La guerra entre consolas ha propiciado que se normalice el escoger un bando, que no se pueda disfrutar tanto de una consola como de otra. Esta división se extiende hasta los propios videojuegos. Están los jugadores del Fifa y los del Pro Evolution Soccer, los del Tekken y los del Street Fighter, los del Call of duty y los del Battlefield, incluso hace años hubo divisiones entre los jugadores de Silent Hill y Resident Evil. No entiendo quién no querría ver a Jill Valentine pegando cuatro tiros a Pyramid Head. De hecho, uno de los más recientes es la colaboración entre Ubisoft y Sega que ha hecho posible que personajes de la saga Yakuza sean personajes jugables en Rainbow Six Siege.
Para aquellos que no estén muy familiarizados con el término, un crossover es cuando en la ficción, interactúan personajes, elementos o incluso lugares de dos o más sagas, franquicias o universos. A veces, estas ‘incursiones’ ocurren de forma orgánica en la trama del propio juego y en otras de forma de ‘invitado’, algo muy típico en los juegos de lucha.
Juegos con crossover orgánico
Kingdom Hearts
La saga Kingdom Hearts sería un ejemplo de lo primero. Un universo entero con una trama en la que están integrados personajes de Disney (tanto clásico, actual y de animación) como Mickey Mouse, Blancanieves, Elsa, Buzz Lightyear o Jack Skellington, con personajes de varios Final Fantasy como Wakka o Cloud Strife, junto a creaciones propias como Sora.
Van ya por el Kingdom Hearts III, aunque entre medias de los volúmenes ‘oficiales’ han sacado multitud de títulos, si juntamos remakes y juegos para distintas plataformas, sumarían más de 20. Es normal que desde 2002 y después de tantos lanzamientos, Nomura haya conseguido normalizar una colaboración tan extravagante como Disney y Square Enix.
A pesar de las distancias y diferencias entre ambas empresas, tenían varios puntos en común que al final fueron el éxito del crossover. Mientras que Final Fantasy contenía unos hilos argumentales enrevesados y maduros que obligaban al jugador/espectador replantearse varias veces su perspectiva; Kingdom Hearts rompió con ello y se enfocó a un público más juvenil. Compartiendo con Disney el que héroes y villanos estuvieran claramente definidos (aunque no le faltan los giros y las connotaciones abstractas, marcas de la casa cuando se habla de Nomura) y que fuera visualmente llamativo, con muchas cadenas y cremalleras.
Lo cierto es que cada mundo de Disney en el juego está realizado con un mimo increíble, cuidando su apartado visual de manera casi obsesiva, integrando perfectamente elementos de las dos compañías. En serio, lograr que no resulte terrorífico y rechine ver a personajes con la estética nipona de los Final Fantasy hablando con Jack Sparrow, es muy complicado. Quizá este sea uno de los mejores ejemplos de crossover con una integración total, que además resultó ser un éxito en ventas y continuará en un Kingdom Hearts IV.
Super Smash Bros.
Otro peso pesado de los crossovers es el tinglado que consiguió montarse Nintendo con Super Smash Bros, cuya primera entrega en 1999 llegó a vender 8,9 millones de copias. Comenzó teniendo 12 personajes, aumentando hasta 26 en Super Smash Bros. Melee, a 35 en Super Smash Bros. Brawl, 58 en Super Smash Bros. 3DS y Wii U, y hasta 89 en su última entrega, Super Smash Bros. Ultimate.
Durante la entrega de 2018 del The Game Award, Reggie Fils-Aimé, presidente de Nintendo of America hasta 2019, afirmaba que Super Smash Bros. Ultimate es "el mayor crossover en la historia de los videojuegos". Puede sonar exagerado, pero se acercó bastante a la realidad. Retomando el tema de los crossovers en los videojuegos, es obligatorio mencionar los ‘vs. Capcom’, sobre todo para usarlo como comparativa, un ejemplo de cómo perder la licencia conlleva eliminar el juego de tiendas digitales o estar limitado, ante un nuevo arreglo, a las limitaciones que impone una de las empresas.
Super Smash Bros. No parece sufrir las mismas limitaciones, teniendo Masahiro Sakurai, su director, total libertad para usar, hacer y deshacer todo lo que Nintendo tenga en catálogo, autohomenajeándose así la compañía nipona, haciendo a su vez un recorrido por sus grandes éxitos como Super Mario, Zelda o Pokémon. A estos se le suman referentes de otras grandes sagas de diferentes compañías como Snake de Metal Gear (Konami), Ryu de Street Fighter (Capcom), Bayonetta (Sega), Cloud de Final Fantasy VII (Square Enix), Mega Man (Capcom), Joker de Persona 5 (que no había salido de las consolas de Sony) o Richter Belmont de Castlevania (Konami).
A veces, en un crossover, anfitriones e invitados unen fuerzas contra un enemigo común, como el Pato Donald y Sora contra los sincorazón. Sin embargo, otras veces el atractivo comercial está en verlos partiéndose la cara como el mencionado Marvel vs. Capcom. También existen los crossovers de una misma saga, como los Dissidia Final Fantasy
PlayStation All-Stars Battle Royale
De hecho, PlayStation All-Stars Battle Royale fue el intento de Sony por montar un Super Smash Bross. y quizás el error fue creer que la identidad de los jugadores de PlayStation era tan fuerte como la de los usuarios de Nintendo, la cual ha sido capaz de mantener vivo el Super Smash Bross. Desde 1999 hasta la actualidad. El título utilizó las mismas estrategias que habían funcionado en Nintendo, personajes icónicos de sagas lanzadas en PlayStation, escenarios que pudiera provocar el efecto nostalgia y una campaña de marketing digna de estudio, con anuncios ‘live action’ con Nathan Drake, Solid Snake, Lightning de Final Fantasy XIII, Kratos, Atenea, Sweet Tooth de Twisted Metal, una siniestra Little Sister de Bioshock, incluso Ezio Auditore.
Sony se tomó muy en serio el proyecto, de hecho, innovó en la jugabilidad, sin imitar la dinámica de tener que echar al rival del escenario para eliminarle, implementando un sistema de puntuación por golpe, para poder activar ataques especiales que acabaran con el rival. El título derrochaba Fan Service por los cuatro costados, pero no vendió como se esperaba. No alcanzó ni el millón de unidades, en Norteamérica apenas sobrepasó las 400,000 unidades, a pesar de lanzarse en PS3 y PSVita. La falta de actualizaciones y contenido, junto a errores como personajes muy desbalanceados, acabó matando el videojuego.
Artista invitado
Vamos a catalogar a este tipo de mezcla de sagas como el ‘crossover vago’, una forma de dar a los fans lo que quieren, pero con el mínimo esfuerzo posible. Es el caso de colaboraciones como la del brujo más famoso de El Continente, Geralt de Rivia, de la saga The Witcher, en Soulcalibur, como personaje seleccionable. Un viaje por otros universos que le llevó hasta el Monster Hunter World, y eso que odia los portales. En cuanto a acoger forasteros, Soulcalibur tiene experiencia demostrable. Este juego de lucha, a lo largo de sus diferentes entregas, ha contado con la presencia de extraños venidos de tierras lejanas como Hyrule (Link), Tatooine (Darth Vader), Esparta (Kratos), Estados Unidos (Solid Snake) o Planeta Mobius (Sonic).
Otros juegos de lucha han optado por la misma dinámica, es el caso de Mortal Kombat, que llegó a sumar a sus filas a la peor pesadilla de la generación de los 80/90, Freddy Krueguer; un robot que llegó a ser senador de Estado Unidos, Terminator T-800; el Motorista Fantasma pero sin la cara de Nicolas Cage; el fantasma de Esparta (Kratos otra vez, a estas alturas el rey de los crossovers); Joker de DC; Alien; RoboCop; Spawn; Leatherface, Jason Voorhees y hasta Rambo.
Tekken no se quedó atrás e incluyó uno de los malos malísimos de The Walking Dead, Negan, también ‘invitó’ a Noctis Lucis Caelum del Final Fantasy XV o Akuma de Street Figther. Aunque también podría incluirse a Tekken en el grupo de crossover entre dos sagas completas con Street Fighter x Tekken aunque más bien ese punto iría para Street Fighter, el rey de los crossover de lucha, ya que en este título los personajes de Tekken son los visitantes. De hecho, Tekken x Street Fighter, anunciado en 2010, se quedó en un limbo desde entonces que cada cierto tiempo se encargan de mencionar, para hacer daño y que no olvidemos que algún día tuvimos esperanzas de jugarlo.
Fortnite
Nadie duda a estas alturas de que Epic se ha pasado el juego, son los admin de la industria y Fortnite ‘lo peta’, está en todas partes, de hecho, ninguna franquicia o IP parece estar a salvo ya. La lista de los crossover, en forma de artista invitado y extras, que tiene este ‘battle royale’, daría para ocupar unos cuantos servidores, allá donde estén localizados. Las primeras skins fueron las de Harley Quinn en Aves de presa, Deadpool, Aquaman, Capitán América y Cazafantasmas.
Entre las más célebres, teniendo en cuenta que en Fortnite se han llegado a organizar conciertos de Travis Scott y de Ariana Grande (con sus respectivas skins), están las de El Mandaloriano (con Grogu incluido); Jefe Maestro de Halo; Pac-Man; personajes de The Walking Dead; The Grefg; Predator; varias skins de Marvel como Spiderman, Venom, Ant-Man, Loki y de DC como Flash, Raven, Batman, Catwoman, Wonder Woman; Tron; luchadores de Street Fighter; Ellen Ripley y ‘el octavo pasajero’; Lara Croft; Aloy del Horizon Zero Dawn; jugadores de la NBA; Rick Sánchez; Frankenstein; Jill Valentine y Naruto. Además de personajes a los que cuesta imaginar haciendo el ‘dub’ como John Wick, Marcus Fenix o Kratos (otra vez).
Crossovers por fascículos
Este tipo de crossover es algo decepcionante para los fans y bastante lucrativo para las empresas, ya que sí, cuenta con multitud de IPs pero para hacerse con todas hay que desembolsar una buena cantidad de dinero. Es el caso de Skylanders, Disney Infinity y Lego Dimensions. En papel suena bien, la posibilidad de jugar con cualquier personaje de Doctor Who, DC, Cazafantasmas, Misión Imposible, 2001, Regreso al futuro, Mago de Oz, Hora de Aventuras, Los Simpsons, Jurassic Park; eso sí, rehipoteca tu casa para jugar con todos.
Por qué mezclar universos
El motivo principal para hacer un crossover es el dinero, sí, nada romántico a priori, porque a fin de cuentas los estudios y las distribuidoras son empresas privadas; y mezclar dos sagas que de forma individual suman muchos seguidores, significa más dinero. Llamémoslo oportunidad comercial, cumplir el sueño de los fans o llevar a cabo lo que la comunidad lleva años reclamando a través de redes sociales (como un nuevo Silent Hill); pero todo esto para las empresas propietarias de los derechos de autor, es dinero.