Hay una cosa que tenía muy a su favor Indiana Jones y el dial del destino, el regreso tras quince años de ausencia de la saga creada por George Lucas y Steven Spielberg, y es que la última entrega, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008), fue considera unánimemente mala. Así que uno de sus primeros objetivos era hacerlo mejor, y ya os adelantamos que en eso ha cumplido. El segundo, que Harrison Ford, ya con 80 años, volviera a interpretar como se merece al carismático aventurero que todos recordábamos, y en eso también ha salido airosa.
¿Es por tanto Indiana Jones y el dial del destino una gran película? Pues la verdad es que no, pero sí es un entretenido film de aventuras con cierto aroma a clásico, que va a dejar satisfechos tanto a los fans del personaje como a aquellos que simplemente quieran pasar un buen rato en el cine, pero que no va a pasar a la historia como un memorable cierre de la saga o del personaje, ya que todavía sigue lejos del carisma y encanto de las tres primeras películas, que marcaron la infancia de millones de espectadores en los años 80.
Un anciano Harrison Ford se despide con acierto del personaje
Una de las mayores incertidumbres que rodearon a este proyecto desde sus inicios fue cómo Harrison Ford iba a volver a interpretar a Indiana Jones, todo un héroe de acción, casi a sus 80 años. Y este complicado aspecto es posiblemente lo que mejor ha resuelto el film de James Mangold (Logan, Ford v. Ferrari), que por su lado también tenía la complicada tarea de suceder en la dirección a un mito como Steven Spielberg, un desafío que también ha superado.
La película arranca con un espectacular prólogo protagonizado por un Harrison Ford rejuvenecido digitalmente unos 30 años, algo que por momentos funciona sorprendentemente bien, y que en otros te puede sacar un poco de la película, ya que parece un personaje de videojuego. Desde Rogue One (2016) el rejuvenecimiento de actores por métodos digitales no ha dejado de mejorar, y ya estamos muy cerca de que sea casi perfecto, lo que abre unas inquietantes posibilidades que seguro van a generar mucha polémica en los próximos años. ¿Veremos en un futuro nuevas películas de Indiana Jones protagonizadas por un Harrison Ford rejuvenecido digitalmente? Pues no lo decartaríamos, seguro que Disney está encantada con la idea.
Tras esta secuencia de apertura la historia salta hasta 1969, con un Indiana Jones crepuscular y de vuelta de todo, que va a jubilarse como profesor de universidad, siendo un acierto la gracia con la que han integrado en la trama la avanzada edad de Harrison Ford. Algo que funciona tanto en el aspecto narrativo como en el puramente físico, ya que no realiza acciones excesivamente inverosímiles para una persona de su edad que esté en buena forma, atraviéndose incluso con un simpático desnudo parcial que nos muestra sin rubor el ocaso físico del mítico aventurero, y el buen humor de su intérprete, que ha recuperado el brillo.
A diferencia de algunas películas de los últimos años como Blade Runner 2049 (2017), donde se le veía hasta desganado, aquí a Harrison Ford se le ve en plena forma y con muchas ganas, ayudado por un guion que trata con un mimo exquisito a su personaje, no así al resto del reparto. Y eso que cuenta con grandes actores como Phoebe Waller-Bridge, la compañera de aventuras, Mads Mikkelsen, el imponente villano, o un Antonio Banderas que pasaba por allí, haciendo de español, algo que se le da muy bien. Ninguno brilla especialmente, siendo uno de los aspectos en los que el guion no funciona, al no saber construir unos secundarios lo suficientemente carismáticos o interesantes, pese a las ganas que le ponen sus respectivos intérpretes.
Cuando la acción se detiene un poco y son los personajes los que tienen que tirar del carro, es cuando el guion demuestra todas sus carencias. Todo el esmero que han puesto en escribir el personaje de Indiana Jones, desde sus líneas de diálogo hasta su arco argumental, se ha descuidado en el resto, quedando un relato desequilibrado, y que además adolece de problemas de ritmo en su tercio final.
Una buena película de aventuras, pero demasiado larga
Indiana Jones y el dial del destino empieza como un tiro, y tiene una primera mitad francamente buena, divertidísima, con un gran ritmo y tres escenas de acción muy espectaculares y bien rodadas, como se hacían antaño, enterándonte de lo que pasa en todo momento a través de largos planos, aunque el uso -y abuso- de los efectos generados por ordenador, así como su excesiva duración, las alejen del encanto de las películas originales.
Es en la segunda mitad cuando el ritmo decae, las escenas de acción no son tan abudantes y buenas, y ni los personajes ni la historia son lo suficientemente interesantes como para sostener la película, que por momentos se vuelve incluso un poquito aburrida. Algo que se hubiera solucionado con una duración similar a la de las cuatro anteriores películas (unos 120 minutos), y no sus excesivas dos horas y media, cometiendo uno de los mayores pecados del cine de entretenimiento de los últimos años. Es una pena que esta segunda mitad acabe desluciendo el conjunto y dejando un regustillo amargo, siendo una cinta que llega desfondada a la recta final.
En cualquier caso el balance es favorable: Harrison Ford está con chispa y se despide del personaje como se merece, hay buenas y abundantes escenas de acción, está rodada con buen gusto, cuenta con una historia cuidada y que mima al personaje construyendo una bonita despedida, y la multitud de guiños y referencias para los fans del personaje son simpáticos y están bien medidos, sin caer en el empacho nostálgico. En definitiva, un producto cuidado y hecho con cariño, que sin ser brillante se puede considerar una buena película de aventuras, y que me atrevo a pronosticar que va a gustar bastante. Sin duda mejor que la denostada cuarta entrega, aunque lejos de la brillantez de las tres primeras películas de la saga, o al menos del recuerdo tan grato que dejaron en la memoria colectiva.
Indiana Jones y el dial del destino se estrena en cines el 28 de junio.
