Análisis de Legrand Legacy (PC)

Los desarrolladores que hemos sido jugadores antes a veces no tenemos claro lo que corresponde o no a nuestro territorio. Para un japonés son normales ciertas convenciones que no tienen por qué serlo para un europeo, y tal vez tampoco para un estadounidense. Pero cuando un género se hace global, esas convenciones se pueden extender, aunque no sea algo inicialmente tan lógico para todo el mundo.

Esto pasa con los juegos de rol de origen nipón, originalmente una simplificación de clásicos del género del rol de ordenador como Ultima o Wizardry, que acabaron convirtiéndose en una especie de subgénero, los JRPG, y atrayendo a un público a veces distinto del que en la actualidad disfruta de Pillars of Eternity, Divinity o el último Fallout.

A principios de 2017 un grupo de indonesios, de nombre Semisoft, salía a la palestra para intentar conseguir financiación mediante micromecenazgo de su juego, claramente inspirado por los juegos de rol japoneses que triunfaron poderosamente durante la época de la primera PlayStation.

Ahora hemos podido jugar a la versión final, y lo cierto es que es bastante mejor de lo que puede parecer a primera vista.

Legrand Legacy es un juego muy ambicioso. Al principio puede parecer, sin animo de ofender, como uno de esos JRPG que los otrora respetados Kemco desarrollan en la actualidad para móvil cada dos meses. Pero una vez nos metemos en harina, vemos que está más cerca de juegos como el venerado Suikoden o Legend of Dragoon que de cosas como Soul Historia o Journey to Kreisia.

La historia de Legrand Legacy nos pone en la piel de Finn, que cumpliendo un cliché clásico de este subgénero tiene amnesia, lo que le impide recordar nada. Pero cuando empezamos a jugar estamos en un coliseo, y un rival enorme amenaza con acabar con nuestra vida. Tras un combate que podemos calificar de tutorial, donde aprendemos cosas tan útiles como el sistema que tiene este juego tanto para ataque como para defensa, empieza ya realmente la historia, con un enigmático ser que nos libera, y empezamos a conocer a otros personajes, lugares y todo lo que envuelve al continente de Targan.

Lo primero relevante del juego es el sistema de combate. Es un combate por turnos sencillo, pero tiene un par de particularidades. El primero es que si nuestro rival es sensible a alguna de nuestras armas, ya sean ataques especiales o el ataque normal, aparecerá encima suyo un halo rojo que nos indicará que es mejor que ataquemos de esa manera a ese enemigo. Una vez hayamos elegido nuestros movimientos, empiezan a moverse las diferentes piezas en el tablero, de manera que si un personaje tiene que cargar durante un tiempo un hechizo y en ese rato alguien le ataca con algo que no requiere de tanto tiempo, te para el ataque.

Además, durante ese rato aparecerá un pequeño minijuego donde tendremos que acertar con un huso horario en una zona determinada. Si lo hacemos en la señalada nuestro ataque será perfecto, y haremos más daño, si lo hacemos cerca haremos un daño normal, y si no nos acercamos nuestro ataque será mucho más débil. Lo mismo pasa si en vez de atacar nos defendemos, teniendo en cuenta que cada personaje se defiende de manera distinta, de manera que Finn, por ejemplo, llega a reflejar el daño del ataque enemigo en el propio rival. Hay que decir que no entraremos en batalla de manera aleatoria, sino que veremos a nuestros enemigos en forma de nube negra, y según cómo colisionemos con ellos tendremos ventaja, desventaja, o estaremos en igualdad de condiciones.

Conforme avancemos en la partida se nos irán abriendo opciones. Al principio sólo nos movemos por el mapa o vamos de ciudad en ciudad, donde podremos hablar con los aldeanos o manejarnos en los diferentes negocios de cada ciudad, además de misiones u otras maneras de interactuar con los lugareños. Pero conforme avance la partida nos encontraremos otras mecánicas muy interesantes, como la guerra táctica, en la que nos encontraremos con una especie de juego de estrategia por turnos en el que decidimos que movimiento vamos a hacer en cada turno, teniendo en cuenta que contamos con bastantes más personajes que en las batallas habituales. Aquí, además, contamos con modificadores como el terreno en el que se encuentran las unidades o la posición desde donde se ataca y defiende, lo que da como resultado un añadido muy interesante.

El toque definitivo se lo otorga el hecho de que podemos arreglar una ciudad que está en ruinas al más puro estilo de otros juegos con mucho más presupuesto o solera. Éste, y otros minijuegos como los duelos, la pesca y otras sorpresas que aparecen a lo largo de su desarrollo son unos de esos detalles que se agradecen mucho, dándole un empaque distinto, y una sensación de que se ha trabajado por este juego más de lo que el presupuesto originalmente permitía.

De hecho, a nivel artístico podemos encontrar ciertas incoherencias que nos revelan que tal vez se hayan pasado de ambición para el presupuesto que tenían originalmente. En general Legrand Legacy tiene un buen nivel, si contamos con que estamos jugando a algo que intenta parecerse a lo que podíamos disfrutar en la primera PlayStation. Los personajes están bien definidos, especialmente las ilustraciones, los escenarios también, y cuando entramos en combate pasamos a que todo esté en tres dimensiones, dándonos la impresión de juego con cierto empaque. Por desgracia, en algunos momentos vemos detalles de juego hecho por aficionados, como fuentes de tamaños que tal vez no correspondan a lo visto en pantalla, elementos de interfaz que chirrían con lo que solemos ver durante el juego, o vídeos de bastante peor calidad que otros. No es especialmente cantarín, pero pasa, e influye en que el aspecto final del juego no sean tan bueno como debiese.

Lo más destacado del sonido es la pieza que canta Emi Evans, quien tal vez no os suene demasiado, pero ha participado en temas de Ace Combat, Nier Automata, Dark Souls, el primer Nier, Terra Battle, Fantasy Life y otros videojuegos conocidos. Además, no está sola en el apartado vocal, sino que le acompaña la cantante indonesia Puspallia y el violinista del mismo país Ammy Kurniawan, lo que resulta en total una banda sonora bastante variada y profesional, y muy recomendable, que se ve acompañada por unos sonidos cumplidores, y por desgracia, una falta de traducción a nada que no sea el inglés y el chino simplificado, de manera que por estas tierras, quien no domine ninguno de los dos idiomas, lo tendrá difícil con la larga historia que contiene.

Conclusiones

Legrand Legacy es un buen juego, por no decir que puede llegar a ser considerado un muy buen JRPG, a pesar de su origen no demasiado ortodoxo. Viendo la trayectoria del estudio con el feedback de los jugadores, es muy posible que sigan arreglando y mejorando el juego, y en una futura versión de consolas (está confirmado para Switch este año, para 2019 en PS4 y Xbox One), esté mucho más pulido que ahora, cuando lo estamos analizando. Tiene buenos personajes, buenas ideas, un buen arte en gran medida, y una banda sonora realmente bella, además de ofrecer un montón de horas de partida. Si el inglés no es un problema para vosotros, es una opción muy a tener en cuenta.

Este juego se ha podido analizar gracias a un código proporcionado por Another Indie Studio.