Análisis de Octodad: Dadliest Catch (PC)
La plataforma de financiación en masa Kickstarter lleva tiempo dando sus frutos, y gracias a esta nueva y revolucionaria manera de financiar videojuegos hemos podido disfrutar recientemente de dos joyitas como The Banner Saga y Broken Age. La cosa no va a parar en los próximos meses, y hace tan solo unos días se ha lanzado Octodad: Dadliest Catch en PC, que también llegará a PlayStation 4 próximamente. El origen de este videojuego no puede ser más humilde, un proyecto realizado por 18 estudiantes de una universidad de Chicago que realizaron un juego freeware, y que gracias a los 20.000 dólares recaudados en Kickstarter han formado un nuevo estudio, Young Horses, con ocho de los creadores del título original, y han creado esta secuela o versión mejorada de su proyecto universitario.
La premisa de Octodad: Dadliest Catch es tan simple como alocada. Somos un pulpo que se hace pasar por humano, y su farsa es tan elaborada, que incluso tiene mujer y dos hijos. La aventura comienza con la boda del cefalópodo con su novia humana, en una pequeña fase que sirve de tutorial, donde nos enseñan los controles, muy sencillos, que no fáciles, ya que la gracia de este juego radica en lo complicado que es controlar las acciones del simpático molusco.
Ponernos el esmoquin, la pajarita, llegar al altar sin romper nada, y ponerle el anillo a nuestra prometida, un aperitivo de las complicadas tareas que están por venir.
Con los stick analógicos del mando controlamos el tentáculo a modo de brazo, que nos sirve para coger objetos e interactuar con el entorno, y apretando los gatillos izquierdo y derecho controlamos cada una de las piernas, que tenemos que mover alternativamente, sin duda lo más complicado. También se puede jugar con ratón, pero no lo recomendamos, ya que es un poco más engorroso, teniendo que apretar la rueda para ir cambiando entre el control de las piernas y los brazos. Ganas en precisión con el brazo, pero la pierdes al andar, y es en esta acción donde encontraremos las mayores dificultades de la aventura. En cualquier caso ya sea con mando o ratón se disfruta igual, y es algo que irá por gustos.
Estamos ante una especie de aventura gráfica con algunos toques de acción, en la que tenemos que ir cumpliendo los aparentemente sencillos objetivos que nos van proponiendo. Tras la boda la historia da un salto en el tiempo y despertamos en nuestra casa, ya con dos hijos, donde tendremos que hacernos un café, lleva un vaso de leche a nuestra hija, hacer unas hamburguesas en la barbacoa, arrancar las malas hierbas entre las flores o cortar el césped. Tareas cotidianas que se complican al no tener brazos ni piernas, por lo que tenemos que ir con cuidado para no tirarlo todo por los suelos o incluso no golpear sin querer a nuestros seres queridos.
En la segunda fase visitamos un supermercado para hacer la compra, y es cuando descubrimos la importancia de un medidor de escándalo, por llamarlo de alguna manera. Cuando un personaje nos está mirando nos lo indican con una línea de puntos, y si la liamos, tropezando y tirando objetos, o golpeando a personas, este medidor comienza a subir, hasta llegar a un punto en el que nos pueden hacer retornar al último punto de control, aunque hay que decir que el juego es bastante permisivo y fácil. En la siguiente y decisiva fase, la más larga de toda la aventura, a nuestra mujer no se le ocurre otra cosa que llevarnos de visita a un acuario, donde se introduce una nueva mecánica de juego, el sigilo.
A partir de este momento tendremos que evitar a los biólogos marinos que trabajan en las instalaciones, y que como buenos profesionales nos reconocerán rápidamente si permanecemos en su campo de visión, y nos capturarán. Minijuegos en los que tenemos que lanzar a canasta, un cocinero de sushi que nos quiere convertir en comida y del que tenemos que huir en varias escenas de acción, una especie de juego de baile, coger objetos y colocarlos en lugares determinados, Octodad: Dadliest Catch se las apaña para ser siempre muy variado y entretenido, dentro de lo simple que es su jugabilidad.
Las pasaremos canutas para hacer cosas tan simples como subir una escalera o hacer el recorrido de la cola de unas taquillas, ya que con los torpes tentáculos nos vamos enganchando con todo, tirando todo tipo de objetos, y hasta cayendo de bruces contra el suelo, por culpa de unas cáscaras de plátano que alguien ha tirado a mala fe. Dependiendo de la paciencia del jugador, por momentos puede llegar a ser un pelín frustrante, pero es ahí donde radica la gracia del juego, es lo que nos quieren transmitir. No tiene nada de complicado comprar unos zumos y unas manzanas en el supermercado, o prepararte un café en tu casa, a no ser que seas un pulpo, algo que transmiten perfectamente a través de los extraños controles, capaces de desesperar a los menos pacientes, para los que desde luego no es este su juego.
Como podéis imaginar por la absurda e inverosímil premisa, estamos ante una aventura repleta de humor, y aunque es raro soltar alguna gran carcajada, sí que te mantienes con una sonrisa en la boca durante toda la partida, ya sea por la propia historia y situaciones que nos plantean sus creadores, o por las acciones que provocamos nosotros, ya que voluntaria o involuntariamente se producen momentos muy graciosos. La pena es que la gracia se acaba pronto ya que en menos de 3 horas te lo puedes acabar, una duración que no criticamos, ya que quizás su premisa no daba para muchos más. Para alargar artificialmente su vida, se incluyen los clásicos coleccionables, en esta ocasión en forma de tres corbatas escondidas en cada nivel, y el hecho de poder hacernos las fases de la manera más rápida posible, en una especie de modo contrarreloj.
Una de sus características más peculiares es que incluye un modo cooperativo para cuatro jugadores muy original, en el que cada uno de los jugadores controla uno de los tentáculos, las dos piernas y los dos brazos. Si jugando solos ya es difícil guiar con corrección los pasos del errático pulpo, imaginad con varias personas a la vez el caos que se puede montar, tirando cada uno para un lado. Un modo cuanto menos curioso que puede estar bien para echarse unas risas con unos amigos.
Los gráficos como podéis ver en las capturas tienen un simpático aspecto de dibujo animado muy colorido, que no consiguen disimular del todo su humilde origen, con texturas planas, pocos elementos en pantalla y unos modelados excesivamente simples. Aunque es cierto que tampoco necesita mucho más, y estamos ante uno de esos apartados técnicos llamados funcionales, acorde con el toque desenfadado y humorístico de su propuesta. La música está en la misma línea, con melodías agradables y simpáticas, incluso una canción con letra, y los efectos de sonido son muy graciosos, en especial la voz del pulpo, que se comunica con su familia a base de extraños ruidos que sus seres queridos entienden perfectamente.
No volverás a ver el pulpo a la gallega de la misma manera
Si sientes curiosidad por saber cómo un pulpo puede salir del mar, enfundarse un traje, encontrar esposa, que esta no se dé cuenta de que eres un molusco, tener hijos y pasar desapercibido en nuestra sociedad, este es tu juego. Seguro que más de alguno en una noche de copas os habéis comportado como un pulpo, pero ahora con esta aventura podréis saber de verdad qué se siente siendo un cefalópodo, y lo complicado que es andar y realizar las tareas cotidianas de cada día con tentáculos en lugar de brazos y piernas. Un juego muy divertido y original, que aunque corto, deja un gran sabor de boca gracias a su derroche de simpatía.