Análisis Alba: A Wildlife Adventure, aquel inolvidable verano de lucha ecologista (PC, Switch, PS4, Xbox One, PS5, Xbox Series X/S)
Alba: A Wildlife Adventure, que a España llega bajo el nombre Alba: Una Aventura Mediterránea, es el nuevo juego de ustwo games, estudio londinense conocido por haber desarrollado tanto Monument Valley como Monument Valley 2, además de Assemble With Care. En esta nueva obra han dejado de lado el enfoque hacia el rompecabezas para apostar por un título de exploración 3D en mundo abierto que ya está disponible tanto en PC a través de Steam como en dispositivos iOS mediante el servicio de suscripción Apple Arcade. Próximamente, aunque no sabemos cuándo, llegará también a consolas.
Estamos ante una obra que busca "ayudar a concienciar a pequeños y adultos y motivarles a pasar a la acción para proteger el medio ambiente", según sus propios creadores, y lo hace llevando la acción a una ficticia isla del Mediterráneo llamada Pinar del Mar; un lugar que, aunque no se especifica en ningún sitio, está fuertemente inspirado por los pueblos costeros de la Comunitat Valenciana y las Illes Balears. Allí Alba pasa unos días de vacaciones junto a sus abuelos y su inseparable amiga Inés, con quien formará un grupo de protección de la fauna de la isla.
Dos niñas contra la corrupción urbanística
Aunque durante la mayor parte del juego controlaremos a una Alba de unos seis o siete años, la primera vez que visitamos Pinar del Mar, al principio del juego, ella tiene unos cuantos menos: es apenas una cría que ha aprendido a dar sus primeros pasos y lo primero que vemos de ella es cómo se tambalea por la playa persiguiendo bebés gaviota. La adorable estampa es interrumpida por su abuelo, que llega de entre las dunas y pide a Alba que le saque una foto junto a la abuela. Cuando la niña enfoca y toma la instantánea vemos que en lugar de a sus familiares ha fotografiado a un lince ibérico que, por algún motivo, andaba por esta playa mediterránea.
De esta manera se nos presentan las bases de la personalidad de Alba: la relación con sus abuelos y el fuerte amor por la naturaleza. Todo lo que Alba: A Wildlife Adventure quiere contarnos lo hará sustentándose en esos dos pilares, en la relación de la protagonista con sus familiares y allegados, y en el respeto que guarda hacia la vida animal. Del mismo modo, en esa primera escena podemos apreciar también uno de los principales fallos del juego: su amalgamada reinterpretación de una isla ficticia basada en escenarios reales acaba por representar situaciones imposibles como la de que un lince ibérico camine por una playa del Mediterráneo.
Pero en realidad todo lo que hace Alba: A Wildlife Adventure, todo en lo que se centra y por lo que sacrifica ciertos detalles en el camino, es enfocar la mirada de los jugadores hacia el mensaje ecologista. Su objetivo final es lanzar una idea de concienciación que germine en la mente de quienes jueguen a esta aventura, y para ello crea un enemigo antipático con el que es imposible estar de acuerdo: un magnate corrupto que ha logrado convencer al alcalde de Pinar del Mar para que le deje construir un hotel de lujo en plena reserva natural. Cuando Alba e Inés, amantes de la naturaleza, se enteran de este nuevo proyecto urbanístico deciden aprovechar su recién fundada liga para la salvaguarda de la fauna local para pedir firma a los vecinos e intentar parar la obra del complejo hotelero.
Ayudando y estudiando a la fauna local
Con el objetivo en mente de detener la construcción del hotel de lujo, Alba sale cada día de casa de sus abuelos con una misión personal en mente: escanear todos los animales que vea en la isla. Para ello utilizará el móvil inteligente que su propia abuela le regaló días atrás y cuya cámara es capaz de identificar las especies locales sólo con sacarles una fotografía. De ese modo, iremos correteando por Pinar del Mar buscando nuevos animales que todavía no hayamos escaneado.
Lo que tenemos aquí es una especie de Pokémon Snap que funciona maravillosamente bien dentro de la propuesta de ustwo games: vemos un nuevo bichín que todavía no hemos reconocido, le apuntamos con nuestro móvil e identificamos de qué especie es. No hay sólo un animal de cada tipo, habitualmente, sino que la mayoría campan a sus anchas por ahí en un brillante ejercicio de recreación de la vida autóctona de la zona. También ella campa por el pueblo con una entrañable forma de moverse que reproduce a la perfeccción la alegría infantil.
La meta de Alba: A Wildlife Adventure podría haber sido simplemente esa, la de pasear por la isla buscando nuevos animales a los que fotografiar, ayudando además a aquellos que no puedan valerse por sí mismos porque se han quedado atrapados en basura o porque se han intoxicado al comer algo que no debían. Pero no, ustwo games entendió por algún motivo que eso era insuficiente y le introdujo unos sistemas que establecen normas demasiado estrictas para un juego que, en definitiva, representa las vacaciones de verano de una niña de seis o siete años.
Al darle a Alba e Inés la responsabilidad de paralizar las obras del hotel de lujo se les marca también un itinerario diario de misiones que realizar para convencer a los vecinos de que las obras en la reserva natural son mala idea y firmen la petición de detenerlas. Esta recogida de firmas no es mala idea per se, pero encajada dentro de uno sistemas de objetivos y recados -si haces esto, te firmo el papel- acaba por desentonar en el tono de ecología comunitaria que pretende tener el juego.
Alba: A Wildlife Adventure demuestra que da lo mejor de sí cuando deja que las niñas se diviertan y colaboren con la preservación de la fauna local sin necesidad de cargar sobre sus hombros la tarea de salvar la isla de la gentrificación. Cuando se deja llevar por los objetivos secundarios, cuando participas de manera desinteresada en la actividad del pueblo, cuando simplemente campas por Pinar del Mar escaneando animales, recogiendo basura, reparando casitas de pájaros y hablando con los vecinos… Es entonces cuando de verdad sale a relucir la entrañable representación de un verano infantil donde la ecología tiene un peso vehicular no forzado.
Oigo y veo aquel verano en la costa
Y es que lo mejor de Alba: A Wildlife Adventure es la manera en la que han conseguido representar un verano cualquiera en un pueblito de costa cualquiera. Muy probablemente buena parte del público español que acabe jugando a esta obra encontrará similitudes con lugares en los que han pasado algún que otro día de vacaciones, o incluso en sitios donde viven o que les quedan cerca. Pinar del Mar es un paisaje que muchos conocemos o que podemos utilizar para llevárnoslo a un espacio personal semejante. Es un sitio de playa, un verano de nuestra infancia que recordamos idealizado.
Las callejuelas del pueblo, el paseo marítimo, los bazares con colchonetas y pelotas de playa, los bares, el ayuntamiento, la verbena, el castillo en la cima de la montaña, los campos de cultivo, las casas diseminadas, el chiringuito, las tablas de madera para acceder a la arena, el mastodóntico edificio de apartamentos… Hay mil y un detalles que ustwo games ha sabido captar de la esencia de los pueblos de costa del Levante español y los ha transformado aquí en un espacio ficticio que cada persona puede reinterpretar para sí llevándoselo a sus propias memorias nostálgicas.
No sólo en la recreación visual se ha realizado un buen trabajo, sino también en los efectos sonoros: mientras paseas por el pinar de Alba: A Wildlife Adventure y oyes cantar a las diferentes especies de pájaros te olvidas por un momento de que en realidad esos animales no están ahí. La playa suena de una forma, el matorral de otra. La recreación del sonido de la fauna local, incluyendo el inconfundible crepitar de las cigarras en verano, es uno de los apartados más notables de este título.
También se ha trabajado en profundidad otros aspectos que ayudan a dar vida tanto al pueblo como a sus habitantes. La música, por ejemplo, compuesta por Lorena Álvarez, nos acompaña durante toda la aventura cogiendo elementos de aquí y allá para conformar una banda sonora que encaja perfectamente en cada momento: desde que Alba sale correteando por la mañana de casa de sus abuelos y le acompaña un simpático tema, alegre como hay pocos, hasta que en momentos de tensión se pone seria y canta desde lo más profundo una dramática canción con tintes populares.
Por otro lado, sus personajes, que nos hablan con diálogos en español bien localizados, forman parte de todo un elenco de perfiles que no es raro encontrarse en cualquier pueblo costero. La mayoría de las veces huye de la estereotipación y propone un crisol variado de personajes con no demasiados tópicos, pero en otras ocasiones tropieza con las mismas piedras de siempre y coloca, por ejemplo, al agricultor del pueblo como el único que habla omitiendo consonantes al final de las palabras.
¿Dónde está Pinar del Mar?
Y es que al final Alba: A Wildlife Adventure recorre una cuerda floja de la que nunca cae pero en la que nunca consigue equilibrarse. La jugabilidad es libre pero constreñida, la mayoría de personajes no están estereotipados pero quienes lo están, lo están mucho, y la recreación del pueblo es excelente, pero no perfecta porque parece haberse realizado desde una perspectiva exógena cuyo resultado chirría a quienes este ambiente nos toca de cerca.
Si paseamos por Pinar del Mar con nuestro bagaje cultural heredado de haber pasado tiempo en los pueblos costeros del mediterráneo español, o al menos de conocerlos de oídas, sabremos reconocer que evidentemente esta isla está basada en ellos. Hay detalles que incluso nos lo dejan claro: el uniforme de la policía local, las señales de los vados de las puertas de los garajes, los carteles en castellano y valenciano, las banderas de España, la Comunitat Valenciana y la Unión Europea del ayuntamiento…
Pero ustwo games no se ha inspirado únicamente en un sitio para crear Pinar del Mar, sino que ha realizado la construcción de un espacio ficticio de retales de lugares reales del Mediterráneo. David Fernández Huerta, director de arte del estudio, dice haberse inspirado en sitios como Ibiza o Valencia y sus alrededores (pueblos como Náquera, Serra, Puçol, El Palmar, L'Albufera o Moncada), pero también de localizaciones de Grecia o Italia.
Al final, lo que tenemos es una especie de mejunje que no termina de cuajar para la mirada autóctona, pero quizás sí para la mirada guiri. Probablemente nadie extranjero vaya a alarmarse al ver un lince en el Mediterráneo porque lo relacionen con España y nada más, tampoco por la obsesión que tienen en este pueblo con la paella porque, de nuevo, es símbolo nacional y todos la comemos día sí, día también. Hay destellos locales que sin duda dejan claro que los responsables de este juego tienen una fuerte relación con la cultura española (muchos de ellos son de aquí, faltaría más), pero al mismo tiempo hay una desambiguación del territorio que rechina en momentos clave y que es difícil dejar pasar.
Es un punto extraño, en realidad, ya que estamos acostumbrados a que la representación que se realiza de España desde fuera sea una muy estereotipada en rasgos muy concretos. Alba: A Wildlife Adventure no llega a esos extremos, no es toro y olé todo el rato, pero se queda cerca de representar con maestría la cultura popular, rural y comunitaria de los pueblos del Levante, dejándose llevar al final hacia las aguas de la inexistente y vaga idea del conglomerado "pueblo mediterráneo".
Conclusiones
Si Alba: A Wildlife Adventure hace click en la persona que lo juega, si consigue que su ficticio pueblo encaje en las memorias nostálgicas de aquel verano romántico que vivió alguna vez, es muy probable que este juego se convierta en algo tremendamente emotivo para ella. Lo tiene todo para conseguirlo, en realidad, desde el protagonismo de una adorable y alegre niña hasta la recreación visual y sonora de un entorno familiar, aunque a veces juegue en contra de todo eso, por algún motivo. Si no, tiene otro as bajo la manga: conseguir que el mensaje ecologista cale. Hacer que nuestra meta, por muy forzada que sea, consista en ayudar al pueblo a ser más verde naturaleza y menos verde billete es todo un acierto. Conseguir que nuestra interacción con el entorno sea la de ayudar y que la relación con los animales no sea la de acariciarles, cuidarles y aprovecharnos de ellos es un avance en los juegos de esta temática. Los fallos en relación a la representación del territorio están ahí y serán poco obviables para la mirada local, pero es muy difícil no recomendar este juego por su entrañabilidad, por su temática, por su forma de representar la relación con la naturaleza, por su jugabilidad y por otras muchas cosas que hacen del conjunto un sitio al que querer volver a pasar el verano.
Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por ustwo games.