Análisis de Doodle Hex (NDS)
El mundo de la magia siempre ha formado parte del colectivo de fantasías recurrentes en la infancia (y también pasada ésta), ya sea en forma de literatura o mediante otros elementos artísticos. Vamos, que las escuelas de magia y otras cosas por el estilo no nacieron con Harry Potter y otros fenómenos afines más o menos pasajeros, y podemos encontrar cientos (o incluso miles) de referentes a mundos mágicos y a las virtudes de mezclar sapos, culebras sin mucho esfuerzo, en unas ocasiones para luchar contra un dragón, otras para hechizar a alguna inocente doncella o, por qué no, convertir el plomo en oro.
En Doodle Hex vamos a conocer la Escuela de Runas, es decir, el colegio mágico más importante al que asisten estudiantes de todos los rincones del universo. Y, como habrás deducido, las runas son las que esconden la magia, y habrá que dominarlas para dominar la magia. Entre lección y lección Kalamazoo organiza torneos entre los estudiantes para ver quién es el mejor, con el objetivo de conseguir la ansiada Runa del Deseo.
Así que escogemos personaje (cada uno con características diferentes, si bien con pocos parámetros a evaluar) y empezamos los enfrentamientos. La historia es mínima al completo, por lo que en realidad nos da mucho más la sensación de estar ante un arcade en el que nos enfrentamos a rivales que ante una aventura con luchas mágicas. Y es que ése puede ser uno de los errores de percepción del título y fruto de decepciones: lo que nos ofrece Doodle Hex son combates y más combates, y desde luego en ningún momento pretende ser una aventura. Si tenemos eso claro, nos evitaremos disgustos y podremos saborear las virtudes de este título como es debido.
La acción se centra por completo en la pantalla inferior, dejando la superior para algunas ilustraciones y un poquito de información adicional, como el tiempo y las rondas de los combates. Y no es de extrañar, pues es un título completamente táctil en el que dibujamos runas en la zona de juego, y luego éstas se desplazan por un carrusel hasta nuestro enemigo que, por descontado, hace lo mismo. Cada runa consume un poco de magia, en cantidades variables, y ésta se va rellenando poco a poco, salvo cuando tocamos a nuestro personaje para iniciar la burbuja de defensa, bloqueándose la regeneración mágica.
Las runas se dividen en diferentes categorías, estructuradas por colores. Las verdes son los ataques simples que reducen la vida del personaje o debilitan la burbuja de defensa; las rojas, que pueden dañar incluso si las bloqueamos (aunque en menor cantidad); las amarillas, que producen diferentes efectos beneficiosos para el jugador que las lanza (y, de hecho, no viajan por el carrusel hacia el enemigo) y, finalmente, las azules, que afectan de diversas maneras al rival, funcionando como modificadores del estado de manera habitual (pueden, por ejemplo, dejarle congelado o sin defensa posible durante cierto tiempo, bloquear su recuperación de maná, etc.)
Los ataques pueden conformar combos si son ejecutados en orden y ritmo. Esto se enseña al jugador sin muchos problemas mediante el tutorial integrado que son los primeros combates, donde se nos muestra cómo usar los puntos de combo, aunque lo cierto es que en líneas generales son sencillos e incluso es posible que ejecutemos varios sin haber sido instruidos en ello. Luego, cuando conozcamos su mecanismo, podremos plantear combos de gran eficacia.
Según avancemos en el juego, se nos irán añadiendo nuevas runas que se guardarán en el Grimorio, que es una suerte de repositorio donde éstas se almacenan. Y es que parte de la estrategia de preparar los combates será escoger qué runas seleccionamos, pues en cuanto hayamos progresado un poco veremos que hay que empezar a descartar, y para tomar buenas elecciones habrá que buscar un equilibrio entre potencia, velocidad, consumo de magia y posibilidades de combinación para los combos. Además, cada runa aporta un combo recomendado, que podemos ver con un vídeo demostrativo tantas veces como sea necesario, de manera que este Grimorio nos sirve también como chuleta a la hora de tener en cuenta estas cosas e incluso cuenta con una opción para practicar el trazo de las runas.
Praticar con el dibujado de las runas es importante, pues si conseguimos dibujar alguna con suficiente precisión será una runa perfecta, imposible de bloquear. Aunque no es el único modo de conseguirlo. En la pantalla de combate tenemos una mascota, que se nos enseñará a usar en un par de combates. Una vez hayamos pasado ese trámite, podremos tocar sobre ella, dibujar una runa, y dejarla almacenada ahí. Cuando la queramos lanzar, sólo habrá que volver a tocar sobre la mascota, y ésta se lanzará siendo siempre, sin excepción, una runa perfecta. Por cierto, también sirve como defensa: si tocamos sobre la mascota y luego sobre nosotros, generaremos una burbuja defensiva mucho más poderosa.
Como no solo de combates vive el jugador, para potenciar la experiencia de juego se ha incluido un sistema de desafíos, que se han planteado como pruebas rápidas que abrirán el acceso a nuevas runas (aunque habrá sorpresas en este sentido a través de la web del juego). Eso si hablamos de desafíos de runas extra para usar en duelos rápidos y multijugador, pero no serán los únicos. Ha también desafíos maestros a los que sólo accederemos cuando tengamos todas las runas, desafíos de aprendiz para aprender técnicas específicas, y luego los desafíos maestros que se abrirán al superar todos esos retos de aprendiz.
Por supuesto, también hay una opción de enfrentamientos directos, llamados duelos rápidos, con múltiples opciones de configuración, como el número de rondas, el tiempo, la dificultad de nuestro rival... es decir, un enfrentamiento contra la máquina simple y directo. En ese sentido, sin desmerecer el trabajo de los rivales controlados por la máquina, la verdad es que el multijugador siempre es más agradecido, pese a andar un poco escaso de opciones.
A nivel artístico, el diseño del juego muestra, por un lado, una zona de juego algo sosa, aunque van cambiando varios elementos, dándole variedad, y es algo que agradeceremos, pues vamos a estar muchas horas mirando en esa dirección. Más destacable es el estilo de cómic o serie de animación juvenil que se ha logrado inyectar al juego en diseño de personajes, escenas y demás elementos, algo muy acorde con el público al que va dirigido. No podemos decir lo mismo de la banda sonora y de los efectos sonoros que acompañan a la acción, pues lo cierto es que estos resultan algo genéricos y se echan en falta voces digitalizadas o algún otro tipo de acompañamiento más intenso para los combates, pues hay poca repercusión sonora en los ataques. La música, por su parte, aunque es buena, lo cierto es que se la percibe algo falta de personalidad, todo lo contrario que el diseño gráfico.
Teniendo eso en cuenta, la verdad es que lo que nos ofrece Doodle Hex es una apuesta interesante, quizás algo falta de chicha en ocasiones, pero más que aconsejable para el público juvenil que quiera un juego sencillo, con elementos mágicos, algo de acción y un concepto que puede ser adictivo a poco que nos dejemos atrapar por su atmósfera.
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