Intentar aglutinar en un único post todo lo que significó la trilogía Streets of Rage para el subgénero de las peleas callejeras en general, y para los usuarios de Mega Drive en particular, es una insensatez. Pero como no era cuestión de elegir solo uno de los tres juegos y dejar el resto en el limbo, hemos preferido abarcarlo todo, aunque eso implique repasar superficialmente una saga sencillamente maravillosa, que asociaría para siempre la patada en el rostro con la música techno, por cortesía del gran Yuzo Koshiro.
Esta historia arranca en el verano de 1991, cuando el género brawler aún vivía un relativo periodo de esplendor iniciado en 1986 por Technos y su Renegade. Unos meses antes había desembarcado Street Fighter II para revolucionar la industria, llenar los bolsillos de los dueños de los recreativos, y sentenciar de muerte al "yo-contra-el-barrio", pero de momento Sega estaba más preocupada por responder a una de las carencias más notables de su consola de 16 bits.
Mega Drive tenía numerosas y notables conversiones de recreativa, pero carecía de un buen juego de peleas callejeras a lo Double Dragon (lo más parecido era Golden Axe). Para ponerle remedio a esto, la buena gente de Sega CS (Consumer Research), con Noriyoshi Oba e Hiroaki Chino liderando el equipo de diseño, creó desde cero su propia franquicia, siguiendo al pie de la letra los cánones del género: héroes con facilidad para romper cuellos, bandarras con exóticas vestimentas, peleas en callejones y un jefazo final tan malvado como codicioso.
Aquel cartucho, programado por todo un experto en Mega Drive, el versátil y muy currante Hiroshi Momota (más conocido como Momonga Momo), estaba protagonizado por tres agentes de policía (Adam, Axel y Blaze) que, hartos de la corrupción que reinaba en su ciudad, deciden tomarse la justicia por su mano y liarse a mamporros por toda la ciudad hasta llegar al jefe del crimen, el misterioso Mr X.
Uno de los grandes aciertos de Streets of Rage fue dotar a cada personaje de diferentes parámetros, que se notaban (y de qué manera) a la hora de jugar. Adam Hunter era lento pero demoledor (imposible olvidar aquel codazo), Axel Stone era rápido y contundente (pero tenía la capacidad de salto de un buzón de correos) y Blaze sacrificaba la potencia en los ataques para desplegar agilidad y un buen salto. De esta manera cada jugador podía seleccionar un personaje cortado a medida de su manera de jugar.
Como en el resto de brawlers de la época, Streets of Rage permitía el uso de armas (bates, botellas rotas, tuberías, cuchillos), pero también podíamos recurrir a un pimentero con el que hacer estornudar a los enemigos. Las armas molaban, pero el auténtico placer residía en pelear cuerpo a cuerpo. Reventar el pecho de un enemigo a base de rodillazos o caer de pie, tras ser arrojado por los aires por un quinqui, con la agilidad de una gimnasta rumana. Todo era cuestión de timing a la hora de aporrear los botones del pad de Mega Drive.
Uno de los elementos que diferenciaron a Streets of Rage del resto de brawlers callejeros era la incorporación de "la magia", un elemento rescatado (sin ningún pudor) de Golden Axe. Solo que aquí al darle al botón A del mando no invocábamos a un dragón, sino a un coche de policía que lanzaba un pepino pirotécnico capaz de limpiar la pantalla de enemigos. Un aspecto que desgraciadamente desaparecía de los dos secuelas.
Los gráficos de Streets of Rage eran bastante simpáticos, pero no podrían definirse de espectaculares, aunque hay un elemento gracias al cual esta primera entrega sigue manteniendo la cabeza muy alta, más de 25 años después: su extraordinaria música, compuesta por el gran Yuzo Koshiro.
Koshiro ya se había labrado una gran reputación gracias a su trabajo en títulos como ActRaiser o The Revenge of Shinobi, pero con Streets of Rage llevó a la Mega Drive a cotas impensables hasta entonces. Inspirado por la música house, el techno e incluso el pop (la canción de la intro recordaba sin disimulo a uno de los grandes hits de Enigma), Koshiro hizo auténticas diabluras con el hardware de Mega Drive para crear una banda sonora sencillamente inolvidable.
Streets of Rage tuvo conversiones a Game Gear y Master System, y el original de Mega Drive acabaría formando parte de los clásicos remasterizados a 3D para Nintendo 3DS. Servidor siempre asociará este primer Streets of Rage al codazo de Adam, la música de Koshiro y el final "malo" que podíamos llegar a desbloquear tras leerle la cartilla a Mr X. Este cartucho parecía destinado a convertirse en el mejor brawler de la historia de Mega Drive… pero ese honor acabaría siendo reservado para su secuela.
Apenas un año y medio después del lanzamiento del primer Streets of Rage, Sega sorprendió a los usuarios de Mega Drive con el lanzamiento de una secuela sencillamente explosiva, en cuyo desarrollo trabajaron diversos estudios: desde la propia Sega CS hasta Ancient (la compañía fundada por el propio Koshiro y dirigida por su madre), pasando por HIC, Shout Designworks y MNM Software. El cartucho debutó en Japón el 20 de diciembre de 1992, y llegaría a Occidente en enero de 1993.
Streets of Rage 2 daba un salto gigantesco en cuanto a calidad gráfica, e incorporó dos nuevos personajes que se unían a Blaze y Axel en una nueva cruzada del mamporro: el colosal pero lento Max Thunder y el pequeño Eddie "Skate" Hunter, el hermanito pequeño de un Adam que, por desgracia, solo ejerció en la secuela de "damiselo en apuros".
Aunque Sega mejoró notablemente el catálogo de movimientos de Blaze y Axel, ni Skate ni Max lograron suplir la ausencia de Adam (al menos para un servidor). Se eliminó la "magia policial" para incorporar un botón de "ataque especial" con el que realizar mayor daño en los enemigos, a costa de una porción de vida (a lo Final Fight).
Streets of Rage 2 era sorprendentemente largo, lo que disparó aun más el entusiasmo de los fans de la saga, que por fin tenían en Mega Drive un brawler capaz de aguantar la comparación con las mejores producciones recreativas. Por supuesto, Yuzo Koshiro también regresó para firmar una banda sonora aun más rompedora, con un techno tan machacón como revolucionario para su época. En este juego comenzó su colaboración con Motohira Kawashima, que alcanzaría sus frutos más chiflados en la tercera entrega de la saga.
Por supuesto, Master System y Game Gear recibieron sus propios ports de Streets of Rage 2 (en ambos casos con la ausencia de Max), algo que no llegaría a suceder con el tercer y último capítulo de la saga.
Streets of Rage 3 llegó a las tiendas apenas un año después de la anterior entrega. En enero de 1994 debutó en Japón y en abril llegaría a las Mega Drive occidentales… con censura y no pocos cambios respecto al original nipón. Desarrollado por Sega CS, esta tercera entrega pulió aun más el aspecto gráfico, sobre todo en lo referente al modelo y la animación de los personajes. Max desapareció para dar paso a un nuevo personaje, el Dr Zan, una suerte de abuelo cibernético, que acompañó a Axel, Blaxe y Eddie en una nueva, y extensa, odisea compatible con el pad de 6 botones de Mega Drive.
La versión occidental de Streets of Rage 3 no solo presentaba cambios en la trama, sino que nos llegó con una censura delirante en la que se cambió el color de las ropas de algunos personajes, se "tapó" la anatomía de los enemigos femeninos y se borró de un plumazo a uno de los jefes del juego, el pizpireto Ash. Su vestimenta a lo Village People y sus escandalosos andares fueron demasiado para Sega América, que decidió eliminarlo de un plumazo tanto en USA como en Europa.
Para colmo, nuestra versión era muchísimo más difícil que la japonesa, lo que motivó que mucha gente acudiera al mercado paralelo para comprar el original nipón antes que dejarse la pasta en una entrega "censurada".
Yuzo Koshiro y Motohiro Kawashima volvieron a trabajar juntos en la banda sonora, la más "rara" y experimental de toda la trilogía. De hecho, Koshiro creó algunos de los temas de manera aleatoria, utilizando un método que bautizó como "Automated Composing System".
Streets of Rage 3 no alcanzó el éxito de críticas y venta de su predecesor y la franquicia entró en una larga hibernación que dura hasta nuestros días. Hubo algunos intentos por resucitarla. Core Design diseñó una entrega poligonal de la saga, pero al no llegar a un acuerdo con Sega (que no estaba dispuesta a que el juego saliera también en PlayStation, la competencia de Saturn), los ingleses acabaron lanzando el juego por su cuenta a finales de 1997 con el título de Fighting Force.
Años más tarde Ancient, la compañía de Yuzo Koshiro, intentó resucitar la saga, primero en Saturn y luego en Dreamcast, pero ambos proyectos jamás llegaron a buen puerto, aunque en youtube puede encontrase una pequeña demo del Streets of Rage 4 para DC:
¿Qué entrega de Streets of Rage es vuestra favorita? ¿Llegasteis a probar los estupendos Beats of Rage y Streets of Rage Remake? ¿Llegaremos a ver una nueva entrega oficial algún día? Como siempre esperamos vuestros comentarios y anécdotas…
Llega el momento de la verdad. ¿Cuál es tu favorito?
— Vandal (@VandalOnline) 23 de febrero de 2018