Análisis de Broken Age (PC, iPhone, Xbox One, Switch, PS4)
Ha pasado tanto tiempo desde que este proyecto echara a andar, que hoy en día el crowdfunding o micromecenazgo puesto en práctica en plataformas como Kickstarter ya está visto como algo normal, y ha ofrecido algunos de los mejores juegos de los últimos tiempos, como el reciente Pillars of Eternity. Miles de usuarios ponen su dinero para que se creen los juegos que desean jugar, y gracias a esto es posible ver nuevos trabajos de géneros que ya se creían olvidados, al menos por parte de las productoras, que no por lo jugadores, como demuestra el éxito de muchas iniciativas en Kickstarter.
Double Fine Adventure fue uno de los primeros grandes éxitos de esta fructífera relación entre los videojuegos y el micromecenazgo, y partiendo de un objetivo ambicioso como era recaudar 400.000 dólares, terminaron consiguiendo 3.3 millones, gracias a la colaboración de más de 87.000 personas deseosas de jugar una aventura gráfica como las de antes.
Ya con el juego final en nuestro poder podemos echar la vista atrás, hacer balance y sacar algunas conclusiones, como que Double Fine Productions ha pagado la novatada de ser uno de los primeros estudios en lanzarse a la aventura de los Kickstarter, con un desarrollo que no ha estado del todo bien gestionado.
Han pasado más de tres años desde que cerrara su financiación (marzo de 2012), y casi un año y medio desde que se lanzara el primer acto, demasiado tiempo para una aventura gráfica que está bastante bien, pero de la que esperábamos un poco más. Con esto no queremos decir que sea un mal juego, o uno fallido, para nada, pero quizás se han generado demasiadas expectativas a su alrededor con tanto tiempo de desarrollo, y los que se esperen una aventura gráfica que sea una obra maestra, como las que nos ofreció LucasArts en su mejores años, se sentirán decepcionados.
Broken Age tiene el espíritu de las aventuras gráficas de mediados de los 90, cuando estas ya habían desechado los clásicas acciones de "mirar", "coger", "hablar", "usar", etcétera, para apostar por unas interfaces más modernas, sencillas e intuitivas, aptas para todo tipo de jugadores, pero sin dejar por ello de ofrecer un gran desafío a nuestras neuronas (ahí tenemos juegos como Full Throttle o Grim Fandango, del propio Tim Schafer). Broken Age es todavía más simple que estos juegos en cuanto a su planteamiento jugable, y ante un elemento del escenario o un personaje no tenemos diferentes acciones, solo una: interactuar. Sí que tenemos el clásico inventario, en el que podemos ir guardando todo tipo de objetos, para usar con elementos del escenario o combinar entre sí.
Si bien muchos podéis decir que su jugabilidad no es estrictamente clásica, y por tanto no recupera el espíritu de aquellas aventuras, para nosotros sí que lo hace en aspectos más importantes, como es su encantador humor para todos los públicos, su ingenio e imaginación, unos diálogos deliciosamente escritos, y un apartado artístico cuidado hasta el extremo, tanto en lo visual como en lo sonoro. Una "magia" ya prácticamente perdida en las aventuras gráficas contemporáneas, que solo el talento de Tim Schafer y su equipo han sabido traer de vuelta, aunque en el resultado final se hayan quedado un poco lejos de tocar las puertas del cielo, más de lo que nos hubiera gustado.
Héroes por accidente
Broken Age nos cuenta la historia de Vella y Shay, dos adolescentes que viven en mundos y circunstancias completamente diferentes, pero ambos con algo en común: están condenados a cumplir con un destino que no han elegido, y tendrán que decidir si quieren romper con lo que se espera de ellos para poder para tomar las riendas de su vida. Ella vive en una pequeña aldea, y va a ser sacrificada en un ritual ancestral que sirve para apaciguar el hambre de destrucción de un enorme monstruo que los visita periódicamente. Él está atrapado en una nave espacial controlada por una inteligencia artificial excesivamente maternal, que le protege constantemente, y para que no se aburra, le encarga unas absurdas y repetitivas misiones en las que tiene que ejercer de falso héroe.
Partiendo de este interesante punto de partida, podemos controlar a cualquiera de los dos personajes a nuestro antojo, al menos hasta llegar a ciertos puntos concretos del juego, en los que tenemos que haber completado la trama de ambos para que la historia siga adelante. Da igual en el orden en el que completemos sus historias y si las vamos alternando, estas están separadas y no se mezclan, y lo que hacemos en una no afecta a la otra. Y es una pena, ya que en el tramo final esto cambia y la propuesta jugable gana mucho interés al obligarnos a cambiar entre Vella y Shay constantemente, ya que ciertas acciones tienen repercusiones en el desarrollo del otro personaje, y es necesario alternarlos para resolver los puzles. Esto representa un pequeño porcentaje del juego, pero nos demuestra que de haberse hecho durante más tiempo hubiéramos estado ante una aventura gráfica mucho más estimulante y original.
Dejando a un lado lo que podría haber sido, la curva de dificultad es bastante amable durante todo el juego, lo que no quiere decir que sea fácil, y nos quedaremos atascados más de una vez, aunque nunca llegaremos a desesperarnos si tenemos un poco de experiencia en el género. No es una aventura tramposa, no almacenamos decenas de objetos ni estos están demasiado escondidos como para no verlos si observamos los escenarios con atención, y hay tres o cuatro puzles de los de toda la vida, incluso alguno de los de coger papel y lápiz, que a poco que te pares a pensarlos son bastante lógicos, aunque nos exigen emplearnos a fondo. Nos parece que ofrece una dificultad prácticamente perfecta, y se agradece que no hayan incluido un sistema de pistas u otras facilidades que hemos visto en los últimos años en el género, y en Double Fine siguen confiando en la inteligencia del jugador.
Otro detalle que nos ha gustado es lo bien medidas que están las conversaciones, numerosas sí, pero nunca con líneas demasiados largas o innecesarias, de estas que acabas pasando rápido. Hemos escuchado tranquilamente todos los diálogos, genialmente escritos, y mejor interpretados, con un humor que si bien no te saca sonoras carcajadas, si te mantiene de manera persistente una sonrisa en la boca. El sistema de conversación es totalmente clásico, con una serie de líneas predefinidas sobre las que no tenemos ningún poder de decisión ni alternativa, y que casi siempre conviene agotar. Que alabemos la calidad de los diálogos no quiere decir que estemos diciendo lo mismo de la historia, y esta nos ha decepcionado bastante.
Arranca bien, mantiene cierto misterio, y tiene un giro genial a mitad del juego, el que ya visteis los que jugarais a la primera parte lanzada en enero del año pasado. Pero a partir de aquí la historia no mejora, su desenlace es tirando a pobre, y es una pena descubrir que el juego nos había mostrado sus mejores cartas narrativas en la primera mitad, junto cuando esperábamos que pasara todo lo contrario, y que el argumento explotara en el segundo acto. Tan decepcionante como esto es el hecho de descubrir que todos los escenarios que ya vimos en la primera parte se reciclan en la segunda mitad del juego, apenas hay localizaciones nuevas, y tenemos que recorrer prácticamente los mismos lugares con algunas modificaciones, controlando a otro personaje y con nuevas historias y puzles en ellos. Esperábamos algo mucho más ambicioso después de tanto tiempo esperando por para poder disfrutar de la aventura al completo.
Aunque en su momento al primer acto lo tachamos de facilón y bastante corto, el juego completo tiene una duración más que correcta, unas 12 horas aproximadamente, dependiendo de cuánto se te atragante algún puzle en concreto. Como imaginábamos los mayores desafíos estaban por llegar en la segunda mitad, que ya no es ni mucho menos un paseo, y su sencilla historia como descubriréis no daba para alargar mucho más la cosa, al menos no sin incluir paja, que casi no tiene.
El apartado audiovisual nos ha encantado, empezando por su diseño artístico, un cuento infantil dibujado a mano que no será del agrado de todos, pero que nos parece precioso, con unos escenarios que son un derroche de imaginación, y unos personajes tremendamente expresivos, reaccionando de manera diferente a cada línea de diálogo. El juego se ve y se mueve exactamente igual de bien en PC y PS4 (se juega sin ningún problema con el mando por cierto), aunque no podemos decir lo mismo de la versión de PS Vita, que tiene un gran problema, unos tiempos de carga entre escenarios demasiado largos, de entre 10 y 15 segundos. Dicho así no parecen excesivos, pero creednos que lo son, en un juego que tienes que moverte constantemente de un lugar a otro buscando una solución, y se hace insufrible ir a un lugar muy alejado, cuando en PS4 y PC es instantáneo moverte entre escenarios.
Por otro lado el sonido es sobresaliente, soberbio, con una excelente banda sonora compuesta por Peter McConnell, compositor de algunos de algunas de las mejores aventuras de LucasArts como Maniac Mansion: Day of the Tentacle, The Dig o Grim Fandango, y que demuestra estar en plena forma. Unas composiciones elegantes, sutiles, que crean una atmósfera perfecta de cuento, con un curioso aire melancólico y nostálgico que transmite a la perfección los sentimientos de los protagonistas y del mundo que los rodea.
Y a su altura está el doblaje en inglés, simplemente perfecto, uno de los juegos mejor interpretados que recordamos, con Elijah Wood y Masasa Moyo poniendo voz a los personajes principales, y rodeados de un buen elenco de secundarios, como Jack Black (actor que ya trabajó con el estudio en Brütal Legend), Jennifer Hale (la voz femenina de Shepard en Mass Effect), o Will Wheaton (The Big Bang Theory). Para que no os perdáis nada, tiene una impecable traducción al español, además con un tamaño generoso de las letras, algo que no tienen en cuenta muchos juegos.
Imprescindible si creciste con las grandes aventuras de LucasArts
Hemos disfrutado muchísimo Broken Age, y nos ha recordado aquellos inolvidables momentos que vivimos en los 90, cuando las aventuras gráficas eran un género estrella, y nos trasladaban a extraños mundos que nunca hemos podido borrar de nuestra memoria. Quizá sus grandes enemigos vayan a ser el largo tiempo de desarrollo y sus 87.000 productores, ya que es inevitable que todos esperáramos un poquito más de tan ruidoso proyecto. Más localizaciones, una historia más elaborada, y en definitiva, un juego más inolvidable de lo que finalmente ha sido.
Pero dejando un lado estas pegas, estamos ante una aventura gráfica encantadora, hecha con un gusto exquisito, y con unos gráficos, una banda sonora y unas interpretaciones al alcance de muy pocos títulos. Si algún día amaste este género, o si todavía lo sigues queriendo, Broken Age es un baño de nostalgia estupendo, que no te puedes perder.