es un juego que lleva las mismas señas de identidad de sus creadores. Un título que ha pasado por un intenso testeo por parte de los jugadores gracias al Acceso anticipado de Steam, y se nota. Es muy entretenido, difícil y técnicamente está a la altura de lo más exigentes… siempre que no lo comparemos con juegos de millones de euros de desarrollo. Recomendable para todos los que buscan un reto en su ordenador.

El juego se ha analizado gracias al código que nos ha proporcionado Milkstone Studios.