A finales de los ochenta, Capcom nos enseñó a admirar cada juego en el que salía su nombre. Si bien juegos que reescribieron las normas (como Final Fight), llegaron ya en los noventa, no fueron menos algunos otros que, como el de hoy, merecen ser recordados por lo que aportaron a la industria y por el legado que dejaron.
Todos sabemos que la Capcom de antaño, poco miedo tenía al crear videojuegos, a veces arriesgados, como en paralelo a la industria, pero con los que se ganaron la fama de ser una de las mejores compañías.
Esto, unido a la gran bonanza que estaban pasando los arcades, hizo que Capcom nos regalase primeramente un mueble con la mejor versión de Forgotten Worlds, y posteriormente conversiones a nuestras consolas.
¿Qué pasó con este gran arcades y sus conversiones? Empecemos.
La Capcom de antaño
Largo y tendido se ha hablado de cómo han cambiado las cosas hace veinte años con algunas compañías, pero lo cierto es que Capcom, antaño era una compañía diferente, y que no le importaba arriesgar.
Akira Yasuda y Akira Nishitani, son los mayores responsables de la parte artística y de desarrollo. Yasuda ha trabajado en varios animes como Code Geass o Gundam, por lo que podemos hacernos una idea de a qué altura apostó Capcom.
Además de los trabajos posteriores como Street Fighter II, la saga Street Fighter Alpha, Darkstalkers e incluso dos años después del lanzamiento de este, con Final Fight en 1990.
El otro Akira, Nishitani, también volvió a coincidir con Yasuda en Final Fight, pero posteriormente abandonó Capcom para trabajar en juegos como Super Dragon Ball Z. Pero es que el genial equipo no se quedaba aquí, ya que para la banda sonora, a cargo de Tamayo Kawamoto, deslumbró como pocas, y hasta para los efectos de sonido, Yoshihiro Sakaguchi ponía la guinda a un juego con el que, como decíamos, Capcom apostó fuerte y quiso hacer algo sobresaliente. El juego fue lanzado en los arcades en Julio de 1988, ¿cómo le fue?
Un clásico olvidado
El emperador BIOS ha destruido la mayor parte de la tierra. El páramo desolado que ha dejado ahora se llama "mundo polvoriento", dos súper soldados anónimos son creados por los supervivientes para poner fin a la tiranía del emperador. Para ellos saldrán en busca de los ocho monstruos al servicio de BIOS, para llegar hasta él y derrotarlo.
El extenso argumento nos deja en manos de dos hipervitaminados y musculosos soldados, armados con un rifle de largo alcance, para el primer jugador, y de corto, para el segundo. Desde el primer momento sabemos que esto no es un juego normal, ¡es de Capcom!
Los controles son el primer ladrillo para entender la locura que construyeron aquel grupo de genios. Mientras que con un joystick controlamos al personaje que vuela y recorre la pantalla, con el segundo joystick elegiremos a la dirección que queremos disparar.
La jugabilidad nos dejaba recorrer todo el escenario para limpiarlo de enemigos, y de los que deberemos recoger todas las monedas azules que sueltan (zennies) para comprar, en una pequeña tienda, las mejoras que queramos darle a nuestro soldado.
Iremos aumentando nuestra potencia de fuego, con satélites de apoyo incluidos, para destruir a los enemigos que nos irán acechando hasta llegar a los colosales jefes de zona.
Estos satélites dan un nuevo giro, nunca mejor dicho, al sistema de control de Forgotten Worlds, ya que podremos girar el segundo joystick de disparo, para cambiar de posición el satélite sobre la órbita del jugador.
Gráficamente, a pesar de correr en un hardware limitado, pone de manifiesto lo serio que se lo tomaron en Capcom, ya que tanto los apocalípticos escenarios, como los sobresalientes y recordados jefes finales, lucían sobresalientes en la época en la que se disfrutaron por primera vez.
El juego deslumbró y arrasó en los arcades. No sólo la genialidad en el control, sino por un apartado audiovisual de calidad fue lo que acompañó a una excelente, aunque difícil de aprender, jugabilidad, pero alcanzando unas cotas de diversión altísimas.
Las conversiones no tardaron en llegar, y Amiga, Atari ST, ZX Spectrum, Amstrad CPC, Commodore 64 y PC e IBM se unieron a las conversiones para Mega Drive, Master System y PC Engine.
La prensa no escatimó elogios para las conversiones, que en su mayor parte lograron adaptar el espíritu del arcade con grandes versiones como la recordada para Mega Drive o la versión para Amiga.
El arcade, a pesar de no ser muy largo, se convirtió en un clásico, ya que aún hoy día mantiene su frescura y es totalmente jugable, recomendable e incluso imperdonable habérselo perdido.
¿Jugaste a él, o aún no lo has hecho?