Análisis NORCO, viaje al ciberpunk más sucio (PC)
Nota: El juego ya ha recibido traducción al español.
Si tuviéramos que definir NORCO de la manera más sencilla posible podríamos decir que se trata de una aventura gráfica de point and click muy basada en el texto, en los diálogos y conversaciones, pero si queremos ponernos un poco más poéticos podemos describirlo como una experiencia de exploración narrativa que nos sumerge en un pútrido mundo en el que el ciberpunk, el gótico sureño y el realismo mágico se dan la mano. De cualquiera de las dos maneras, la premisa de este primer proyecto del estudio independiente Geography of Robots no sólo es especialmente atractiva de primeras sino que convence a medida que avanzamos en su intrigante historia y acaba dejando un extraño poso cuando llegamos a sus créditos finales.
Basado en miedos reales
NORCO toma su nombre de una ciudad real de Estados Unidos, concretamente del sur de Luisiana, muy cerca de Nueva Orleans. No es una ciudad, en realidad, es un pequeño asentamiento que a día de hoy tiene apenas más de 3000 habitantes y cuya existencia está intrínsecamente relacionada con una refinería de petróleo (New Orleans Refinery Company, siglas que dan nombre a la zona) marcada por un lamentable incidente que tuvo lugar en 1988, una explosión que causó estragos tanto en la ciudad como en la población, tanto en las reales como en las que aparecen en el videojuego; la obra de Geography of Robots está fuertemente marcada por el pesimismo que acarrea una situación de esas características, aunque adelanta el tiempo a un futuro indeterminado en el que incluso ha cambiado la forma en la que se miden los años.
En la encrucijada entre este contexto de pesimismo real y la tristeza propia de los géneros literarios en los que se basa NORCO se sitúa una aventura bañada de melancolía y miedo. Nos ponemos en la piel de una joven que vuelve a su casa tras la muerte de su madre, cinco años después de comenzar un viaje por Estados Unidos con el que básicamente quería huir de la situación de pesadumbre en la que se encontraba. Al volver nos encontramos con que nuestro hermano no está ni en la casa en la que compartimos infancia, ni en el cutre supermercado de la gasolinera, ni en el bar en el que los vecinos suelen verle todas las noches; su búsqueda es el motor inicial de esta historia que pronto se irá por otros derroteros.
A medida que avanzamos en esa investigación vamos descubriendo nuevos lugares que explorar, rincones de una ciudad decadente habitada por almas en pena que nos ayudan (o no) a continuar buscando a nuestro hermano. Todo ello lo hacemos con las mecánicas más habituales de los point and click, es decir, interactuando con objetos del escenario, escogiendo opciones en la caja de diálogos y buscando nuevas formas de pasar a la siguiente pantalla estática. En NORCO, eso sí, se amplía la gama de interacciones que podemos realizar con ciertas ideas que, como suele ocurrir al afanarse en innovar, a veces están mejor llevadas que otras: por ejemplo, hay momentos de combate y exploración activa que rompen con la parsimonia de la obra, pero no aportan demasiado a nivel jugable.
Sin embargo, hay otras ideas que, como decíamos, sí le dan al juego un toque de frescura que lo aleja de las aventuras gráficas más tradicionales y le han valido para recibir comparaciones con obras de la talla de Disco Elysium o Kentucky Road Zero; es el caso del mapa mental, una sección del menú que nos da acceso a los pensamientos de la protagonista, que se van desbloqueando a medida que exploramos los hilos narrativos del juego. Es como un gran tablero de teorías que hay que revisitar constantemente, ya que nos ayudará a trazar líneas entre los elementos de la historia y así comprender qué es lo que está ocurriendo, además de cómo se siente nuestro personaje ante ello.
Adiós al ciberpunk ochentero
El añadido del mapa mental, entre otros que también cumplen su cometido en mayor o menor medida, no funcionaría si la escritura de NORCO no fuese tan buena como lo es. Cuenta con algunos momentos excesivamente recargados y poéticos que compagina con otros de lectura muy sencilla, sobre todo en los diálogos, y juntos refuerzan la idea de que estamos visitando un mundo de contrastes que tiene hueco tanto para el drama como para la comedia, tanto para lo divino como para lo humano. Los personajes con los que hablamos, además, derrochan un carisma creíble con el que marcan su lugar en este universo tan bien construido.
Y esa es otra de las virtudes de NORCO: lo bien construido que está su universo ficcional. El worldbuilding del juego es una maravilla y es lo que en última instancia nos invita a continuar jugando: conocer a sus personajes, explorar su mundo, perder el tiempo en conversaciones con segundones que sabemos que no llegarán a ningún lado… En esas charlas descubrimos una sociedad futurista y precaria, pero también religiosa, elitista, absurda, lógica e irreal. Todo ello enmarcado en un ciberpunk que por fin imagina el futuro desde la actualidad, basándose en los miedos de la sociedad moderna para proponer una distopía no tan lejana en la que hay algo más allá de los típicos carteles de neón, el transhumanismo y las megacorporaciones. Aunque estos elementos característicos no faltan en NORCO, el juego busca aderezar su historia con rasgos más relacionados con la realidad actual, como la radicalización de la juventud obrera o la uberización del trabajo.
Evidentemente esto se refleja también desde su apartado audiovisual, que es una completa delicia y se establece como otra de las grandes bondades del juego. Su pixel art es tan bueno que prácticamente cualquier escenario puede convertirse automáticamente en fondo de pantalla de nuestro escritorio: las estampas con las que NORCO refleja la Nueva Orleans decadente ciberpunk hacen que casi sea apetecible visitar ese futuro distópico. Eso sí, hay momentos en los que el estilo de dibujo no parece consistente, ya que en ocasiones se entremezclan diferentes técnicas de pixel art, algunas más definidas que otras, lo que genera una extraña sensación de discordancia estética. No obstante, dejando a un lado esas excepciones, hay un exquisito control de la dirección artística más allá del dibujo pixelado, con efectos glitch, una magnífica interfaz y, por supuesto, una excelente banda sonora compuesta por Gewgawly I que se puede encontrar en formato independiente en Bandcamp.
Conclusiones
NORCO es una brillante propuesta que utiliza las mecánicas básicas de las aventuras gráficas de point and click para permitirnos explorar un mundo distópico con tintes ciberpunk pero asentado en la sociedad actual, partiendo de pesimismos de nuestra cotidianeidad y sazonándolo todo con toques de realismo mágico y gótico sureño. Es una experiencia narrativa muy pausada, de las de sentarse a leer y perderse en sus diálogos, por eso es una pena que haya llegado exclusivamente en inglés (aunque no tardará mucho en recibir una traducción al castellano, según sus autores). También invitan a ello las magníficas ilustraciones pixel art que sirven como escenarios del juego, aunque a veces se pierdan en una mezcla de estilos algo desconcertante, y una banda sonora que refuerza la solemnidad del conjunto.
Hemos realizado estas impresiones con una copia del juego para PC.