Lo mismo pasa en el cine, redescubriendo tiempo después grandes películas que nos hicieron preguntarnos por qué nos las perdimos en su día. De la misma manera que estábamos en las salas viendo otro film, en el mundo de los videojuegos muchas veces estábamos exprimiendo un juego con el que olvidamos la existencia de otros.
El título de hoy salió precisamente en el mismo año que Final Fight. El salto gráfico y jugable que supuso este juego, animó a muchas compañías a lanzarse y dar su propia visión del género. Irem, compañía conocida por juegos como R-Type o In the Hunt, parte de la base que dejó el gran Golden Axe de Sega, y nos transporta a un mundo en el que los escenarios, enemigos y sobre todo, unos genial jefes finales, dejaron huella.
Todo esto pintaba muy bien, pero lo cierto es que pudo ser un juego sobresaliente, y se quedó a medio camino por varios motivos, ¿nos ayudas a recordar cuáles fueron?
Entre dioses y steampunk
Lo primero que llama la atención del juego de hoy es su estética. Con una historia en la que somos los héroes Roy y Arnold, debemos despachar a hordas de enemigos para recuperar a la dama en apuros. En pocos segundos sabemos qué tenemos que hacer: acabar con todos los enemigos para recuperar a la chica, pero mientras nos vamos adentrando en los diferentes niveles, veremos unas cuantas cosas, cuanto menos, curiosas.
Si bien los escenarios y enemigos demuestran el gran trabajo de Irem, nos damos cuenta de que a pesar de mostrarnos unos monstruos bastante bien diseñados, en la parte jugable es donde pierde enteros, pero hablaremos de ello más tarde.
Los gráficos, como decíamos, son brillantes, los enemigos demuestran la gran imaginación de los artistas de la empresa, y vemos grandes dioses y monstruos, como un pulpo gigante, un samurái y unos guerreros de proporciones bíblicas, incluso unas mujeres-serpiente armadas hasta los dientes. Esto consiguió un apartado gráfico bastante sólido, movido en unos excelentes 60 frames, por segundo (donde hasta el día de hoy seguimos luchando por ellos), en un hardware que la propia Irem lanzó para recreativas.
Los escenarios nos llevaban por todo tipo de parajes, haciendo especial hincapié en algunos de ellos que nos hacen alejarnos de la tónica general, y recrean un castillo en el aire con bastantes robots y partes de corte steampunk, o unas cavernas orgánicas con un pulpo gigante esperándonos al final. Sin duda un punto diferente que quizás no fue del gusto de todos, pero con la distancia del tiempo, podemos decir que los gráficos han envejecido bastante bien.
Ahora, la parte negativa, que empieza con la música. Temas algo anodinos, sin vida, y que en algunas ocasiones parece que poco tienen que ver con lo que está pasando en la pantalla. El otro punto negativo lo encontramos en la jugabilidad, con pocos ítems con los que aumentar las posibilidades de combate, y con pocos movimientos propios que hagan pensar que estamos tan sólo pulsando los botones para salir airosos de cualquier situación.
La parte jugable parece no estar tan bien pulida como otros apartados del juego, y nos deja un poco coja la experiencia, ya que a pesar de que los juegos evolucionaron precisamente en este apartado, el título de Irem parece quedarse un poco estancado en el pasado.
A pesar de esto, es bastante entretenido y se deja jugar, lo podremos encontrar en algún recopilatorio y aunque no fue un juego de diez, podemos decir que es un claro ejemplo de un título que pudo haber sido mucho mejor, pero que se quedó con elementos que ensombrecieron la experiencia, que podía haber sido mucho más épica.