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Crítica de Tres mil años esperándote - El oasis de George Miller tras Mad Max: Fury Road

George Miller vuelve a estrenar película en cines después de Mad Max: Fury Road, en plena preparación de Furiosa. ¿Merece la pena la cinta protagonizada por Idris Elba y Tilda Swinton?
Crítica de Tres mil años esperándote - El oasis de George Miller tras Mad Max: Fury Road
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La última vez que pudimos ver una obra de George Miller en pantalla grande fue en 2015, con Mad Max: Fury Road. El largometraje de acción protagonizado por Tom Hardy y Charlize Theron que ha terminado postulándose como una de las películas de acción más destacadas del siglo XXI. Siete años más tarde, Miller reaparece tras las cámaras en salas comerciales con Tres mil años esperándote, un relato que rompe con el monopolio de la cartelera actual gobernada por secuelas, franquicias, sagas y superhéroes para ofrecer una historia de amor rodeada de fantasía, con Idris Elba metiéndose en la piel de un djinn y Tilda Swinton luciéndose como Alithea Binnie, doctora en literatura.

Una apuesta arriesgada para el tipo de películas que dominan las salas comerciales

Aunque el estreno de la película fue un verdadero pinchazo en la taquilla de Estados Unidos, a diferencia de otros productos como Nop, la nueva cinta de George Miller se siente como un oasis en medio del desierto. Como una parada obligatoria para poder reponer los tanques de oxígeno antes de volver a sumergirse en las aguas del mainstream contemporáneo que publica producciones sin ningún tipo de alma o sello autoral. Cuesta encontrar a día de hoy lanzamientos como el que propone el cineasta responsable de Mad Max, donde uno se ve arrastrado por los diálogos y reflexiones de los personajes a la par que realiza viajes en el tiempo de la mano, en este caso, del personaje de Elba, estudiando cómo el ser humano es capaz de corromperse por la seducción, el poder o las ansias de conocimiento infinito.

Es curioso porque una de las características principales de la cinematografía de Miller es la calidad con la que rueda las secuencias de acción. Mad Max: Fury Road fue toda una clase magistral sobre cómo plasmar una persecución a toda velocidad, rodeada de explosiones, tiroteos, peleas, acelerones y hasta desastres climáticos. Y todo ello filmado con una claridad impoluta que claramente sirve como antítesis de lo que vendría a ser el cine de Michael Bay; que es más caótico y apenas puede percibirse en ocasiones lo que está sucediendo frente a nuestros ojos (los montajes de Transformers son dignos de estudio). Con Tres mil años esperándote, sin embargo, Miller cambia radicalmente su enfoque y abandona las escenas llenas de adrenalina para pasar a las reflexivas. Las conversaciones entre Elba y Swinton, a poco que a uno le guste la mitología, las leyendas o los relatos de fantasía, son hipnotizantes.

Tres mil años esperándote

Tres mil años esperándote es una de las películas más especiales del responsable de Mad Max.

George Miller más afilado que nunca, sin acción de por medio

Sorprende mucho encontrarse con un proyecto así teniendo en cuenta de dónde viene el cineasta y hacia dónde va, puesto que la siguiente película de Miller será Furiosa, la precuela de Fury Road con Anya Taylor-Joy recogiendo el testigo de Theron para convertirse en la protagonista de la historia. En esa montaña rusa de acción, el cineasta ha encontrado su refugio, su vía de escape, en este relato intimista que cuenta cómo dos seres extremadamente diferentes terminan uniéndose en la máxima expresión de amor. Tres mil años esperándote puede que no cuente con los efectos especiales de otras superproducciones de alto calibre, pero desde luego no tiene nada que envidiar a esas.

El film solo usa esos efectos digitales cuando se requiere para transportar al espectador a través de eras del pasado y entornos mágicos que solo los genios pueden atravesar. La mayor parte del relato es una narración de Elba dando a conocer a su compañera la trayectoria de su vida, y como si se tratase de una historia para niños pequeños, Miller envuelve al espectador y hace que se pierda en constantes conexiones y referencias a personajes históricos y seres mitológicos. El libreto del cineasta adapta un relato corto de A.S. Byatt, y no podría estar mejor estirado. Eso sí, por mucho que Miller pueda maravillarnos con su fantasía, Tres mil años esperándote pierde fuelle en un tercer acto que debería suponer el clímax de ese romance entre los protagonistas.

El relato se siente como un soplo de aire fresco dentro de la cartelera habitual.

El director agota todos sus cartuchos especiales durante los relatos fantásticos que sirven como apertura del film y eso pasa factura en la última parte de la historia, lo que deja con un sabor de boca un tanto agridulce, más todavía después de ver la química que comparten Elba y Swinton en pantalla, que a pesar de no extremadamente buena funciona lo suficiente como para que nos creamos la historia. Los fragmentos en los que están por separado tienen más tirón y fuerza, lo que indica que quizá ambos deberían haber pasado más tiempo de preparación juntos. Tres mil años esperándote es una rara avis dentro de la filmografía de Miller, y más ahora después de ver el camino que estaba siguiendo la mayor parte de su obra (ligada a ese mainstream de sagas). Por eso, de entre otras cosas, se siente como un proyecto tan especial.

Xavi Mogrovejo
geroge miller
tres mil años esperándote

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