El verano y sus vacaciones es el momento en el que muchos vuelven a desempolvar viejos juegos, que quedaron enterrados por el tiempo o el olvido. Jugar de nuevo, completar por fin aquella fase que se nos atascaba diez o quince años atrás, o simplemente ponernos el reto de terminar un juego con todos y cada uno de sus secretos, es algo que muchos hacemos por estas fechas, cuando hay algo de tiempo libre.
Hay muchos juegos típicos y clásicos, pero hoy nos centraremos en uno de esos juegos que en su momento no disfrutó de unas ventas astronómicas: Sonic Blast. Este cartucho se lanzó en Game Gear, una de las consolas portátiles que convivió en el tiempo con Game Boy, y que a pesar de que no corrió la misma suerte que la consola de Nintendo, sí que albergó grandes juegos, como os hemos contado muchas veces.
Sonic Blast fue uno de los "experimentos" con los que SEGA sorprendió en el año 1996, ya que encargó a Aspect que diseñaran un juego de Sonic, pero usando los gráficos prerrenderizados, que tan de moda estaban gracias a Donkey Kong Country, de 1994. Muchos hoy recordamos con tristeza los años de gloria que Sonic nos dio en Mega Drive, y esto es debido a que la compañía empezó a experimentar con su mascota, con experimento que no siempre salían bien. En este caso lanzó un plataformas donde se deshacía de una de una de las marcas de la casa: la velocidad del erizo.
¿Experimentos fallidos?
Lo cierto es que muchos de estos juegos que se salían de cierta manera del guión, hicieron que muchos usuarios estuvieran descontentos con SEGA, por la manera de tratar a su mascota. Sonic Blast es uno de esos experimentos, con el que SEGA decidió que un videojuego de Sonic con gráficos prerrenderizados sería un acierto, pero ¿lo fue?
El pequeño cartucho de hoy es bastante atípico, puesto que nos plantea un plataformas clásico, donde Sonic reduce su velocidad en detrimento de una mayor exploración, y donde las siete esmeraldas del caos pasan a ser cinco. El juego tenía un total de cinco zonas, en las que debíamos encontrar el anillo que nos daba acceso a las fases de bonus, donde se encontraban las esmeraldas.
Aspect eligió Game Gear para llevar los gráficos pseudo 3D a un juego de Sonic. La generosa paleta de colores hizo que, a pesar de optar por un sprite quizás demasiado grande para nuestros protagonistas, nos mostrase unos escenarios repletos de detalles. Unas fases más plataformeras que nunca, ya que, si elegíamos a Sonic o a Knuckles, los dos disponían de un doble salto o planeo que eran vitales para llegar a ciertas zonas ocultas o terminar un nivel sin más.
Cambiaba totalmente el concepto y espíritu de los anteriores juegos, ya que requería de un timing mucho más pausado, donde acabar con los enemigos requería medir el ataque y estudiar los movimientos de estos. Las fases parecían estar comprimidas, ya que el problema principal del juego era que los gráficos prerrenderizados requerían de mucho espacio, por lo que podemos entender el porqué de que tan sólo hubiera cinco zonas para terminar el juego.
Los controles seguían siendo los mismos, pero en esta ocasión, como dijo la prensa de la época, Sonic y Knuckles "iban andando", algo que descolocó a muchos de sus fans incondicionales que tenían Game Gear. Precisamente esta consola fue la que recibió más juegos como Sonic Labyrinth o Tails Adventure, títulos que se salían del estilo de Sonic clásicos, para probar otras maneras de disfrutar de un juego de plataformas pero con el universo del erizo azul y sus amigos.
En contrapartida a la escasez de fases, Sonic Blast elevó la dificultad, con unos jefes de final de fase donde muchas veces resultaba algo claustrofóbico acabar con cada nuevo robot del malvado Dr. Robotnik, ya que, cómo dijimos anteriormente, el sprite de nuestros protagonistas se antojaba algo grande y vulnerable a los cientos de ataques que nos encontrábamos a lo largo del juego.
La música era variada y acompañaba a las fases acuáticas o de grandes desiertos con buenas melodías, que amenizaban la aventura bastante bien, con efectos de sonido que vimos en anteriores entregas. Completaron un buen apartado audiovisual, a pesar de que muchos vieron la elección de elegir este tipo de gráficos un error.
Sonic Blast fue un plataformas donde el reto de conseguir las cinco esmeraldas del caos para ver el final bueno nos hizo pasar buenos ratos, y que aún puede darnos bastante diversión si dejamos pasar sus defectos, que los tuvo a pesar de las buenas intenciones de Aspect. Como curiosidad, comentar que solamente en Brasil, se lanzó una versión para Master System, en 1997.