The Mandalorian vuelve a rompernos todos los esquemas con este tercer episodio de la tercera temporada, El converso. Tras presentar un espectacular arranque con los tropos de Star Wars bien asentados en su trama y estructura, el segundo capítulo, Las minas de Mandalore, exploró las profundidades de los mitos y el lore de la saga, ampliando horizontes y regalándonos guiños increíbles a los aficionados a la creación de George Lucas. Pero la obra de Jon Favreau, que está disponible en Disney+ sigue ramificándose. Y como las raíces del planeta urbe de Coruscant, tiene mucho que contar. Nos adentramos en este tercer episodio en una crítica y resumen con algunos spoilers.
The Mandalorian toma el camino de Andor y explora las ramificaciones de la Nueva República, los Remanentes del Imperio y la importancia del Credo
Sí, los planes de Jon Favreau y Dave Filoni son ambiciosos, ya lo hemos desgranado en detalle, construyendo una historia que tiene detalles de Star Wars: Rebels, Clone Wars y que se ha expandido en El libro de Boba Fett y continuará por otras producciones en Disney+, contándonos un convulso escenario en el que la Nueva República intenta asentarse tras la derrota del Imperio Galáctico y la disolución del mismo en los días posteriores a la traumática Batalla de Jakku. Tras la firma del Concordato Galáctico que puso fin a la Guerra Civil Galáctica, los restos del ejército imperial se sumaron a la amnistía general, con oficiales, soldados y otros cargos, como Moff y senadores entregándose al nuevo orden. Pero no todo el mundo lo hizo.
Como ya hemos visto en Andor, Star Wars lleva construyendo una realidad rica, compleja y llena de matices, propia del Universo Expandido que tantas alegrías nos dio en el pasado, y que enaltece aún más lo logrado con el nuevo canon tras la traumática -para algunos- adquisición de Lucasfilm por parte de Disney. El converso es, con toda la seguridad, uno de los mejores episodios de la ficción de Disney+, toda una joya llena de capas y tramas que creemos que ponen en valor el arrojo del guion de Favreau, que decide ahondar más en temas controvertidos y poco habituales en la ficción galáctica. Dirigido por Lee Isaac Chung (Minari: Historia de mi familia), se aparta un poco de la estructura clásica de The Mandalorian para indagar en el futuro de lo que está por venir en Star Wars.
Tras la exploración de Mandalore y haters sumergido en las aguas vivas de las profundidades del planeta arrasado por el Imperio y avistar un gigantesco mythosaurio, Bo-Katan, Din Djarin y Grogu se dirigen al planeta de la primera para reponer fuerzas cuando son asaltados por una partida de cazas TIE interceptores, que persiguen a los mandalorianos por todo el sistema, regalándonos una espectacular secuencia de acción que poco o nada tiene que envidiar a algunas de las más míticas de la trilogía original. ¿Qué hacen esos cazas ahí? ¿Por qué han decidido bombardear el palacio de Bo-Katan en Kalevala? ¿Qué Señor Imperial del Remanente ha mandado sus tropas a la zona? ¿Estamos ante el segundo ramalazo del largo brazo de Thrawn en la serie?
The Mandalorian traslada el foco de la acción y la trama a una de las grandes incógnitas de la pasada temporada y el inicio de la misma serie, cerrando con especial maestría una línea argumental que ha estado latente desde hace años, al mismo tiempo que abre nuevas vías y misterios. Pasamos así del Borde Exterior al corazón de la galaxia, visitando el otrora Centro Imperial, el planeta urbe de Coruscant, añadiendo una capa de política y trasfondo hasta la fecha pocas veces vista: el funcionamiento burocrático de la Nueva República y cómo encaja el Doctor Pershing en todo esto. Como si se tratase de la capitulación de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial ante la victoria de los Aliados, la Nueva República quiere ofrecer una oportunidad da millones de soldados, almirantes, oficiales y científicos del Imperio Galáctico. Volvemos a ver a Pershing tras mucho tiempo, ahora reformado e integrado en Coruscant, explicando cuáles fueron sus avances en la clonación vista en Kamino a una audiencia entregada.
Aquí el episodio hace lo que ya hizo Rian Johnson en Los últimos Jedi pero de mejor manera: las clases altas de Coruscant han seguido sus vidas sin importar si había Imperio, Rebelión o República. Han seguido manteniendo sus comodidades mientras el destino de la galaxia cambiaba de manos, dejando claro que simplemente han entrado en una nueva etapa política y social. En El converso vemos cómo Penn Pershing intenta seguir adelante con su vida, borrando cualquier recuerdo de Moff Gideon y sus planes relacionados con la clonación, aceptando un nuevo trabajo en una oficina de gestión y eliminación de archivos. Por momentos, el episodio adopta un tono maduro inusitado en The Mandalorian, con una narración interesante que explora rincones inéditos hasta la fecha en una serie de Star Wars. ¿Tienen derecho los sirvientes del Imperio Galáctico a una segunda oportunidad? ¿Eran todos malos?
Aquí hay que destacar el papel de Elia Kane, una oficial de comunicaciones que coincidió con Pershing bajo el mandato de Gideon, que parece haber aceptado el nuevo orden que ha propuesto la República. No adelantaremos más, pero esta historia de imperiales que intentan buscar significado a sus vidas mientras recuerdan el pasado e intentan hacer cosas mejores por el porvenir de la galaxia -con todo lo que ello implica, e incluso vulnerando los convencionalismos o doctrinas marcadas por el nuevo régimen-, nos ha parecido interesantísima. La Nueva República queda perfectamente retratada como un aparatoso y complejo régimen que, pese a sus buenas intenciones y tras haber liberado la galaxia del yugo Imperial, también tiene defectos.
The Mandalorian parece, por momentos, una película de espías de la Segunda Guerra Mundial. Y eso siempre es algo a celebrar, ya que siempre hemos defendido la versatilidad de Star Wars para contar historias sin tener que tirar de los icónicos personajes, planetas o guerras de siempre. Con un final en el que Mando y Bo-Katan acaban siendo redimidos y aceptados una vez más por el Credo, la serie de Disney+ plantea sus próximos episodios como algo completamente distinto, nuevo y fresco, sin renunciar al sabor de siempre y los códigos del lenguaje que tan bien le han sentado a la saga. Es difícil de explicar, sí. Como la propia realidad de blancos, negros y grises que ha retratado con tanta maestría en este episodio. Sin lugar a dudas, este es el camino.
