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Watchmen 1x07: Un temor casi religioso - Resumen y análisis

Conocemos el pasado de Angela Abar en Vietnam, al tiempo que Lady Trieu afirma querer salvar a la humanidad... y el hombre más listo del mundo esgrime su defensa final.
Watchmen 1x07: Un temor casi religioso - Resumen y análisis
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La vida es eso que pasa mientras puedes revivir tu pasado, una y otra vez. Eso es lo que la detective Angela Abar ha hecho en este séptimo episodio, An Almost Religious Awe¸ hablarnos de su niñez. De su vida en Saigon, Vietnam, años después de que Estados Unidos ganara la guerra tras la llegada de Dr. Manhattan al lugar. Si en el capítulo anterior fue el turno de conocer a William Reeves, en esta ocasión nos toca sumergirnos en las calles vietnamitas junto a una pequeña Angela Abar, mientras que Lady Trieu trata de salvar a la humanidad a su manera, las revelaciones se suceden una tras otra… y el hombre más inteligente del mundo esgrime un argumento irrebatible en su defensa. En conjunto, es para echarnos a temblar de miedo aunque Damon Lindelof ya nos haya pedido que no entremos en pánico.

La vida es eso que pasa mientras puedes revivir tu pasado

Pero esta no era la única sorpresa que nos aguarda, Angela Abar no es la única que conoceremos más a fondo; el pasado de Jon Osterman, el hijo del relojero alemán que huyó del nazismo, también aparecerá en este episodio. Y no precisamente representado por Mr. Philips y Ms. Crookshanks. Conoceremos dónde está realmente Dr. Manhattan: que ha estado más cerca de nosotros de lo que pensábamos. Es lo que sucede con la verdad: a veces es tan evidente que no somos capaces de discernirla de la mentira.

Sister Night

Como una niña perdida de Nunca Jamás, nuestra detective Angela Abar no mide ni dos palmos de alto, luce un precioso vestido azul eléctrico cuando vaga por las calles de Saigon y su heroína es la protagonista de una película llamada Sister Night, que sus padres no le dejan ver. Fue allí donde aprendió a hacer la receta de las mooncakes, esos pastelitos típicos de Vietnam que la vemos cocinando en el episodio piloto de la serie. La guerra en la región ha terminado gracias a la participación de Dr. Manhattan, que en sus orígenes no era más que Jon Osterman, un niño alemán que acompañado por su padre relojero huyó a Estados Unidos para escapar de las garras del nazismo. Pero el tiempo interesó a Jon hasta el punto de convertirse en físico atómico cuando tuvo la oportunidad; en el año 1959, en los laboratorios de Gila Flats sufrió el fatal accidente en la cámara de campo intrínseco, cuando fue a recoger el reloj de su novia Janey Slater, y acabó convertido en el primer superhombre americano. El amor ha marcado la vida de Jon Osterman hasta el punto de que lo ha convertido en quien es: un ente azulado, el concepto más próximo a una deidad que existe en este mundo alternativo, y que en Vietnam se ha convertido en todo un dios venerado para algunos, y en un auténtico ser demoníaco para otros.

¿Y por qué hablamos de Jon Osterman cuando es Angela Abar el personaje con el que parte el episodio? Porque todo orbita alrededor del sol que es la detective de Tulsa. Incluido el mismísimo Jon Osterman, quien está estrechamente ligado a la vida de Angela. Pero centrémonos en la pequeña detective, en el momento en el que sus padres acaban muertos en un atentado perpetrado por el Frente de Liberación Vietnamita. Si el amor marcó un antes y un después en la vida de Osterman, es la muerte la dama oscura que ha pululado en la vida de Angela Abar hasta convertirla en nuestra Sister Night. Después de presenciar la muerte de sus padres y delatar al terrorista, Angela descubre cuál es su vocación: ser policía. Aunque eso signifique tener que mentirle a sus seres queridos e incluso a sus hijos adoptivos. Pero uno no puede escapar de lo que le está destinado: y así, después incluso de que su abuela muera cuando estaba a punto de llevársela a Tulsa tras la muerte de sus padres, nuestra Angela se hizo mayor y comprendió cuál era su lugar en el mundo. En un mundo cruel donde los padres mueren, y donde hace falta una Sister Night que se encargue de impartir justicia. "Las personas que llevan máscaras es peligrosa, Angela", le dijo su padre, Marcus Abar (Anthony Hill). Pero no siempre escuchamos lo que nos dicen nuestros mayores.

De Cyclops y dioses

Mientras Angela se debate entre las memorias de su abuelo, William Reeves / Justicia Encapuchada, y las suyas propias por culpa de la infestación de recuerdos, la vida en Tulsa continúa. Por un lado, el agente Petey ha descubierto que Looking Glass parece haberse quitado de encima a los miembros de la Séptima Caballería que iban tras él; por otro, la agente Laurie Blake, que estuvo escuchando atentamente las palabras que Angela pronunció al rememorar la vida de William, sabe que los Cyclops están detrás de la Séptima Caballería. Son lo mismo: sólo cambia el nombre. La que un día fuera Espectro de Seda II va tras los pasos de la Séptima Caballería con esta nueva información y comienza tirando del hilo más cercano: Jane Crawford, la viuda del jefe de policía de Tulsa. Sus deducciones son las siguientes: Justicia Encapuchada, el vigilante que "inspiró a dos generaciones" de enmascarados, perseguía a finales de los años 30 a los Cyclops y a los supremacistas blancos. Esa persecución le llevó hasta Tulsa de nuevo, donde descubrió que Judd Crawford era una de las cabezas que había que cortar dentro de este grupo. Así que Laurie deduce que es fundamental vigilar de cerca el círculo más próximo de Judd: y sus sospechas le llevan al lugar indicado. Es el momento de las revelaciones, de que Damon Lindelof descorra el telón del escenario y empiece a salir la verdad: Laurie Blake sabe que si Judd Crawford estaba metido con los Cyclops, el senador Joe Keene apunta a tener la cabeza también ahí metida. Por supuesto, su mujer también. Y no se equivoca: la propia Jane se encarga de confesar. "Que los chicos malos y los chicos buenos fueran irreconocibles por portar una máscara" era el principio para que el senador Keene comenzara a ganar adeptos, con el fin de hacerse con la presidencia de Estados Unidos. Pero sus ambiciones iban más allá.

Jane acaba confesando, pero no le da a Laurie la oportunidad de hacer nada al respecto: después de conseguir activar una trampilla – no sin esfuerzo -, nuestra agente del FBI acaba justo en medio de una base de la Séptima Caballería. Es el momento de conocer otra revelación: el propio senador Keene explica qué es lo que pretende. "No somos racistas. Estamos restaurando el equilibrio en unos tiempos donde nuestro país ha olvidado los principios sobre los que fue fundado", expresa Keene. "Es extremadamente difícil ser un hombre blanco en América en estos momentos". Sus palabras nos hacen pensar en las pronunciadas por Alexander Stephens, vicepresidente de los Estados Confederados de América: "La gran verdad es que el negro no es igual al hombre blanco, esta esclavitud, subordinación a una raza superior, es su natural y normal condición". Keene esgrime con su discurso, por tanto, uno de los idearios propios que manejan los supremacistas blancos, entendiéndose este movimiento como uno que concibe el sistema político, económico y cultural en manos de los blancos, que son los que por su "condición natural" han de manejar el poder. En un mundo tan diverso como es el de hoy en día, o el mundo alternativo de Watchmen, este grupo se ha visto en la tesitura de tener que compartir el poder con otras razas. Y eso no les gusta.

En este sentido, Keene revela cuál es su intención: si tan difícil es ser un hombre blanco en estos Estados Unidos, está dispuesto a probar suerte "siendo uno de color azul". Las palabras utilizadas son una clara referencia a Dr. Manhattan. Aquí se produce el momento donde podemos encajar una pequeña pieza en este puzle enorme que es Watchmen: los supremacistas de la Séptima Caballería quieren capturar a Jon Osterman para usarlo como un arma, y recuperar ese equilibrio y situación de ventaja respecto a otras razas que creen haber perdido. Para ello, están construyendo lo que parece ser una cámara de campo intrínseco similar a la que fue la responsable del accidente de Jon Osterman en Gila Flats.

La defensa del hombre más listo del mundo

En la cárcel personal de Ozymandias, donde el hombre más listo del mundo se ha cansado de jugar a ser Dios, está a punto de celebrarse un juicio. Con los bancos ocupados por Mr. Philips y Ms. Crookshanks, Adrian Veidt se enfrenta a las acusaciones que le han perseguido desde que, a su manera, salvó el mundo. "¡No te irás!", exclama la abogada de la acusación, después de enumerar una a una las vilezas de Ozymandias. "¿Es el acusado culpable de asesinato? Las pruebas son irrefutables". Así es Adrian Veidt: el hombre que mató al Comediante cuando éste descubrió su plan; el que no duda a la hora de confesar que acabó con la vida de 3 millones de personas en su intento por salvar el mundo. "¿Ha mostrado siquiera una pizca de arrepentimiento? No. Él afirma que tal carnicería carente de sentido fue un sacrificio necesario para alcanzar la utopía", continúa la fiscal. Es necesario mencionar aquí que el concepto de "utopía" de Ozymandias está estrechamente ligado al "nuevo mundo" que Lady Trieu señala que quiere fundar, lo que hace que ambos personajes parezcan más cercanos. Pero la abogada toma asiento, y es el turno del culpable de defenderse. Por supuesto, Ozymandias ha preferido representarse a sí mismo. Y está dispuesto a dejar clara su opinión al respecto.

En Star Wars: La Venganza de los Sith, Padme Amidala pronuncia la siguiente frase: "Así es como muere la libertad, con un estruendoso aplauso". Digamos que Adrian Veidt ha querido hacer su propia versión. Digamos que, con una sonora y cuidada flatulencia, se caga en cualquier tipo de acusación esgrimida por el estimable. Después de todo, estamos hablando de Adrian Veidt: un hombre que no dudó a la hora de apretar con frialdad un botón para sesgar la vida de tres millones de personas. ¿Qué puede importarle lo que piensen de él, las acusaciones que esgriman contra su persona un grupo de despojos humanos, según su criterio? Así que, cuando la ventosidad llega a su culmen, Ozymandias toma asiento. "La defensa… descansa", es lo único que le escuchamos decir. ¿Para qué añadir nada más, para qué molestarse en bordar una cuidada defensa, si aquello sólo es un juego? ¿Si ese lugar va a seguir siendo su cárcel?

Así que el Guardián del Juego, el encargado de encabezar el tribunal, decide que la única manera de poder juzgar a Ozymandias es permitiendo que lo hagan "sus iguales". Una avalancha de cerdos invade la audiencia, provocando que los Mr. Philips y las Ms. Crookshanks se asusten. Pero el veredicto queda sentenciado por una cerda: Ozymandias es declarado culpable. Y es entonces cuando se produce una de esas escenas que una no espera ver nunca jamás: el hombre más listo del mundo a punto de echarse a llorar. ¿De pura frustración? ¿Ira? Tal vez su huida de esa cárcel paradisíaca está más lejos de lo que espera. Quizá no salga de allí nunca más. ¿Es posible que alguien vaya a rescatarlo?

Lady Trieu

Lady Trieu es otra pieza de este entramado de acertijos que supone Watchmen. Pero en este séptimo episodio también conocemos algunas cuestiones bastante reveladoras que rodean a su persona: en primer lugar, su hija no es su hija. La pequeña Bian es su madre, a la que ha clonado y le está insertando sus recuerdos con dosis de Nostalgia, las pastillas que Angela se tomó para revivir las memorias de su abuelo. Para Lady Trieu es muy importante que sus padres estén presentes en el momento culmen de su carrera: cuando se dispone a encender el Reloj del Milenio, esa estructura enorme que aún no queda claro de qué se trata. Pero, claro está: si Bian es su madre, ¿quién es su padre? Ante la revelación, Angela pregunta incrédula: "¿Tu padre también está aquí?" A lo que Trieu responde con voz entrecortada: "Él estará". Por supuesto, esto ha abierto la veda para que nos preguntemos quién es el padre de esta misteriosa mujer. Si bien hay quienes se decantan por pensar que es Edward Morgan Blake, también conocido como el Comediante, que estuvo destinado en Vietnam durante la guerra. Sin embargo, el Comediante está muerto y, a menos que Lady Trieu lo haya clonado también, ahora mismo es una idea descabellada. Igualmente cabe pensar que se trate de Adrian Veidt. El mensaje que escribió Ozymandias en la superficie lunar decía: "Sálvame, D". Esa "D" se pensó en un primer momento que podía corresponderse con Dan Dreiberg – personaje que no va a salir en esta temporada – o con Dr. Manhattan. Pero, ¿y si se corresponde con la palabra "daughter", que significa "hija", en inglés? Aún tendremos que esperar a que el padre de la señora Trieu haga aparición, y podremos por fin desvelar este misterio.

Otro aspecto a mencionar dentro de las instalaciones de Trieu es que Angela estaba conectada, en realidad, a un elefante. Si bien el hecho en sí resulta de lo más surrealista, es posible que este mecanismo biológico sirva a Trieu para almacenar de algún modo los recuerdos de la detective. ¿El motivo? Después de todo, Lady Trieu afirma en varias ocasiones en este episodio que está tratando de salvar a la humanidad, colaborando con William Reeves para acabar con la Séptima Caballería – a pesar de que los supremacistas tienen en su poder maletines con el logo de Trieu Enterprises, así que no sabemos cuánta verdad hay en sus palabras -. No es descabellado pensar que Lady Trieu conoce, gracias a los recuerdos extraídos de Angela y al propio William, el secreto mejor guardado de Sister Night: el amor. ¿Y quién es el amor de Sister Night?
Lady Trieu posee un departamento dentro de Trieu Enterprises donde controla las llamadas que todas las personas hacen alrededor del mundo a Dr. Manhattan, al más puro estilo de esas cientos de pantallas que Ozymandias tenía en Karnak, su base en el Ártico. Trieu utiliza este sistema para escuchar las plegarias que las personas de todas partes de la Tierra le realizan a Dr. Manhattan, como si fuera una línea directa con Dios. Sí, también ha escuchado cómo Laurie Blake le cuenta chistes a nuestro ente azulado. "Ellos le piden, y le piden, y le piden ayuda. Le piden que descienda de los cielos y que haga de este mundo uno mejor", dice Trieu cuando Angela descubre su mecanismo. "Pero él ignora a cada una de esas peticiones. ¿Sabes por qué? Porque Dr. Manhattan no está escuchando. Él ni siquiera está en Marte. Está justo aquí, en Tulsa". En ese momento, el capítulo pisa el acelerador: y mientras la mente del espectador trata de discernir quién es Dr. Manhattan, Angela Abar huye hacia su casa. Huye lejos de Trieu Enterprises, lejos de sus compañeros de trabajo. Quiere llegar a casa, donde está Cal. A Angela Abar no le hace falta preguntar quién es Dr. Manhattan: ya lo sabe. Incluso me atrevería a pensar que Laurie Blake, que fue exnovia de Dr. Manhattan, también lo intuye, en el fondo de su corazón.

"Es el momento de salir del túnel", le dice Angela a su marido, el bueno de Cal que siempre ha parecido ser un personaje más bien secundario. Pero si algo sabemos es que en Watchmen las apariencias engañan, y que no hace falta llevar una máscara para ser el hombre más poderoso del mundo. El accidente de Cal en Vietnam no existió. Nunca hubo ningún accidente. "No tengas miedo", le pide Angela. "Ya hemos hablado de esto. Los dos sabíamos que este día llegaría". Ante la situación, Cal da un paso hacia atrás: "No sé de qué estás hablando". Pero Angela sigue adelante: "Sí lo sabes. Lo que pasa es que no lo recuerdas". ¿Y quién podría recordar que un día fue considerado un dios? ¿El superhombre americano de los años 60? ¿Qué intelecto humano es tan vasto como para ser capaz de concebir siquiera esa idea? Cal se rió en episodios anteriores, le parecía ridícula la idea de pensar que Dr. Manhattan pudiera adoptar una apariencia humana. "No eres tú misma", le dice Cal a Angela. "No, Jon. Tú no eres tú mismo".

A golpe de martillo, Angela consigue acabar con la vida de Cal y extraer de su cerebro una especie de artefacto similar al símbolo de hidrógeno que Dr. Manhattan luce en su cabeza. Mientras esto sucede, un característico reflejo azul ilumina la estancia. Angela posa sus oscuros ojos en el ente que ha aparecido ante ella. "Ey, cariño", le saluda Angela. "Estamos jodidos".

Un sabor agridulce en los labios

An Almost Religious Awe es el episodio que nos deja a las puertas del final de Watchmen: quedan sólo dos episodios, y la trama parece que está lejos de concluir, a pesar de que parecía en un primer momento que avanzaba a toda velocidad. Dirigido por David Semel y escrito por Damon Lindelof y el mismo Dave Gibbons (artista de la novela gráfica), este séptimo capítulo de Watchmen nos hace replantearnos si acaso esta primera temporada no sea más que una introducción, allanar el terreno para algo que bien podría seguir desarrollándose en una segunda temporada. El propio Damon Lindelof lo ha admitido: "Considerando el final del episodio siete, parece que tenemos algunas explicaciones que hacer". Son muchas, de hecho: ¿qué ha sucedido con Dr. Manhattan? ¿Por qué estaba encerrado en el cuerpo de Cal? ¿Qué es ese Reloj del Milenio? ¿De verdad Lady Trieu va a ayudar a William Reeves o simplemente le ha engañado para hacerse con su tecnología del mesmerismo? ¿Escapará Ozymandias de su prisión? ¿Tendremos oportunidad de verle compartiendo plano con Laurie Blake y Dr. Manhattan? "Si estuviera viendo el programa, estaría comenzando a entrar en pánico porque posiblemente no podamos reunir todo esto en solo dos episodios más. Entonces, eh... ¿no entres en pánico?", pide Damon Lindelof. ¿Es que el capítulo 9 terminará con una confirmación de la segunda temporada? ¿O es que les dará tiempo de explicarlo todo en dos horas, a lo sumo, que duran los episodios?

Keep calm and keep watching

Si bien este capítulo suena como un premio para los espectadores y fans que estaban esperando a ver a Dr. Manhattan, lo cierto es que una no puede evitar sentir la angustia de que nos hemos aproximado al final con demasiados cabos sueltos, lo que provoca un sabor agridulce en los labios: dulce porque el episodio ha sido digno de tenernos pegados a la pequeña pantalla; amargo porque esto se acaba y nos quedan enigmas por resolver. La confianza queda, de momento, depositada en las manos de Damon Lindelof: si un hombre que, hasta ahora, nos ha regalado una magistral historia original de Watchmen nos pide mantener la calma, nos acogeremos al clásico keep calm and keep watching. Y que sea lo que Dr. Manhattan quiera.

Cristina M. Pérez
Colaboradora

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