The Bear es uno de los fenómenos de más reciente acuño en la televisión actual. Su primera temporada triunfó entre la crítica y el público, cosechó grandes premios y pavimentó un camino de éxito que se ha acabado cristalizando en una segunda temporada que ha llegado recientemente a Disney+ -con algo de retraso respecto a su estreno en Estados Unidos-. Bajo el sello de Christopher Storer y con un reparto encabezado por Jeremy Allen White, no nos andaremos con rodeos: es mejor, más grande, más conmovedora y mucho más interesante que su primera y excelente tanda de episodios. Y no estamos exagerando ni un ápice.
La nueva temporada de The Bear supera en todos y cada uno de los ingredientes de la primera y es el segundo plato que todos esperábamos
Todo plato tiene una historia, y The Bear nos contaba la atribulada de un joven chef que, procedente del mundo de la alta cocina, regresaba a Chicago para llevar el restaurante de bocadillos de su familia.
La producción, de corte extremadamente intenso, mostraba de cerca la tensión que se vive en las cocinas de un restaurante, y hasta qué punto el agobio de los pedidos, la ansiedad que produce tener que sacar todos los platos a tiempo o la excelente organización que debe tener el equipo para que no haya accidentes y la faena salga según lo previsto, marcaban a sus protagonistas. Pero decir eso de The Bear era rayar su superficie y quedarse en el mero envoltorio. La ficción presentaba mucho más.
A través de ocho episodios que se emitieron en Disney+ a través de Star, la ficción nos contó la historia de un restaurante en Chicago, pero también del microcosmos que se escondía en sus fogones, una realidad llena de personas y profesionales de la cocina con sus propios miedos e inseguridades. La creación de Storer hablaba, en gran medida, de cómo nuestras elecciones y la familia marca quiénes somos. La serie cayó en gracia entre la prensa especializada, ya que fue galardonada en los Critic Choice, los Globos de Oro y los premios del Sindicato de Actores, alabando el trabajo de Jeremy Allen White en el papel protagonista, por lo que la segunda temporada se la jugaba a la hora de mantener su estrella Michelín. Y creednos cuando os decimos, corazón en mano, que no solo mantiene su codiciado y merecido galardón: puede aspirar a lucir otro en su fachada.
The Bear es uno de esos casos en lo que todo mejora, como el buen vino, al observar su reposo y maduración con el paso del tiempo y los capítulos. Va cobrando protagonismo en nuestro paladar, arrojándonos un número incontable de sensaciones que se fusionan de manera armónica. La segunda temporada decide profundizar en los personajes que fueron presentados en la primera tanda de capítulos, enviándolos a todos y cada uno -de manera inteligente y conveniente en el plano narrativo- a viajes individuales dramáticamente aderezados de cara a encontrar sus verdaderos propósitos. Puede parecer una propuesta perezosa, poco arriesgada, pero nada más lejos de la realidad. La serie arranca justo cuando Carmy (Jeremy Allen White) y su hermana Natalie (Abby Elliott), junto con el chef Sydney (Ayo Edebiri), presentan los planes finales a su rico tío Jimmy (Oliver Platt), un ambicioso esquema para renovar la tienda de sándwiches y transformarla en un restaurante de alta cocina.
Estableciendo un lúcido paralelismo con sus personajes ficticios, Storer construye como maestro de ceremonias y showrunner una renovación del planteamiento de la primera temporada, siguiendo la reconstrucción del local y la formación, en mejores personas y profesionales, de todos y cada uno de los integrantes del reparto. Reparto que demuestra estar a la altura de las expectativas en los momentos catárticos de sus respectivas historias, que van desde la búsqueda del propósito profesional a la constante lucha contra las expectativas y las ilusiones, pasando por las limitaciones que todos y cada uno de nosotros nos imponemos -de forma errónea- cuando decidimos abandonarnos a la comodidad en lugar de aspirar a algo mejor. Sí, suena intenso, pero The Bear sabe cómo conseguir que el comensal sepa degustarlo sin acabar atiborrado ni con una indigestión dramática.
Poco a poco, y a lo largo de ocho episodios que funcionan como piezas individuales pero que son los ingredientes del mejor d los platos imaginables a nivel televisivo, se construye un nuevo punto de partida para una serie que no tiene rival en la pequeña pantalla. The Bear es capaz de sorprendernos con un cameo, una frase, la irrupción de un canción o con el frenesí de una serie de diálogos en una cena navideña. Siempre hay espacio para la sorpresa. Es intensa, sabe bien y deja un buen gusto. No todas las series son capaces de ofrecer semejantes credenciales. No perdáis el tiempo con otras ficciones este verano. Cada segundo cuenta.
The Bear está disponible en Disney+