Análisis Hayfever, plataformas 2D exigentes (PC, Switch, PS4, Xbox One)
En una época bastante tranquila en cuanto a la llegada de nuevos juegos se refiere, los títulos indie siguen siendo el mejor refugio para muchos jugadores. Los diferentes servicios de descarga digitales siguen recibiendo títulos de todo tipo a un buen ritmo, siendo justamente Hayfever el más reciente en aparecer. Una aventura plataformera que posee bastante gracia y que además es más longeva de lo habitual en este tipo de obras, aunque también es justo señalar que también presenta ciertas deficiencias importantes.
Una de las primeras que nos encontramos tiene que ver con la trama. Está claro que un juego de estas características no necesita de ninguna narrativa magistral para enganchar a los usuarios, pero a pesar de esto, siempre se agradece encontrarse con un hilo argumental medianamente decente.
No ha sido el caso, dado que en esta aventura nos toca asumir el papel de un cartero alérgico llamado Thomas, quien debe recuperar las cartas que ha perdido después de efectuar un estornudo… Lo dicho, nunca esperamos gran cosa en este apartado de este tipo de producciones, pero pensamos que en esta ocasión los desarrolladores no han perdido ni un minuto en concebir su historia.
Plataformas y muchos estornudos
Para volver a recoger todas las cartas debemos recorrer cuatro mundos distintos que, en global, albergan más de 140 niveles. Una cifra realmente considerable que nos ha sorprendido mucho, aunque también es necesario señalar que la extensión de los mismos es bastante breve, siendo posible superar muchos de ellos en menos de dos minutos… si tenemos la habilidad suficiente, que eso es otro cantar. Pero de eso hablaremos más tarde. Lo primero que queremos comentar es su concepto de juego, el cual resulta muy sencillo de explicar. Estamos ante un título de plataformas muy tradicional de scroll lateral y jugabilidad 2D que nos invita a llegar al final de cada fase tratando de recuperar la mayor cantidad de cartas posible por el camino. ¿Y para qué sirve efectuar esta tarea secundaria? Pues para habilitar nuevos niveles.
El esquema de control no puede ser más simple dado que Thomas no es ningún superhéroe ni nada parecido y, más allá de saltar y correr, no posee ninguna otra capacidad especial… salvo todo lo relacionado con su alergia. Debido a ello, el cartero es capaz de aprovechar sus estornudos para, por ejemplo, realizar un dash o efectuar un salto adicional. Pero no sólo eso. A lo largo de los niveles vamos encontrándonos distintos elementos como nubes de polen, cacahuetes o el famoso smog que actúan como una especie de potenciadores. De esta forma y al entrar en contacto con ellos, le causan diversas afecciones que se traducen en la adquisición de ciertas habilidades especiales temporales. Salir disparado en la dirección que elijamos, efectuar un supersalto o inflarnos como un globo son algunas de ellas, pudiendo de esta forma sortear los diversos peligros, enemigos y trampas que se dan cita en cada nivel que visitamos.
Y ya os avisamos que dichos obstáculos no son pocos precisamente, ni tampoco sencillos de solventar. El juego engaña bastante en este sentido y si bien al comienzo los primeros niveles son un paseo, a partir del segundo mundo el título replantea su dinámica para apostar por complicar la vida a los jugadores todo lo posible. De hecho se trata de un juego bastante exigente en cuanto a su nivel de dificultad se refiere, si bien pensamos que en esta ocasión no se ha medido del todo bien. Más allá de que la curva de dificultad está desajustada y se pasa casi de un extremo a otro en un abrir y cerrar de ojos (nada progresivo), el diseño de algunos niveles nos ha parecido poco afortunado y a veces la dificultad tiene más que ver con este aspecto que con cualquier otro. Saltos mal ajustados, fallos en el sistema de detección de colisiones de los elementos que forman parte de los escenarios y algunos inconvenientes similares pueden acabar siendo frustrantes en ocasiones.
Estos problemas que os acabamos de explicar acaban afectando negativamente a la experiencia jugable que nos ofrece este arcade plataformero, una verdadera pena porque todo lo demás que ostenta el título funciona bastante bien. No sabemos si ha sido por falta de pulido o testeo o, simplemente, ha sido algo deliberado, pero la sensación que transmiten algunas de las fases que tenemos que afrontar es de resultar un tanto "injustas", al menos en ocasiones puntuales. Eso sí, por lo menos cada nivel posee diversos puntos de control a los que vamos a parar después de morir, hecho que suaviza bastante las cosas y nos anima a volver a intentarlo.
Afortunadamente su faceta audiovisual sí que ha sido más cuidada y no se le puede poner pega alguna. Su estilo retro a medio camino entre la estética de 8 y 16 bits le sienta muy bien al título, y tanto el colorido que poseen los fondos como las animaciones del protagonista son realmente buenos. Algo más de variedad en los escenarios no le hubiera venido mal, pero por lo demás es un juego bastante vistoso dentro de su propuesta retro. El apartado sonoro acompaña bien la acción y si bien los efectos son algo justitos en cuanto a su cantidad se refiere, la banda sonora es muy alegre y no se hace pesada en ningún momento.
Encanto plataformero en 2D… algo frustrante
Las sensaciones que te deja esta nueva producción relacionada con las plataformas tradicionales en 2D es un tanto agridulce. Por un lado su sencilla propuesta resulta convincente, ofrece una amplísima cantidad de niveles (más de lo que suele ser habitual en este tipo de aventuras) y su vertiente estética está muy cuidada. Lo que pasa es que su jugabilidad posee varios puntos criticables demasiado importantes como para quedarse relegados a un segundo plano, siendo uno de esos juegos que creemos que podrían haber alcanzado cotas superiores de calidad con un mejor testeo final.
Hemos realizado este análisis en su versión de Nintendo Switch con un código de descarga proporcionado por VicariousPR.