Corría el año 2000 cuando GameCube empezaba a mostrarnos su potencial en algunos eventos como el desaparecido Space World. Habiendo adoptado, por fin, el sistema de discos ópticos -aunque fuera en forma de discos de 8 cm- y dejando atrás a la última consola de sobremesa que funcionaba con cartuchos, Nintendo 64.
PlayStation 2, Xbox y Dreamcast fueron las consolas contemporáneas a las que tuvo que hacer frente, y aunque la última consola de SEGA sufrió un triste desenlace a pesar de su potencial, nadie podía imaginar que las dos compañías japonesas que históricamente fueron rivales acabarían colaborando, y el cubo de Nintendo recibió diferentes juegos de SEGA.
Mucho ha llovido desde entonces, pero lo cierto es que echando la mirada hacia atrás recordamos a GameCube como una gran desconocida, ya que Sony arrasó en ventas mientras que SEGA desaparecía de la lucha del hardware, y Microsoft empezaba fuerte en el mundo de los videojuegos. La consola de Nintendo no era la peor en hardware de aquella mítica sexta generación de consolas, pero sí que es cierto que la veterana compañía no cosechó el éxito que sí tuvo con consolas como NES, Super Nintendo o Wii.
Pese a todo surtió con excelentes videojuegos a GameCube, que en algunos casos no tuvieron el éxito que se merecían debido al menor parque de consolas en relación a la competencia. A pesar de no ser un éxito rotundo en el historial de la compañía, no quedó tan alejada de otras, y al final consiguió tener un buen catálogo.
Uno de los juegos exclusivos con los que se presentó la consola fue Luigi's Mansion, una demostración del potencial del hardware con una aventura en la que muchos esperaban controlar a los hermanos Mario en una tenebrosa mansión, pero ¿qué pasó en el juego final?
¿Dónde está Mario?
Tradicionalmente las consolas de sobremesa de Nintendo habían llegado al mercado acompañadas de un gran juego de Super Mario, por eso extrañó no ver en un principio al fontanero de traje rojo y azul. A pesar del desconcierto inicial por parte de la prensa, Luigi's Mansion terminó por convencer a muchos jugadores, y se convirtió en un juego bastante querido.
La secuela para Nintendo 3DS lanzada en 2013 bebe mucho de su primera entrega ya que como veremos, el juego de GameCube nos hizo una propuesta muy parecida doce años antes. Si el pequeño cartucho para la portátil de Nintendo nos pareció un gran juego, el título de GameCube por suerte ha envejecido muy bien, tanto que incluso si lo hubieran lanzado tal cual en 3DS, seguiría siendo un gran juego.
Entrando ya a valorar el juego de GameCube, podemos decir que se trata de una aventura de acción y exploración y puzles en la cual nos cuentan cómo Luigi ha ganado una mansión enorme, que resulta estar plagada de fantasmas. Mario ha desaparecido en su interior y tenemos que encontrarle, y para ayudarnos el profesor Fesor nos da las armas necesarias para despachar a los fantasmas: una aspiradora y una linterna.
El sistema de juego es simple de entender, con la linterna debemos ir iluminando las habitaciones hasta dar con los fantasmas, que tenemos eliminar a golpe de aspiradora para recompensarnos con la llave u objeto que nos hará avanzar en la aventura. Los jefes finales ponían la guinda a un planteamiento realmente divertido, aunque algo repetitivo, y que es casi lo único que al final acabó por restarle mayor reconocimiento.
Gráficos y música made in Nintendo
El apartado audiovisual nos dejó un gran sabor de boca, ya que, a pesar de ser uno de los primeros juegos de la máquina, dejó claro que Nintendo no se iba a quedar atrás en cuanto a potencia en aquella época. Buenas texturas y un sistema de iluminación bastante conseguido nos hacen recordar que detrás de este mini disco estaba el mismísimo Miyamoto y Takashi Tezuka como productores.
Las músicas acompañan a la perfección a la tétrica y misteriosa mansión, así como las simpáticas voces de Luigi asustado o tarareando, en un juego que también cuenta con un control sobre Luigi bastante preciso, mientras encontramos ítems, movemos objetos y nos enfrentamos a una jauría de fantasmas deseosos de acabar con nosotros.
El mapeado era algo que debíamos aprendernos, ya que, a pesar de desarrollarse en una sola mansión -en la versión de Nintendo 3DS hay más de una-, debemos recordar qué puertas nos quedan por atravesar, mediante un genial sistema llamado Game Boy Horror, con el que tenemos familiarizarnos para resolver algunos puzles también.
Uno de los títulos más "oscuros" de Nintendo resultó ser un muy buen juego, al que las únicas sombras que le vimos fue su corta duración, unas cinco horas, y un sistema de juego algo repetitivo, que terminaron por lastrar en demasía una aventura que significó un soplo de aire fresco, al no haber visto antes algo parecido por parte de la gran N.
Terminó por ser uno de los elegidos por parte de los jugadores para pasar a formar parte de la Player's Choice -la línea económica de juegos de Nintendo-, y para los que pudimos probarlo en la época en la que se lanzó guardamos un gran recuerdo.