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Crítica de Transformers: El despertar de las bestias - Un filme lleno de acción que abre la puerta a un nuevo universo

Tras la exitosa 'Bumblebee', la saga, hasta hace poco en horas bajas, inicia un nuevo arco argumental con una película palomitera donde hay de todo y para todos.
Crítica de Transformers: El despertar de las bestias - Un filme lleno de acción que abre la puerta a un nuevo universo
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transformers: el despertar de las bestias

Transformers: El despertar de las bestias ofrece al espectador lo que uno espera ver en la pantalla gris cuando acude al cine para ver una película de esta saga. Es uno de esos filmes palomiteros que tiene de todo y para todos: aventura, toques de misterio, momentos emotivos, un salteado de humor, persecuciones tensas, pizcas de terror, y por supuesto, muchísima acción espectacular.

Pero la producción de Paramount Pictures también tiene el objetivo de reanimar la saga. La primera cinta de Transformers, aquel entretenimiento ligero y explosivo que ponía en pantalla como nunca antes los juguetes de Hasbro, dirigida por Michael Bay, y con Shia LaBeouf y Megan Fox, fue todo un pelotazo que desde entonces (¡2007!) hemos visto muchas veces, la mayoría porque nos la hemos encontrado en la tele.

El renacer de la saga es una de las películas más esperadas de 2023

Sus secuelas, La venganza de los caídos y El lado oscuro de la Luna (sobre todo la primera), si bien no convencieron tanto, consiguieron convertir aquel caro experimento en una saga. Una serie de películas que después, con La era de la extinción y El último caballero, se desinfló, y no solamente por el cambio de protagonista: se pasó de un palomiteo entretenido y descerebrado a uno encorsetado y hasta aburrido. Hasta que llegó Bumblebee, con el entrañable Autobot amarillo silente como pilar central, una precuela de todo lo anterior que arrasó en taquilla.

Tanto, que las expectativas con la nueva cinta pueden pillar con el pie cambiado a quien esté desconectado de la industria de los blockbusters. Las visualizaciones de un tráiler en YouTube son buena medida del hype por una película. El teaser de El despertar de las bestias tiene 34 millones; el primer tráiler, más de 22 millones. Son muchísimas más que las de Misión Imposible: Sentencia Mortal, más que La Sirenita, más que el primer vistazo a Spider-Man: Cruzando el Multiverso y casi tantas como el segundo (38 millones) y que, ojo, Fast X (39 millones).

El despertar de las bestias

No es extraño que haya tantas ganas por ver esta película. Si dejamos al lado el pasado de la saga, si lo abordamos como una entidad única, pocas cosas más molonas (en el contexto de los taquillazos) se nos ocurren que una película de acción donde las persecuciones a toda velocidad las protagonizan coches con habilidades especiales y las tortas las reparten esos mismos vehículos, pero transformados en máquinas antropomórficas. Por dejar ese legado errático a un lado, y también para tirar del éxito de Bumblebee, no hace falta haber visto nada para disfrutar de El despertar de las máquinas, a pesar de continuar los hechos de la cinta dirigida por Travis Knight.

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Una aventura internacional: de Brooklyn a Perú

La película nos presenta a otros protagonistas, a un puñado de Autobots conocidos y a otros tantos nuevos, a máquinas robóticas aliadas y malvadas inéditas, y un conflicto de dimensiones interplanetarias. Todo empieza en Brooklyn, a principios de los 90, una época que no solo se utiliza para colar guiños a la Game Boy y a los músicos de moda del momento, sino también para hablar, aunque sea de pasada, de un racismo que en aquella época estaba todavía peor que ahora.

El despertar de las bestias

Noah, ese Anthony Ramos a quien conocimos como Usnavi en Un barrio Nueva York y previamente en Hamilton, vuelve a afianzar la carrera que tiene por delante con la mejor actuación de este filme, aunque no es que las demás brillen. De familia humilde y siempre de una entrevista de trabajo a la siguiente, no consigue sentar la cabeza para poder pagar el caro tratamiento de la enfermedad de su hermano menor. Aunque es un buen tipo, no le queda otra que hacer algún chanchullo de vez en cuando, hasta que intenta robar un coche que, como no podía ser de otra manera, es un Autobot.

El dúo protagonista lo completa Elena (Dominique Fishback, a quien hemos visto en Judas y el mesías negro y The Deuce), una antropóloga en prácticas, un tanto torpe, pero muy entusiasta de su trabajo, donde se encuentra con un objeto de procedencia incierta y que acaba implicándola, junto a Noah, en el conflicto de los robots. Esa amenaza a la Tierra no es otra que Unicron, una deidad de metal que se alimenta de planetas, y que tiene su ejército en los Terrorcons, unas máquinas que parecen sacadas de una obra de fantasía espacial oscura.

El despertar de las bestias

Los Autobots, los de siempre (Optimus Prime, Bumblebee) y otros nuevos (Mirage, Arcee), no tardarán en aliarse con Elena y Noah, además de con los Maximals (robots que se transforman en animales mecanizados gigantescos, o más bien al contrario) para evitar que Unicron se zampe nuestro planeta. La premisa, que no brilla precisamente por su originalidad, se desarrolla en una entretenidísima aventura internacional con un arranque fantástico y un ritmo que mantiene el acelerador pisado hasta la segunda hora de la película, que concluye con todos los lugares comunes que uno se puede esperar en un cinta de este tipo, pero que no por ello deja de ser un espectáculo.

Un blockbuster que brilla cuando se centra en lo suyo: la acción

Pero como decíamos al principio, El despertar de las bestias quiere ser una película para todos, y eso deja su marca en un guion demasiado manoseado. Joby Harold (Obi-Wan Kenoby, The Flash) ha llevado la batuta, pero las páginas han pasado por delante de otros cuatro escritores, entre ellos los hermanos Eric Hoeber y Jon Hoeber (RED, Juego de espías). Tienen que estar todos los ingredientes del cóctel blockbuster, pero algunas frutas son de supermercado. Las peleas funcionan, y los momentos épicos, y las persecuciones, e incluso partes de aventura que nos han recordado a La búsqueda o la reciente Uncharted; pero tropieza cuando quiere ponerse emotiva, cuando pretende que nos preocupemos demasiado de los personajes (humanos o robots), y sobre todo, cuando intenta ponerse graciosa: hay algunos gags que no hay por donde cogerlos.

El despertar de las bestias

Parte del motivo del que el humor no funcione es que casi siempre tiene como agente principal a la muchacha interpretada por Dominique Fishback, una actriz magnífica en trabajos previos y que aquí no termina de encajar; se le nota incómoda en algunas escenas. Sí nos ha entrado mucho mejor la gracieta, muy boba, de uno de los nuevos Autobots, Mirage, a quien pone voz el humorista Pete Davidson, solo una de las voces de calibre del filme: Ron Perlman es Optimus Primal, Peter Dinklage es el villano Scourge, Michele Yeoh es Airazor y Cristo Fernández (Ted Lasso) es Wheeljack, con demasiado poco tiempo en pantalla.

Detrás de las cámaras, vuelve a resaltar el talento de Steven Caple Jr. (Creed II, The Land), que afianza su manera de grabar blockbusters: sin artificios innecesarios, consiguiendo que la acción sea legible en todo momento, y dejándose llevar de vez en cuando por el color y la espectacularidad, sobre todo con los paisajes naturales de Perú y cierta escena muy molona por las calles de Cusco. Los efectos especiales son geniales, aunque nos hubiera gustado un poquito más de fijación en la transformación de los robots: no nos malentendáis, es muy satisfactorio cada vez que vemos cómo los Autobots, los Maximals y los Terrorcons modifican su apariencia, pero hemos echado un falta más planos detalle, y que los momentos en los que se difuminan esas transformaciones fueran, al menos, menos cantosos.

Transformers El despertar de las bestias

Conclusión

Transformers: El despertar de las bestias es una buena resurrección de la saga, que a partir de ahora empieza un nuevo futuro (a pesar de ambientarse en el pasado) prometedor y sorprendente. Es una de esas cintas divertidas que no hace nada increíble, pero tampoco hace nada especialmente mal. Una película de la que disfrutar con la familia, sobre todo con los amigos, y también en solitario en esos momentos en los que uno quiere apagar el cerebro un rato. Para el aficionado a las adaptaciones de los juguetes de Hasbro es imperdible, y un aviso para unos y para otros: no os perdáis la escena postcréditos.

Fran G. Matas
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