Análisis de Cooking Mama 2 (NDS)
A finales de 2006 aterrizó en Europa el primer Cooking Mama, para regresar a nuestro país unos meses más tarde convenientemente traducido a nuestro idioma, lo que supuso un importante revulsivo para un juego destinado a un público muy amplio. Ahora, Cooking Mama 2: Cocina con tus amigos ha regresado a Nintendo DS, a la espera de que la secuela se presente también en Wii y, por supuesto, repite la misma fórmula que tan buenos resultados dio anteriormente. Y en español, por descontado.
Con la temática de la cocina y una estética llena de tonos pastel y personajes con una sonrisa más grande que su cabeza, lo cierto es que lo que se esconde en Cooking Mama es una serie de minijuegos camuflados en recetas de todo tipo que iremos haciendo paso a paso lo que hace de él una experiencia muy arcade, aunque con ese puntito que nos permite sacar alguna idea para añadir un poco más de variedad a nuestro recetario personal.
Lo cierto es que, con todo, esta secuela incorpora muy pocas novedades sustanciales a la hora de plantear su jugabilidad.
De hecho, los que hayan disfrutado del primer título conseguirán puntuaciones sobresalientes nada más empezar pues sin duda alguna conocerán casi todos los requisitos de habilidad, y es que las pruebas son casi las mismas, con pocas variaciones (cuando las hay).
En realidad, si nos gustó la fórmula del primero es difícil que éste juego nos canse, pues sigue funcionando muy bien, y si estábamos pensando en hacernos con él, dar el salto a esta secuela es el paso lógico. Lo que pasa es que no podemos evitar quitarnos de encima la sensación de estar ante poco más que una expansión, y con todo el tiempo que ha habido para el desarrollo de esta secuela podría haberse esperado más.
La premisa del juego, en cualquier caso, es muy sencilla: tenemos una extensa lista de recetas que nos van a plantear, paso a paso, realizar tareas como añadir ingredientes, cortar, triturar, cocer,... e incluso emplatar, a nuestro gusto, la receta. Desde luego, no vamos a aprender a cocinar, pero sí nos lo podemos pasar bien y extraer, quizá, alguna que otra idea.
Después de cada uno de los pasos de la receta se nos puntuará (indicándose con medallas), e iremos sumando puntos que se sumarán al final de la realización de la receta, lo que nos abrirá el camino a más recetas todavía. De esta manera, podremos ir progresando poco a poco ampliando el recetario o, lo que es lo mismo, la cantidad de minijuegos disponibles. La verdad es que por su sustima de pasos a la hora de componer el plato llegado un momento dominaremos las técnicas principales con mucha facilidad y pierde, quizás, algo de frescura en relación a otros títulos de minijuegos, lo que se hace mucho más evidente en esta secuela si ya hemos jugado a la primera.
Los pasos que vamos a tener que superar suelen ser muy sencillos, como decíamos. Así, por ejemplo, podemos pelar patatas, y luego cortarlas. Por supuesto, hay otros más complejos, como freír verduras que hayamos preparado antes, pues habrá que controlar la sartén y los tiempos de cocción para que no nos queden crudos unos ingredientes y carbonizados los otros. La cuestión es que lo que hacemos paso a paso es importante, pues meter la pata en una cosa en principio baladí puede desembocar en arruinar por completo la receta y, con ella, nuestra puntuación.
No cuesta mucho conseguir la totalidad de recetas disponibles, pues no hay una cantidad realmente ingente de éstas y el proceso de creación de éstas no suele requerir más que un par de minutos; tres o cuatro a lo sumo. En este sentido es cierto que los minijuegos son mucho más largos que en otros títulos del género, pero también es cierto que esto se debe a que son una secuencia de microjuegos. Podemos entenderlo como una sucesión de microjuegos que, más en la línea de Wario Ware, pueden durar unos segundos, y que en total todos los necesarios para llevar a cabo un plato suman esos minutitos.
Lo que sí hay que tener en cuenta es que, pese a que sí hay bastantes recetas, los procesos necesarios para llevarlas a cabo (los retos jugables en sí mismos) no suponen apenas una docena de tareas diferentes. Se puede cortar cebolla o nabo, pero la tarea es en esencia la misma; se puede hacer una masa o mezclar unos ingredientes, pero la tarea es también muy similar, por lo que, en realidad, a nivel jugable resulta un poquito descafeinado. Y como decíamos, la mayoría de las pruebas son recicladas del anterior juego, o versiones levemente revisadas.
Por otro lado, es cierto que el juego ha mejorado otros aspectos marginales de su concepción, como las posibilidades de personalización y la opción de tener una suerte de diario en la que se guardan los resultados de nuestras recetas (no tiene muchas casillas, pero las suficientes como para guardar los mejores resultados y creaciones). La personalización del juego nos permite cambiar la ropa de Mama con diferentes accesorios que iremos desbloqueando según avancemos en el juego (tanto a nivel de delantales, como accesorios de todo tipo). También se podrán cambiar los utensilios de cocina y tener diferentes colores para ollas, sartenes, peladores... Y lo mismo para el mobiliario de la cocina.
Un modo más interesante es el de cocinar para nuestros amigos. Cualquier fallo implicará el fracaso, pero si lo hacemos bien, preparamos el plato con gusto, y al probarlo su sabor es bueno conseguiremos nuevas recetas, objetos, y amigos más allá de las iniciales Chika y Mama. En la misma línea se sitúa el multijugador, que permite ser disfrutado con una única tarjeta de juego. El problema es que el multijugador está limitadísimo: se basa en realizar un paso de una receta, suelto, y no una receta entera, por lo que no transmite tampoco la misma sensación jugable que el título en su vertiente para un único jugador. Esto mismo se puede disfrutar para un jugador, y no va mal del todo para practicar, con pruebas como romper un huevo o pelar una manzana.
En su apartado técnico, Cooking Mama 2 es un buen juego con gráficos bidimensionales, modesto, pero más que suficiente y con encanto para plasmar su jugabilidad de manera eficiente en pantalla. Es una pena que no se haya hecho ningún avance sustancial en su presentación gráfica, más allá de las limitadas opciones de presentación y la inclusión de más personajes (muy parecidos entre ellos). Desde luego, su estilo visual, con un acabado muy cercano al de los dibujos animados, es simpático y agradable, y la representación de utensilios e ingredientes resulta acertada, con pequeñas concesiones a lo icónico sobre lo realista, lo que se entiende perfectamente por las opciones estilísticas tomadas.
La banda sonora es la misma que en el anterior juego, al igual que el conjunto de efectos de sonido. En este sentido, es evidente que nos encontramos otra vez con buenas melodías, animadas, bien adaptadas al concepto del juego, pero excesivamente repetidas y machaconas. Se han incluido voces, pero no destacan por su variedad ni por su calidad (técnica, ni interpretativa), hasta tal punto que son poco más que meramente anecdóticas. Desde luego, el apartado sonoro es el más desafortunado de todos.