Todos los que estamos aquí presentes podemos ser más afines a una u otra compañía. Quizás no todos hayan estado durante años esperando a cada nuevo juego de SEGA para su sistema, pero de la misma manera que en los deportes, sí que reconocemos grandes deportistas de equipos rivales y sabemos que, sin ellos, la historia nunca habría sido igual.
La competencia es y será siempre buena, ya que a uno le hace querer superar los méritos rivales, le hace estar más despierto cuando hay un gran éxito en oficinas ajenas.
La situación de SEGA hoy día, como sabemos, es muy diferente a cómo quizás muchos de ellos y nosotros hubiéramos deseado, pero por ello mismo creemos que es de justicia al menos recordar cómo esta compañía japonesa empezó a formarse y aunar sus fuerzas entrando en el mundo de los videojuegos, donde nos ha dado y nos sigue dando horas de diversión y grandes recuerdos.
Remontándonos a los inicios de la multinacional creadora de videojuegos, podemos hablar de que a pesar de que la sede actual está en Tokio y toda su cultura corporativa gira en torno al país nipón, sus orígenes nos hablan de dos norteamericanos que en año 1940 fundaron la empresa que hoy conocimos en Honolulu, Hawái, en Estados Unidos, donde empezaron a crecer con el nombre de Service Games y entrando con bastante éxito en el negocio de las tragaperras.
En el año 1951 fue cuando Richard Stewart y Raymond Lemaire movieron la empresa a Tokio, Japón, hogar del que ya nunca se movieron, desarrollando y distribuyendo tragaperras y lo más importante: juegos.
El cambio a la empresa vino por un hecho que pasó por alto para muchos en Service Games: la compra de la empresa Rosen, compañía que fortaleció su negocio de importar juegos de fichas a Japón.
En 1951, Raymond Lemaire y Richard Stewart movieron la empresa a Tokio, Japón, para desarrollar y distribuir máquinas de discos de fichas, juegos, y distribuidores automáticos. Dentro de Service Games se comenzaron a importar estas máquinas a bases militares americanas en todas partes de Japón.
SEGA se hizo con Empresas Rosen (propiedad del ex-militar David Rosen) y en 1957 comenzó a importar máquinas de fotografía instantánea a Japón. Aunque el negocio ya había hecho millonario a David Rosen, éste vio en los arcades un negocio sin igual. Rosen Enterprises y SEGA se fusionaron juntando sus fuerzas y estando de acuerdo en que necesitaban un cambio en su rumbo.
De esta fusión nació la necesidad de acortar el nombre y en el año 1965 Service Games se pasó a llamar SEGA, usando las primeras dos letras de su anterior nombre, respetando su nombre originario y pasando a usar un logotipo de color rojo.
La primera SEGA
Necesitaban un nuevo rumbo y para "empezar de cero" decidieron abandonar un nombre con el cual quizás demasiada gente lo había asociado a un negocio que acabó en ruina, por ello se respiraban aires de cambio en la nueva SEGA.
Este gran cambio en la empresa sucedió en el año 1968, cuando años después probaron suerte en el mercado exitoso de las maquinas arcade y produjo una colosal máquina con la que sorprendió al mundo y el primer juego de SEGA de la historia: Periscope.
Este arcade, totalmente electro-mecánico, era un simulador de disparo ambientado en el interior de un submarino, aprovechando la experiencia y el buen hacer que el ex militar David Rosen pudo aportar. SEGA lanzó un arcade ingenioso y consiguió un gran éxito.
El éxito hizo que fuera importado desde Japón hasta Europa, pasando por Estados Unidos, donde se convirtió también en el primer arcade que pasó a costar 25 centavos. De aquí llegaron otros arcades electro-mecánicos con temáticas similares y donde la experiencia audiovisual era superior a maquinas similares.
La experiencia real de David Rosen se plasmó en maquinas que sorprendían por la impactante forma de adentrarnos en las maquinas de guerra en las que se basaban, haciendo que SEGA destacase ante otras rivales de la época como Midway, en las que se mostraba un aspecto quizás menos "serio" que el que dotó SEGA a sus muebles.
SEGA había encontrado su sitio. Los muebles con los que sorprendía desde Tokio hacían que las importaciones de estas espectaculares recreaciones fueran no solo admiradas, sino codiciadas entre los propietarios de las salas recreativas donde les reportaban jugosos beneficios.
Como curiosidad podemos decir que hubo una máquina arcade que puede sorprender a muchos, tanto por su concepción como por su nombre: SEGA Duck Hunt.
La competencia era buena, pero SEGA no lo era menos, aunque los siguientes años en la empresa hacían que todos pensaran sin error que la exitosa compañía iba a cambiar de aires de nuevo, aunque no tan radicalmente como en el año 1968.
Llega el cambio, llegan los videojuegos
La industria de los arcades estaba a punto de cambiar, la llegada de los videojuegos hizo que pronto todos abandonasen los juegos electro-mecánicos y los pinballs, ya que los microprocesadores llegaron a los arcades para cambiarlo todo.
En el año 1978 Taito liberó el código de Space Invaders y los arcades electro-mecánicos se vieron, como decíamos, relegados a un discreto segundo plano en el que SEGA debía mover ficha si no quería quedarse con un negocio en ruinas.
SEGA empezó a surtir de software a otras compañías, situación similar a la de hoy día, pero diversos golpes en el mercado hicieron plantearse a la compañía otras cuestiones.
El fenómeno de Space Invaders provocó una escasez de monedas en Japón debido el éxito estratosférico que obtuvo. Esto hizo despertar a SEGA y que dejase de dividir fuerzas para hacer un hardware propio, por ello adquirió Gremlin Industries para que fabricase sus microprocesadores, entrando en el nuevo negocio de los videojuegos con su propia maquinaria.
Desde su primer videojuego hasta hoy, SEGA se caracterizó por ser una de las compañías que más ha arriesgado a lo largo de toda su historia. Arriesgó en cada negocio del que formo parte, y puso un esfuerzo encomiable en todas y cada una de las máquinas que diseñó y creó para el disfrute de todos.
En un próximo artículo recordaremos desde su primer videojuego hasta que dejó el negocio del hardware. Pero entre todos esos años nos pararemos y entretendremos con sus arriesgadas apuestas y sus visiones de futuro. Mientras tanto...
¡Hasta la semana que viene!
