Análisis Deliver At All Costs: Conducción, destrucción y mucho sentido del humor se dan la mano en esta divertida propuesta (PC, Xbox Series X, PS5)

Empezó siendo un proyecto universitario y terminó convirtiéndose en uno de los juegos independientes más llamativos de la primera mitad de año: Deliver at All Costs es una de esas propuestas que nadie incluye en las listas de los videojuegos más esperados de la temporada, pero que se las ingenia para arrancarnos una sonrisa gracias a su sentido del humor y excelente puesta en escena. Esto tiene mucho que ver con la personalidad de sus creadores, un grupo de jóvenes que, cansados de no encontrar lo que buscaban en el mercado, se propusieron crear ellos mismos un juego de esos que, sin saber exactamente por qué, nos enganchan desde el primer minuto de partida.
No es de extrañar por lo tanto que Konami, una de las compañías con más experiencia del sector, fuese la primera en tirarse a la piscina a la hora de cerrar un acuerdo de distribución con Far Out Games, el estudio que se esconde tras el desarrollo de esta obra. Tras pulular por distintos eventos y recibir una demo en Steam el pasado mes de febrero, el juego se estrena ahora para demostrar que las buenas impresiones que dejó tras de sí en el pasado son, en efecto, reales.
Así que cojamos las llaves de nuestro camión de servicio, transportémonos a finales de los años cincuenta, época socialmente convulsa en los Estados Unidos, y disfrutemos de las animadas melodías de jazz que nos dan la bienvenida desde los primeros minutos de juego.
Los locos años 50
Corre el año 1959, época de rock & roll, vestidos de lunares y de temor constante a la aniquilación nuclear. Es, como decíamos, una época complicada en el plano social en la que cada uno intenta ganarse el pan como buenamente puede. Pongamos, por ejemplo, el caso de Winston Green, un muchacho de veinticuatro años que vive en un pequeño estudio en el centro de la isla de St. Monique, un lugar repleto de vida… y de problemas. Tras pasar varios meses sin un duro, un día despierta para encontrar una carta que le avisa de lo que parece ser inevitable: o paga el alquiler o se quedará de patitas en la calle. El siempre caprichoso destino hace que, justo en ese momento, un anuncio radiofónico ilumine su vida: la empresa de transportes We Deliver necesita personal urgentemente. Así que ni corto no perezoso, nuestro héroe pone rumbo hacia ella para ver qué le ofrecen.
Comienza así la peculiar historia de Winston, un protagonista que rompe con algunos de los clichés habituales en estas lides. Para empezar, es una persona audaz y astuta, inteligente y con un pasado familiar algo turbio que iremos conociendo paulatinamente, a medida que sus sueños le recuerden por qué y cómo ha llegado hasta aquí. Además de ser un tipo listo, es ingeniero de profesión, algo que podemos descubrir en su piso, lugar donde da comienzo la historia, y en los distintos planos que encontramos prácticamente por doquier. Este detalle es crucial para entender el progreso del argumento, cuyos primeros compases nos llevan a pensar que estamos ante uno de esos juegos que no se toma en serio a sí mismo y que ofrecerá una historia plagada de lugares comunes y humor absurdo.
Pero nada más lejos de la realidad, Deliver at All Costs tiene la capacidad de sorprender en muchos aspectos, y uno de ellos es este. El argumento tiene toques humorísticos que nos recuerdan a esas comedias en las que nada se toma en serio, pero tampoco a broma. Esto no implica, claro, que estemos ante un drama shakesperiano que vaya a cambiar nuestra vida. El guion se mueve por derroteros a veces previsibles, otras sorprendentes, pero siempre con bastante madurez y sin desmerecer a los jugadores que se acerquen a él para ver qué puede ofrecer.
Que Winston sea un ingeniero justifica su capacidad para crear todo tipo de artilugios con los que mejorar sus servicios como repartidor de mercancía, pero también tiene un efecto directo en la parte jugable, por lo que nos tocará descubrir cuál es su pasado o qué es lo que le une con ciertas prácticas gubernamentales que son, digamos, poco cristalinas. Lo haremos sumergidos en una ambientación cincuentera, acompañada de la mentalidad, música y características típicas de la época.
Destrúyelo todo. De verdad. Todo (o casi).
No entenderemos la gracia del juego en todo su esplendor hasta que salgamos por primera vez a la calle, arranquemos el camión y lo pongamos en marcha. Cuando por fin conducimos, asistimos a un espectáculo que nos sorprende: el primer vehículo que conducimos nos lo ha prestado un vecino y tiene la marcha atrás puesta. Sin darnos cuenta pisamos el acelerador y… desgracia. Lo divertido es que, al chocar con el edificio y lejos de causar un horrible accidente, este se destroza en mil pedazos. Lo mismo sucede con las farolas, las vallas, los contenedores y con todo el mobiliario de la calle. Es decir: todo lo que nos rodea, o prácticamente todo (hay algunos objetos que, para evitar caer al agua o pasar por situaciones molestas, parecen ser irrompibles) es sujeto de ser destruido. Imaginad la cara de los vecinos de la isla de St. Monique al descubrir que, lo que antes fue una bonita calle peatonal, se ha convertido ahora en un cementerio de hormigón. Y todo por un solo responsable: Winston.
Deliver at All Costs emplea un motor gráfico con vista isométrica y dos perspectivas de cámara posibles. Desde nuestra base de operaciones, la compañía We Deliver, nos subimos al camión de la empresa y comenzamos a cumplir los recados que nos piden alguno de nuestros superiores. Estos encargos son de lo más variopinto y nos llevan en muchos casos a protagonizar situaciones realmente surrealistas, como subir una máquina de globos hinchables por lo alto de una montaña que sufre brutales desprendimientos o cambiar la vieja y tullida estatua del alcalde por una nueva que recibe el ataque de violentas gaviotas dispuestas a defecar en ella para manchar la imagen del político más "sublime" de la isla.
Aunque hay misiones realmente entretenidas, otras no están a la altura y transmiten la sensación de alargar innecesariamente su duración empleando trucos a los que ya estamos acostumbrados, como ir de punto A hacia punto B para luego hacernos volver al punto X, recorriendo de cabo a rabo algunos de los sectores de los que se compone el mapa.
Cuestión de perspectiva y de buen rollo
Que haya misiones de relleno no es algo que nos extrañe, no en vano es la práctica habitual que la mayoría de las desarrolladoras emplean en esta clase de propuestas, pero al tratarse de un título con un prisma de acciones tan acotado, es algo que repercute en el ritmo de la partida. Pasa un poco lo mismo con los dos ángulos que podemos seleccionar en la cámara. Aunque durante muchas fases son más que suficientes para controlar bien nuestro vehículo, en las misiones que tenemos que realizar a pie, o en los momentos de exploración en los que hemos de subir a algún edifico o incluso realizar algún que otro salto, son difíciles de controlar por la errática tendencia de Winston a colarse por huecos que no podemos ver con antelación.
Caer desde grandes alturas no repercute en nuestra vida. De hecho, aunque fallemos en una misión solemos reaparecer en un punto intermedio de la misma, por lo que no se nos castiga demasiado por nuestras torpezas, aunque no por ello deja de ser molesto e irritante. No obstante, nosotros no somos los únicos que no perdemos la vida, ya que los transeúntes, pese a recibir fuertes impactos de nuestro vehículo con mucha frecuencia, se desplazan algunos metros y se levantan como si nada para seguir con su día a día. Algunos personajes pueden enfadarse y comenzar a perseguirnos, pero la violencia no es aquí un elemento del que preocuparse. Por lo general, el tono del juego es bastante afable: no formamos parte de una mafia, no disparamos, no hay palabras malsonantes (o pocas, muy inocentes). Podemos destruir todo lo que nos rodea, pero no causar el mal a alguien simplemente porque nos apetezca, un detalle que los que busquen una experiencia menos violenta que otras que podemos encontrar en el mercado harán bien en tener en cuenta.
St. Monique, una isla con encanto
Centrémonos por un momento en nuestros quehaceres diarios. Ya hemos comentado que la tarea principal de Winston es transportar paquetería, pero no es lo único que puede hacer en St. Monique. Mientras pululamos por la isla encontraremos a civiles que requieren de nuestra ayuda. De hacerlo, estos nos proporcionarán planos que luego podremos emplear para construir artilugios. Tanto las misiones principales como las secundarias aparecen marcadas en nuestra libreta personal, reflejada a la derecha de la pantalla siempre que tengamos que escribir un nuevo objetivo en ella, por lo que sabremos en todo momento qué es lo que tenemos exactamente.
St. Monique se divide en siete áreas: Reefside, Monte Calahan, St. Monique, El Paso, Port Belle, Old Monique y Pacifica Boardwalk. Cada sector cuenta con su propia personalidad, y aunque su tamaño no es excesivamente grande, sí tendremos que encontrar en ellos los clásicos coleccionables con los que trataremos de lograr superar el 100% del contenido del juego. Estas tareas suelen consistir en encontrar tesoros con herramientas, personajes importantes para el desarrollo de la historia, puntos de observación (miradores desde los que contemplamos el mapa), etcétera. Es fácil orientarnos y las distancias que tenemos que recorrer se pueden salvar utilizando métodos de transporte alternativos que nos ahorran perder demasiado tiempo yendo de un lado a otro. El mapa engaña, porque parece mucho más pequeño y transmite una sensación diferente cuando empezamos a jugar y a descubrir sus posibilidades.
A toda velocidad
Dicho mapa se representa de dos formas: el general, que nos permite tener una idea de la zona de la isla en la que nos encontramos, y el específico de cada área. El diseño de estas zonas no es especialmente complejo y el hecho de contar con marcadores que nos explican bien adónde tenemos que ir es algo que agradecemos. Además, en las fases de conducción o de exploración también tendremos a nuestra disposición un pequeño mapamundi en la zona superior derecha de la pantalla que, sin ser especialmente explícito a la hora de explicar exactamente el camino que tenemos que seguir para llegar a nuestro objetivo, nos ayuda a orientarnos con relativa facilidad. Y si todavía sentimos que necesitamos algo más de ayuda, el juego también nos guía con flechas de color que aparecen reflejadas en la calzada para poder orientarnos sin tener que separar la vista de lo que realmente importa: la acción.
Luego tenemos el taller, en el que podemos ensamblar artilugios utilizando planos y piezas que encontraremos por el mapa o tras realizar misiones secundarias. Al principio podemos, por ejemplo, instalar una grúa o colocar puertas hidráulicas que se abren tocando un botón. Algunas mejoras son graciosas, otras cambian la estética del vehículo y muchas son realmente útiles para ir progresando en nuestra nueva profesión como repartidores. Con la grúa, por ejemplo, tendremos que cargar un marlín en la parte trasera del camión, luego meterlo en una bañera de pintura y finalmente descargarlo en el lugar correspondiente, todo ello mientras arrasamos media ciudad buscando barriles que alberguen comida para él, o de lo contrario se mandará a mudar o, peor aún: nos comerá a nosotros.
Un motor gráfico simple, pero efectivo
Además de ser bastante agradables a la vista, los gráficos no son nada exigentes en cuanto a las necesidades técnicas que requiere nuestro equipo para moverlo. Desde el menú principal podemos cambiar algunos de los parámetros gráficos de rendimiento, como modificar la calidad de las texturas (baja, media, alta), el suavizado de contorno y el límite de cuadros por segundo en pantalla, aunque no debería hacer falta complicarnos mucho la vida en este sentido. El toque atractivo de los gráficos lo pone el estilo artístico, desenfadado y decorado con los atrezos habituales de la época, y no la soberbia la calidad del rostro de los personajes, que en este sentido es bastante humilde.
Algo que nos ha llamado negativamente la atención es la ausencia de subtítulos durante algunas escenas de vídeo. Imaginamos que se trata de un problema de la versión que hemos jugado y que se lanzará algún parche que solucione este problema, pero en nuestra partida hemos tenido que afinar el oído para entender el tono jocoso y divertido del narrador. Sin embargo, este no ha sido el único lugar en el que la traducción brillaba por su ausencia: también al echar un vistazo a un periódico o cualquier otro documento podemos comprobar que no hay aquí ni rastro del español para entender esos pequeños matices que suelen gustar a los curiosos. Tampoco la radio que escuchamos mientras conducimos, y que suele abordar todo tipo de temas, normalmente con un toque cómico, cuenta con subtítulos que nos ayuden a no perdernos un detalle de sentido del humor.
Conclusión
Esperábamos un juego divertido y eso es exactamente lo que hemos encontrado en Deliver at All Costs: una propuesta entretenidísima, donde el buen humor y la comedia ligera se unen a un argumento más elaborado de lo que imaginábamos. El verdadero protagonista de esta experiencia, dejando al margen a Winston, es el motor de físicas, que funciona sorprendentemente bien y ofrece una experiencia visual repleta de explosiones y objetos que salen disparados por los aires. Que algunas texturas no sean nada del otro mundo es algo que podemos perdonar fácilmente gracias a un rendimiento notable, no exento de algún que otro tirón o de bajadas de la tasa de fotogramas en pantalla, pero más que aceptable cuando analizamos el cómputo global.
No es esta una experiencia complicada, sino todo lo contrario: la idea es pasar un buen rato y soltar alguna que otra carcajada cuando sea menester. Si no llegamos a tanto, a buen seguro su tono jovial y alegre ayudará a aliviar tensión cuando más lo necesitemos. Es, en resumidas cuentas, una propuesta que sin complicarse mucho la vida agrada y divierte por igual. Id preparando el camión, que salimos a repartir.
*Hemos realizado este análisis en PC (Steam) con un código proporcionado por Konami.
NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
Últimos análisis de PC, Xbox Series X y PS5



