Análisis DOOM: The Dark Ages: Un brutal regreso a los orígenes del shooter con el Sierra-Escudo y más demonios que nunca (PC, Xbox Series X, PS5)

A estas alturas de vuestras vidas no os voy a contar por enésima vez la historia de Doom, la importancia de la saga de idSoftware en el género de los shooters en primera persona (comúnmente conocido como FPS) o el buen trabajo que ha hecho el estudio de la mano de Bethesda durante los últimos diez años devolviéndola a la vida con una suerte de reinicio que se inició con el fantástico Doom (2017) y que continuó con el sobresaliente Doom Eternal en 2020.
En unos días llegará precisamente el tercer episodio de este particular reinicio, Doom: The Dark Ages, una precuela de los dos títulos anteriormente mencionados que apuesta por una ambientación de corte gótico combinada con ciencia ficción y por dejar al Doom Slayer de nuevo con los pies en la tierra para hacernos disfrutar de un título intenso, con mapas enormes, secretos y cientos de demonios que destrozaremos en cada nivel para sobrevivir y terminar llegando a la pantalla de créditos.
Un paso adelante en el impacto de la narrativa
Antes de empezar a hablaros de los disparos, explosiones, lanzamientos de escudo y, en general, de destrozar demonios, vamos a comentar el primer paso adelante de este nuevo Doom que en esta ocasión apuesta por un formato en el que se le da una mayor importancia a la narrativa.
No es que la historia adquiera más protagonismo que el combate ni mucho menos, pero en esta entrega se apuesta por espectaculares escenas cinemáticas que nos ayudan a conocer más de la historia del Slayer, de su origen y del de ciertas cosas o personajes que vimos en las dos entregas a las que ya hemos jugado.

Se trata de una historia que está bien con una calidad audiovisual bastante buena que nos ayudará a entender un poco más el nuevo universo de Doom y, al menos a nosotros, sin ser la repanocha, nos ha gustado, aunque lo realmente importante del juego es... destrozar demonios durante 22 niveles que nos llevará completar unas 15 o 16 horas dependiendo de lo que os entretengáis buscando secretos y explorando los niveles del juego que pueden irse a unas cuantas más si buscáis recorrer todo al 100 %.
Un combate intensísimo con los pies en el suelo, con un Sierra-Escudo que coge todo el protagonismo
Vamos ahora ya por fin a hablar de las tortas, de la jugabilidad, las mecánicas de disparo y lo que realmente importa en Doom que son los tiros, cómo destrozar demonios, el diseño de niveles y las nuevas características más destacadas de esta entrega.
Lo primero que debéis saber es que Doom: The Dark Ages es, en cierto modo, una vuelta a los orígenes. Se acabó la verticalidad y los movimientos súper rápidos de Doom Eternal. En esta ocasión el Slayer estará casi siempre con los pies en el suelo salvo unas pocas excepciones y es, más bien, una suerte de tanque humano todopoderoso capaz de destrozar a cientos de demonios con su poderío.

El arma más importante, de hecho, es su Sierra-Escudo que ya habéis visto en infinidad de tráileres. Con él podemos protegernos, interrumpir los ataques de nuestros enemigos (el habitualmente conocido como parry) generando un desequilibrio si lo hacemos en el momento justo, lanzarlo para cercenar con la sierra de nuestro escudo a varios de los demonios más débiles o para que se quede clavada en ciertos demonios para aturdirlos durante unos segundos y, más adelante, cuando desbloqueamos las runas, también desatan nuevos poderes de electrificación o incluso de invocación de una pequeña metralleta durante unos segundos para ayudarnos en el combate.
Como podéis esperar el uso del sierra-escudo es la clave jugable que rodea a Doom: The Dark Ages. Saber qué hacer con este arma en cada momento es fundamental si queremos sobrevivir a las oleadas de monstruos, teniendo que escoger en milésimas de segundo si nos protegemos de un ataque, si intentamos hacer un parry de otro, si lo arrojamos para aturdir a un enemigo o para quitarnos de en medio unos cuantos diablillos que nos están tocando la moral. Es un arma poderosísima que se siente como tal y es tremendamente satisfactorio utilizarla.

Junto a la sierra-escudo también llegan lo que podríamos decir que son reinterpretaciones de corte gótico de las armas habituales del Slayer. La escopeta sigue ahí, por ejemplo, pero el resto son armas nuevas y, en algunos casos, muy espectaculares como esa especie de ametralladora que lanza restos de cráneos. Como sucedía en Doom y en Doom Eternal, es muy importante ir alternando entre estas armas ya que cada una es más efectiva en ciertas situaciones o contra ciertos monstruos y hay que decidirlo bien y rápido porque la animación de cambio de arma es, en esta ocasión, bastante lenta.

Por otro lado tenemos también tres armas cuerpo a cuerpo con las que podremos hacer también mucho daño a los enemigos y conseguir munición golpeándolos de esta forma. Estas armas en muchas ocasiones son las encargadas de realizar las ejecuciones que, salvo en los grandes monstruos, son en este caso un poco menos espectaculares, más rápidas y menos variadas que en otros Doom, algo que el equipo ha hecho para que fuesen más rápidas ya que ahora hay muchos enemigos en pantalla e interrumpiría algo más el ritmo de juego. Jugablemente entendemos la decisión aunque nosotros echamos de menos una mayor variedad de ejecuciones que sean más espectaculares.
Sin embargo, lo cierto es que hay que tener en cuenta que en esta ocasión hay en pantalla más enemigos que nunca. Oleadas o pequeñas arenas con decenas, sino más de cientos de demonios a los que destrozar, que nos llevan a combates en los que tenemos que estar tomando decisiones casi cada segundo y más nos vale hacerlo bien si no queremos morir.

No hay duda de que el combate de Doom: The Dark Ages es fantástico. Es muy satisfactorio destrozar enemigos con cada arma, enfrentarnos a las mayores oleadas de demonios que hemos visto en la saga, decidir en cada momento, en milésimas de segundo, a cuál de todos combatimos primero o qué arma utilizar para tener más posibilidades de sobrevivir. Quizás el único pero en nuestro caso es que hemos sentido un poco menos de frenesí y de esa "risa tonta" que nos dejaba la velocidad de movimiento de Doom Eternal pero esto es algo muy personal, quizás algunos disfrutéis más de este combate con los pies más en el suelo y otro lo haríais con la velocidad vertiginosa de la anterior entrega pero, sin lugar a dudas ambos son dos juegazos dentro del género que merecen ser disfrutados.
Un mecha y un dragón para dar más variedad jugable a Doom: The Dark Ages
No queremos olvidarnos tampoco de otros dos "protagonistas de Doom: The Dark Ages que son la posibilidad de controlar el todopoderoso mecha Atlan y una suerte de dragón con la que surcar los cielos en ciertos niveles específicos del juego o más bien, en ciertas secciones de ciertos niveles.

El Atlan, aunque es divertido de controlar, sentimos que se le podría haber sacado un poco más de jugo a nivel jugable mientras que el dragón sale un poco mejor parado por su movilidad, aunque los enfrentamientos más importantes de ambos se basarán al completo en hacer parry y disparar en el momento adecuado. En los dos casos creemos que se les podría haber exprimido más y mejor pero aun así cumplen con su función de dar algo más de variedad a Doom: The Dark Ages para descansar un poco de tantas oleadas con cientos de monstruos.
Mapas enormes con muchos secretos... pero nada de mundo abierto
Una de las dudas que había alrededor de Doom: The Dark Ages era la del tamaño de sus mapas, si había algún tipo de mundo abierto y de si al hacerlos más grandes iban a perder parte del encanto que habíamos visto hasta ahora en la saga.
Ahora que lo hemos jugado, esta entrega alterna algunas zonas más comedidas y de corte más pasillero clásico con otros niveles enormes en los que si queremos podemos ir directamente al grano con unos marcadores diciéndonos donde tenemos que ir o, si lo preferimos, perdernos un poquito para encontrar oro o gemas especiales para mejorar nuestras armas así como algunos otros secretos o coleccionables.

Sí que es cierto que en esos niveles más grandes se pierde un poco la atención al detalle en lo artístico, pero siguen teniendo un montón de escondrijos y de sitios que recorrer y que merece la pena explorar para mejorar el armamento del Slayer. Además, al terminar cada nivel tenemos un porcentaje de cuánto nos queda por explorar y podemos repetirlo para buscar todo aquello que nos falte.
El diseño de niveles en general es muy bueno en ambos casos, aunque siguen brillando más las zonas más pequeñitas o comedidas en las que brilla tanto el arte gótico como la habilidad de diseño de niveles de idSoftwarfe.
Espectacular en lo técnico y lo artístico
Pasemos ahora a hablar del aspecto técnico de Doom: The Dark Ages, un juego con un acabado audiovisual fantástico que apuesta por su propio motor, el Id Tech 8, con el que consigue un gran resultado en todo lo que muestra en pantalla: texturas, animaciones, explosiones, rayos, agua... contando además con path tracing, la evolución de la tecnología de trazado de rayos en tiempo real que hace que la iluminación, los reflejos y el contraste entre luces y sombras luzcan especialmente bien en el juego.
Si hablamos de rendimiento estamos muy satisfechos con el juego de idSoftware. En nuestro PC principal de sobremesa equipado con una NVIDIA GeForce RTX 5080 junto a un procesador Ryzen 5900X, 64 GB de RAM, Windows 11 y almacenamiento SSD hemos podido jugar a 4K con gráficos al máximo y path tracing utilizando DLSS en modo calidad y generación múltiple de frames para obtener en torno a los 200 FPS en casi cualquier situación y sin notar errores evidentes en la latencia o en la visualización de texturas. Por otro lado, en un portátil con una GPU NVIDIA GeForce RTX 4060, procesador i9-14900HX y 32 GB de RAM hemos jugado a 1080p, en la máxima calidad gráfica, DLSS 3 y generación de frames simple en torno a unos 120 FPS confirmando la buena optimización del juego en ordenador.

En lo artístico el juego es sobresaliente, la estética de fantasía gótica con toques de ciencia ficción le sienta como anillo al dedo y nos recuerda, a su manera, a la de Warhammer 40.0000. Algunos templos, castillos y construcciones son simplemente sobrecogedores, todo ello acompañada de una banda sonora que sigue respetando esas guitarras y melodías tan machaconas y enérgicas que habíamos visto en las entregas anteriores y un buen doblaje que, finalmente, ha llegado en español de España.
Conclusiones
Doom: The Dark Ages es una nueva muestra de que idSoftware son los reyes haciendo shooters en primera persona de corte clásico, pero revitalizándolos en cada entrega con una propuesta de combate con sus matices que hacen que incluso los jugadores más veteranos tengan que adaptarse y ajustar su forma de jugar para aprovechar al máximo las nuevas características.
En este caso a pesar de que se vuelve a los orígenes manteniendo los pies en el suelo también tenemos el sierra-escudo, que es el ejemplo más claro, un arma esencial para resistir los combates contra el mayor número de enemigos que hemos visto jamás en pantalla en un Doom, ofreciéndonos combates desafiantes, muy divertidos y que nos harán tener que tomar todo tipo de decisiones casi al milisegundo si queremos salir con vida del entuerto.
A nivel técnico es un juego espectacular, la banda sonora cumple, sigue teniendo niveles con un montón de secretos y rincones que explorar y los únicos peros que le vemos son que podrían haber aprovechado algo mejor la llegada del Atlan y el Dragón así como que en los niveles más amplios se pierde un poco de la esencia de Doom pero, desde luego, si te gusta el género y te encanta la saga se trata de un indispensable que debes de jugar sí o sí en tu PC, PS5 o Xbox Series X/S.
*Hemos realizado este análisis gracias a un código para PC proporcionado por Bethesda.

NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
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