Esta semana revisamos un clásico que, por sorprendente que parezca, aún se no había asomado por nuestro rincón dedicado al Retro. En 1986 Taito había batido las mayores cotas de cuquez con Bubble Bobble (y más concretamente con su pareja de protagonistas, los dragoncitos Bub y Bob), pero dos años más tarde la compañía japonesa fue más allá para crear al héroe más riquiño de la historia de los videojuegos: el kiwi Tiki, protagonista absoluto de The New Zealand History.
El ‘attract mode’ de la recreativa deja patente las intenciones de sus creadores con una frase: "This game will be dedicated to all maze game fans". A través de 20 niveles Nueva Zelanda se convierte en el escenario de un arcade de plataformas tan hermoso como puñetero, en el que Taito recuperó algunos trazos de la mecánica del mencionado Bubble Bobble, aunque dejando atrás el desarrollo pantalla a pantalla: los niveles de The New Zealand Story son mucho más grandes, con scroll en todas las direcciones y un diseño que llega a rozar lo maquiavélico en los últimos compases de la placa.
El arranque del juego es inolvidable: nos muestra a un puñado de kiwis pasando el rato frente a las puertas del Zoo de Auckland: uno salta a la comba, otro hace malabares, un tercero está hablando por teléfono e incluso se puede ver a uno echándose ¡un pitillo! (eran los años 80).
Entre ellos está nuestro héroe, Tiki, y su amada, Phee-Phee. De repente aparece una enorme foca leopardo y los mete a todos en un saco… El único que logra escapar es Tiki, que comienza una odisea para rescatar a sus amigos que le llevará del Norte al Sur de las dos islas. Por cierto, el final del juego desvela las auténticas intenciones de la foca: no secuestró a los kiwis para comérselos, sino para venderlos. Todo un empresario.
En The New Zealand Story contamos con dos únicos botones (además del joystick). Con uno se dispara (el ataque por defecto es un arco con flechas, aunque se pueden conseguir a lo largo del juego otras armas, como bombas, un bastón mágico que lanza fuego e incluso un láser). El otro botón sirve para saltar y controlar el ascenso de los globos. Sí, globos.
Si en Bubble Bobble nuestros dragones eran capaz de alcanzar plataformas superiores subiéndose en las pompas que escupían, Tiki recurre aquí a globos para maniobrar por los aires. En ocasiones, tras morir, nuestro personaje aparece directamente a bordo de un globo, pero la mayoría de las veces tendremos que robárselos a los enemigos que van irrumpiendo en pantalla a través de portales.
Los globos varían en diseño, velocidad y resistencia. Hay globos muy veloces que estallan al más mínimo impacto con el enemigo o contra las paredes de pinchos, otros que aguantan varias embestidas, hay uno con forma de flotador de playa y otro de metal, indestructible aunque peligrosamente lento. Incluso es posible robar un OVNI que vuela a toda pastilla por la pantalla. Manteniendo pulsado el botón de salto haremos que el globo ascienda, aunque estos tienen su propia física y llegan a rebotar contra los muros, lo que nos complicará bastante la vida en algunos tramos.
Los niveles de The New Zealand Story son tan surrealistas como puñeteros. En los primeros compases el juego parece un arcade de plataformas más, pero más adelante el jugador descubre a qué venía la frase del attract mode: atravesaremos auténticos laberintos en los que muchas veces tendremos que dar marcha atrás para encontrar el camino correcto hacia el kiwi cautivo que debemos liberar para pasar de nivel. En una esquina inferior de la pantalla aparece un marcador que muestra la posición del pollito prisionero, y algunos carteles nos indicarán diversas rutas a seguir. Son una pequeña ayuda, aunque la mayoría de las veces solo tendremos ojos para los enemigos que no dejan de brotar en pantalla.
Para complicar aun más la aventura de Tiki, un buen número de niveles tienen zonas inundadas que obligarán a nuestro amigo el kiwi a calzarse un snorkel y bucear. En esos momentos entra en juego un medidor de oxígeno que debemos vigilar. Si el kiwi pasa demasiado tiempo sumergido se ahogará, por lo que es necesario salir a la superficie a respirar, pudiendo además escupir agua (un ataque bastante gracioso y efectivo contra los enemigos que nos esperan fuera).
La estructura de los niveles es demencial no solo a nivel estético, con zonas inundadas colocadas encima de ciudades, pero sin duda lo más loco de The New Zealand Story (ojo, estamos hablando de un juego protagonizado por un pollo calzado con deportivas) es el viaje al Más Allá que llega a hacer Tiki en algunas partidas. Para acceder a esta delirante ronda de bonus, en la que el kiwi luce un angelical halo, hay que perder la última vida a causa de un proyectil enemigo entre los niveles 3 y 5 de la placa. Solo aparece una única vez y es todo un espectáculo:
Existen cinco versiones de la recreativa de The New Zealand Story, y todas están disponible en el MAME. Está el prototipo, y sendas versiones Old y New para Japón y resto del mundo. Las diferencias entre Old y New no solo afectan a mejoras en los gráficos de algunos niveles (las nuevas incorporaron a la placa un procesador Z80 adicional), sino que el orden de estos varía. Servidor no tenía ni idea de esto (y eso que me pulí la pasta con la recreativa en su día) hasta que lo leí en el estupendo libro Taito Arcade Classics de Hardcore Gamer 101.
Hay tantas adaptaciones domésticas de The New Zealand Story que darían para un reportaje aparte, pero vamos a enumerarlas brevemente. Por un lado tenemos los estupendos ports para ordenadores de 8 y 16 bits, producidos por Ocean en 1989, con una inolvidable portada del tristemente fallecido Bob Wakelin. Ese mismo año Ving lanzó en Japón la adaptación para FM Towns y Taito hizo lo propio para el Sharp X68000.
Software Creations se encargó de programar la adaptación a NES, comercializada en 1991 con una maravillosa música de los hermanos Follin, maestros del chiptune en la 8 bits de Nintendo. Curiosamente, la versión PAL, con sello Ocean, mantuvo la ilustración de Wakelin, pero en Estados Unidos el cartucho fue rebautizado como Kiwi Kraze, y Taito lo llevó a las tiendas con una carátula sencillamente espantosa.
Las consolas de Sega también recibieron con los brazos abiertos al kiwi de las bambas. La versión Master System, lanzada en 1992, con unos gráficos asombrosamente parecidos a los de la recreativa, fue una exclusiva europea de TecMagik. Por desgracia, el port Mega Drive jamás salió de Japón, donde se puso a la venta en marzo de 1990. Esta pequeña joya para coleccionistas, obra de la propia Taito, tiene además el encanto añadido de estar basado en el prototipo de la recreativa.
La versión PC Engine, lanzada en febrero de 1990, tampoco fue distribuido fuera de las fronteras niponas. Aunque Taito bordó el sprite de Tiki, y se juega bastante bien, el colorido es un tanto decepcionante, sobre todo teniendo en cuenta las virguerías de las que era capaz la consola de NEC.
La recreativa original de The New Zealand Story acabó formando parte del catálogo de clásicos incluidos en Taito Legends comercializado en 2005 para PlayStation 2, Xbox y PC, y también se incluyó en el recopilatorio japonés Taito Memories Gekan. Después de aquello, nuestro amigo el kiwi descansó un par de años, hasta que en 2007 Rising Star Games lanzó New Zealand Story Revolution para Nintendo DS, una suerte de remake adaptado a la doble pantalla de la portátil de Nintendo.. Aquí tenéis el análisis que Vandal le dedicó en su día.
¿Volveremos a ver algún día a Tiki en acción? ¿Os gustaría que algún día dedicásemos un reportaje a la trilogía de Bub y Bob (Bubble Bobble, Rainbow Islands, Parasol Stars? ¿Llegasteis a descubrir la celestial ronda de bonus en la recreativa? Como siempre, esperamos vuestros comentarios y anécdotas.