Análisis de Mario Party Advance (Game Boy Advance)
Hasta cierto punto era extraño que Nintendo y Hudson no se decidiesen a convertir una saga tan popular a la pequeña GBA, ya que aunque esta portátil no está tan preparada para el multijugador (de importancia capital en las ediciones para consola doméstica) como GameCube o la otra portátil de la compañía, Nintendo DS, el juego siempre ha transmitido la sensación de poder adaptarse muy bien a una experiencia de juego típica de consola portátil dada la brevedad y diversión directa que han proporcionado siempre los minijuegos que han compuesto las diferentes encarnaciones de Mario Party. Hubo, es cierto, un intento de hacer algo parecido a través del periférico e-Reader para GBA, un lector de tarjetas inédito en Europa, que no acabó de cuajar en el mercado.
Como decíamos, esta portátil no está tan preparada de serie como sus hermanas para ofrecer una experiencia multijugador, ya que aunque abrió el camino al multijugador portátil con un único cartucho su escasa memoria la ha limitado en este sentido (por lo que realmente no demasiados juegos han hecho un buen uso de esta opción), algo que no sucede con NDS, y tampoco tiene la simplicidad de conectar cuatro mandos a una consola doméstica, por lo que parecía lógico que esta entrega se orientase más hacia el modo para un jugador.
En Mario Party Advance volveremos a enfrentarnos a un tablero como los de cualquier juego de mesa, que, en esta ocasión, se ha diseñado teniendo muy presente, como decíamos, su orientación para un único jugador.
De este modo, la cantidad de veces que podemos tirar el dado están limitadas, y nuestra principal tarea será la de aguantar todo el tiempo posible sobre el tablero mientras desbloqueamos regalos y objetos para usar fuera del mentado tablero. Por supuesto, nuestras opciones de tirar los dados podrán verse aumentadas a través de los diferentes minijuegos que componen el auténtico núcleo jugable de este título.
En múltiples ocasiones se ha hablado de la creciente falta de frescura en los minijuegos que aparecen en cada entrega doméstica de esta saga, aunque, eso sí, renovando el plantel por completo en cada ocasión. Por desgracia, esta versión portátil ofrece juegos notablemente más simplones e insulsos que los vistos en las versiones domésticas, con planteamientos fáciles hasta el extremo o radicalmente absurdos. En este sentido, quizás lo mejor hubiese sido hacer una selección de entre el amplísimo catálogo de minijuegos disponibles en las versiones domésticas escogiendo los que mejor se adaptasen a las características de la portátil. Y es que, como decíamos, su jugabilidad es anodina, demasiado básica, y son incapaces de plantear un reto real al jugador y, por tanto, nos ofrecen una diversión limitada.
Estos minijuegos muy cuestionables contrastan con el hecho de que en los tableros se nos van a pedir cosas que sí pueden –en un primer momento- resultar divertidas y alargan realmente la duración del juego. De este modo, en cada tablero un personaje del universo Mario nos propondrá buscar un objeto determinado para llevárselo de vuelta, desbloqueando, así, alguna novedad en el juego. Hay cincuenta sorpresas por descubrir, así que en este sentido el título viene bien servido, aunque dado que el planteamiento es repetitivo es más que posible que el jugador acabe dejándolo por aburrimiento en algún momento, ya que sólo aquellos con una clarísima determinación tendrán la paciencia y el tesón necesarios para conseguir esos cincuenta secretos. De este modo, aunque al principio será original y fresco, al carecer de innovaciones que modifiquen el desarrollo aportándole cierta variedad el resultado acaba en la tónica de los minijuegos: aburriendo.
Las opciones multijugador, pese a dar mayor relevancia a la experiencia de juego para uno solo, siguen presentes, pudiendo disfrutarse tanto con varios cartuchos como con uno solo, algo en lo que, como decíamos al principio, GBA fue pionera pese a las limitaciones impuestas por su memoria. Esta posibilidad es muy de agradecer, ya que facilita el acceso a la diversión multijugador, pero es raro que no sea compatible con el sistema wireless que Nintendo introdujo con las últimas entregas de Pokémon (y con las que sí será compatible Pokémon Esmeralda) obligándonos a depender de múltiples cables para interconectar las consolas. Un buen puñado de los minijuegos que desbloqueemos será accesible para el multijugador, y eso sigue aportando más diversión y una buena cantidad de risas aseguradas, aunque la cuestionable realización de muchos de sus minijuegos no lo hace, por desgracia, tan divertido como las entregas domésticas.
Cabe señalar, eso sí, que los tableros no son accesibles para el modo multijugador; cuando estemos con otros compañeros, sólo podremos competir directamente en minijuegos al no tener posibilidades de disfrutar de versiones para varias personas de los tableros presentes en el juego. Se nos da, en cambio, un tablero físico (acompaña a cada unidad del juego) que hace que el multijugador combine de una manera bastante peculiar un juego de tablero real (usando el juego como dado) y un videojuego. Es, sin embargo, aunque curioso y original poco práctico, ya que se puede deteriorar con facilidad (sobre todo en manos de niños) y es fácil perderlo.
El juego se presenta en gráficos bidimensionales con una calidad muy baja, a todas luces incomparable con la media de las producciones actuales para esta consola, con animaciones pobres, fondos vacíos y una paleta de colores cuestionable. A nivel sonoro, lo mejor es quitarle el volumen. Las librerías de efectos escogidas son estridentes, de calidad ínfima y las melodías es mejor omitirlas, conformando un aspecto técnico alejado totalmente de lo que demanda el público hoy en día, tanto en calidad estética como técnica.
Conclusiones
Mario Party Advance no tiene ni punto de comparación con los juegos aparecidos en consola doméstica, y aun prescindiendo de ese referente su calidad es cuestionable. Destaca por su orientación para un jugador, y algunos juegos no dejan de ser entretenidos, pero en líneas generales son directamente malos, ya sea por su ausencia de dificultad o su jugabilidad absurda o nula (lo que es todavía peor). Sin embargo, si lo entendemos como un juego destinado a los más pequeños de la casa, estos pueden divertirse con él, y sobre todo les llamará la atención la inclusión de un tablero físico (no creo que les resulte exótico, pero sí curioso). Con todo, el título es una apuesta interesante dentro del catálogo de la portátil, pero es posible encontrar juegos de mayor calidad y diversión orientados hacia los pequeños.