Análisis de Dragon Ball Z Goku Densetsu (NDS)
Aunque la clásica serie de animación y tebeo japonés (manga) Dragon Ball Z ya se estrenó en la portátil de dos pantallas de la mano del juego de lucha Dragon Ball Z Super Sonic Warriors 2, una secuela directa del original de GBA, un juego de lucha que poco tiene que ver con el planteamiento de Dragon Ball Z: Goku Densetsu, un juego de combates por cartas.
Una de las principales virtudes de este juego es que, a diferencia de lo que sucede en una amplia cantidad de representantes del género, se distancia de toda complejidad en su sistema de juego y reglas para ofrecer una aproximación sencilla y accesible al combate por cartas, aunque, claro, esto implica que se pierdan factores estratégicos que sí son posibles cuando todo el sistema es mucho más complejo.
Una cosa por la otra, y esto, la verdad, va por gustos. Los aficionados al género estarán mejor alejados de la apuesta realizada con Goku Densetsu, pero, para el resto, puede ser una buena oportunidad para descubrir un estilo de videojuego que quizás les acabe enganchando y se vean arrastrados a títulos más elaborados.
El planteamiento básico es sencillo, pues se sustenta en combates de uno contra uno, cada uno con una mano de cinco cartas, y cada una de ellas tiene tres características: la puntuación de fuerza, la puntuación de defensa, y la acción que realiza, que es lo que determina el tipo de funcionalidad de la carta, habiendo ocho acciones diferentes. No parecen muchas, pero son bastantes para poder atacar, defendernos, y plantear acciones como mejorar nuestras estadísticas, robarle una carta al rival, perjudicarle, etc.
Para poner en juego una carta bastará con seleccionarla, al no tener que considerar ningún sistema de recursos ni tener un coste asociado las cartas, como sí sucede en otros títulos o incluso en juegos de cartas de mesa, en una de esas apuestas por la sencillez a las que hacíamos referencia. La carta que seleccionemos se enfrentará a la escogida por nuestro enemigo, y la que tenga más fuerza se impondrá y determinará cuánto daño hacemos al rival, con la variable de la defensa, por supuesto. El hueco que deje la carta se rellenará automáticamente con otra de nuestro mazo, y vuelta a empezar, hasta acabar con la energía de nuestro enemigo.
Como vemos, el mecanismo de juego es muy sencillo y, además, el juego cuenta con un tutorial, por lo que creemos que nadie tendrá dudas ni problemas para entender la mecánica de juego en pocos minutos. Del mismo modo, los jugadores experimentados en el género notarán que la suerte es un factor quizás demasiado determinante al suprimir muchas de las variables estratégicas que hay en otros representantes del género, pero, como hemos indicado, los neófitos estarán encantados por entender una mecánica sencilla y en absoluto rebuscada.
Por supuesto, hay variables en las luchas, como los ataques combinados. Si tenemos varias cartas en la mano compatibles entre sí, con, por ejemplo, el mismo valor en fuerza o defensa, podemos emplearlas todas juntas de una vez, por lo que podemos tener en ocasiones jugadas devastadoras, a poco que las cartas acompañen, al realizar múltiples acciones de una sola vez. Eso sí, esto no estará disponible desde el principio en el modo historia, teniendo que avanzar bastante en el juego para que se nos presente dicha opción.
La historia, claro, está ambientada en el mundo de Dragon Ball Z, y es el modo de juego principal. Tendremos que empezar escogiendo cuál será nuestro personaje principal, con tres opciones (Goku, Gohan y Piccolo), más una cuarta, bloqueada inicialmente, aunque bastante evidente, en nuestra opinión. Cada personaje tendrá un tablero o mapa de juego que consiste en una serie de situaciones diferentes, en una estructura que nos puede recordar vagamente a la de la serie de televisión. De esta manera, el personaje principal va siendo guiado y se presentan las diferentes circunstancias de juego, se nos dan unos objetivos (repetitivos) y se culmina con la lucha contra el jefe final.
Los objetivos suelen consistir en una excusa para explorar el escenario y enfrentarnos a enemigos mediocres. Para movernos por el escenario tendremos que usar las cartas, determinando éstas cuántos espacios nos podemos mover en nuestro turno (puntos de fuerza) así como las posibilidades de eludir un combate aleatorio (puntos de defensa). Uno de los defectos del diseño del juego es que estos combates son muy fáciles y algo molestos por su nivel de incidencia, bastante elevada, lo que en última instancia nos retrasa en el objetivo de llegar al jefe final. Pero esa batalla muestra un nivel de dificultad mucho más elevado que el resto de combates, por lo que la curva de dificultad resulta poco acertada. Además, si perdemos, tendremos que empezar toda esa fase desde el principio.
Parte del problema es que no tenemos ninguna opción de configurar nuestro mazo de cartas, por lo que podemos vernos obligados a consumir nuestras mejores cartas contra enemigos irrelevantes, y quedar totalmente vendidos ante el jefe final, pues todo queda en manos de la suerte, que nos mezcla las cartas antes de cada combate. Además, el juego pierde ritmo con las secuencias de animación (bueno, retratos) en los que aparecen los personajes enemigos, se cruzan unas palabras, y empiezan las luchas, con algún corte de voz ocasional.
Por supuesto, hay que contar también con el modo multijugador, que permite un enfrentamiento de hasta cuatro jugadores (cada uno con su consola y copia del juego), o dos (cada uno con su consola, pero basta con una copia del juego). Si optamos por esta última opción, será un combate directo contra el otro jugador, sin música ni efectos de sonido en la consola que recibe los datos, lo que resulta en una experiencia de juego algo descafeinada. Por el contrario, la otra opción es mucho más similar a la experiencia de juego que obtenemos en el modo historia, con un tablero de juego, todo el aparato audiovisual incluido, etc. Los combates, sin embargo, resultan algo anodinos, y la verdad es que resulta algo más interesante el modo historia.
Por último, podremos acceder llegado el momento adecuado a una galería en la que ver las cartas que hemos usado, junto a sus estadísticas. No deja de ser extraño tener esta opción y no poder configurar el mazo, lo que deja claro que es una decisión basada completamente en la concepción jugable de los creadores del título, que no acaba de convencernos del todo.
A nivel gráfico, estamos ante un juego demasiado sencillote. Los gráficos en los tableros son simplones, demasiado básicos y esquemáticos, pero se complementan con unas ilustraciones de los personajes bastante grandes, aunque escasas en animación, demasiado estáticas y sosas. El resultado general es soso y torpe, sobre todo porque hay una patente falta de cuadros de animación en los tableros, de manera que no acaba de conformar un aspecto lo suficientemente contundente, aunque tiene ciertos destellos de calidad aquí y allá.
La música, por su parte, intenta hacer buenas composiciones de estilo algo rockero, con guitarra eléctrica, pero son definitivamente machacones y repetitivas, aunque suponemos que si estamos lo suficientemente atrapados por la acción las melodías no importarán demasiado. Desde luego, no es la banda sonora de la serie, y las composiciones no nos parece tampoco que aprovechen el poder técnico de la portátil. Los efectos de sonido, por su parte, suenan poco contundentes, aunque cumplen con su función.
Si aceptamos que su apuesta es la sencillez máxima, llegar a los pequeños, y no plantear problemas con una jugabilidad compleja, está claro que el título cumple, con nota incluso. Pero, ¿era realmente necesario llegar hasta estos extremos de sencillez? Cosas como no poder crear y configurar nuestro propio mazo a voluntad resta mucha estrategia (en concreto, toda), hace que todo dependa demasiado de la suerte, hasta tal punto que, en realidad, la sencillez puede ser excesiva y jugar definitivamente en su contra.
Por tanto, en realidad todo depende de, claro, cuánto nos gusta la serie en la que se basa, y si estamos dispuestos a aceptar los sacrificios en profundidad jugable a cambio de su accesibilidad. Si no somos aficionados al género, este título es una buena oportunidad para introducirnos en él; pero si lo somos, es mejor buscar otras opciones o corremos el riesgo de aburrirnos demasiado pronto.