Análisis Painkiller: disparos, demonios y una identidad perdida (PC, PS5, Xbox Series X)

Han pasado más de veinte años desde que Painkiller nos llevó por primera vez al purgatorio con una escopeta en la mano y una contundente banda sonora resonando de fondo. Aquella mezcla de ritmo infernal, violencia exagerada y diseño gótico marcó una época. Ahora, en 2025, la saga regresa bajo un mismo nombre y una premisa diferente: acción cooperativa, ritmo arcade y partidas rápidas con amigos. El problema es que, aunque el resultado no es en absoluto malo, lo que ofrece este nuevo Painkiller y lo que su nombre promete son dos cosas muy distintas.

Un regreso centrado en la acción cooperativa

El nuevo Painkiller es un juego de disparos en primera persona multijugador cooperativo, aunque puede jugarse en solitario con bots. No es una secuela directa ni un reinicio narrativo. Es, en esencia, una reinterpretación moderna de su ADN, diseñada para sesiones rápidas en compañía.

La estructura del juego abandona la narrativa tradicional para centrarse en misiones cooperativas con objetivos simples y oleadas de enemigos infernales. Cada partida dura entre quince y treinta minutos y funciona como una experiencia más arcade en el sentido de lo rejugable: entras, destruyes todo lo que se mueve, recoges recompensas y sales con el contador de adrenalina por las nubes, y vuelves a repetir cuando quieras en una dificultad más o menos alta.

El ritmo es frenético, aunque con momentos para respirar, y recuerda a los viejos arcades de disparos donde la historia era apenas un pretexto. Su sistema de progresión combina armas, mejoras pasivas y cartas del tarot (que desbloqueamos en la Tarotómbola) que aportan pequeños efectos o habilidades temporales. Es un enfoque muy distinto al del Painkiller original, pero bien ejecutado dentro de sus propias reglas. Además, las armas están muy bien diseñadas y responden bien a los mandos. Es muy entretenido reventar hordas y hordas de enemigos, utilizando los tres tipos de armas que tenemos; las dos principales con dos modos de disparo, y una tercera que es una especie de ventilador con la que arrasar a los enemigos menores y que sirve principalmente para generar munición para las otras.

A nivel jugable, Painkiller cumple con creces su objetivo principal: hacerte sentir poderoso. Los enemigos caen en oleadas, los impactos son satisfactorios y las explosiones lo llenan todo de partículas. En compañía, el caos multiplica su atractivo, pero es cierto que le falta profundidad. A la larga, necesita más variedad de situaciones, de enemigos y nuevas ideas que nos inviten a volver a jugar una y otra vez, que se supone que es para lo que está diseñado. Como nota, si decidís jugar solos, los bots funcionan sorprendentemente bien. Muchas veces se atascan a la hora de abrir unas zonas «cooperativas» (hay varios botones que tenemos que pulsar para irnos abriendo puertas mutuamente), pero en general ayudan siempre y no molestan.

Una ambientación entre el purgatorio y el cielo azul

Desde un punto artístico, es un juego interesante. La ambientación conserva ciertos rasgos clásicos de la saga —catedrales en ruinas, demonios grotescos, sangre a punta pala—, pero los reinterpreta con un acabado mucho más limpio y luminoso. A nosotros ese puntito de color y variedad nos gusta. Sabemos que la saga siempre fue sinónimo de oscuridad, de polvo, de piedra húmeda y fuego, pero creemos que sabe mantener la identidad incluso con este cambio en dirección artística, y acaba siendo un juego agradable para los sentidos, que además ayuda a leer mejor la acción.

Desde un punto de vista más técnico, nos sorprende lo bien optimizado que está. No es que sea un juego demasiado puntero, pero en una época en la que hasta el juego más mediocre puede funcionar mal en PC, que algo funcione bien es digno de halago. Painkiller ofrece una experiencia fluida incluso en equipos de gama media. Con todo en alto a 1440p, el juego se mantiene por encima de los 60 fotogramas por segundo sin necesidad de utilizar técnicas de escalado. Y si activamos Intel XeSS (extrañamente, la única tecnología disponible) en modo equilibrado, podemos mantenernos fácilmente por encima de los 100 fps estables sin apenas pérdida visual. Ya os decimos, es un juego que se ve bien, sin más, pero que es capaz de mostrar muchísimos enemigos en pantalla, con otros dos jugadores online... y funciona muy bien.

La música es otro de los grandes aciertos. Fiel al legado de la saga, apuesta por guitarras eléctricas, percusión industrial y un tono metálico que acompaña perfectamente el frenesí de la acción. Obviamente, se pierde un poco si jugamos con amigos porque estaremos hablando entre nosotros, pero está muy bien, con, además, guiños a los temas clásicos de la saga. Además, el juego llega con textos bien localizados, con cosillas que nos han gustado mucho como la mencionada Tarotómbola.

Painkiller & Friends

El nuevo Painkiller tiene, en nuestra opinión, dos problemas. El primero es que, aunque todo está en su sitio —armas, enemigos, efectos, sonido—, nada logra destacar lo suficiente como para sacarle ventaja a otros juegos actuales que hacen lo mismo y mejor. El primero es que llamarse Painkiller a secas, siendo una saga con una propuesta muy clara desde los inicios, y ofrecer un juego de disparos cooperativo, es un error. No sabemos de quién fue la idea, pero cualquiera se habría imaginado las expectativas que generaría ese título.

No es un mal juego en absoluto, y es bastante entretenido para unas cuantas horas con amigos, pero hay otros Painkiller mejores que este, y otros juegos de disparos JcE cooperativos mejores que este, lo que hace que se quede, irónicamente, en un limbo que lo deja más cerca del purgatorio virtual. Nombre aparte, creemos que tiene potencial, y si los desarrolladores deciden seguir dándole apoyo, unas cuantas actualizaciones de contenido pueden hacerlo un juego mucho más interesante para quienes disfruten con este tipo de experiencias.

Hemos realizado este análisis en PC (Ryzen 7 3700X, GeForce RTX 2070 Super, 32 GB RAM) con un código de descarga proporcionado por Press Engine.