En cada generación hay un cambio que nadie quiere perderse. Los mundos abierto, los modos multijugador online, los pases de temporada, los battle royale... o las tres dimensiones. Siempre hay algo que, en teoría, va a ayudar al éxito de tu videojuego, que va a hacerlo más atractivo de cara a la mayoría de jugadores. Claro que seguir la moda de turno no es suficiente, y también es necesario que... bueno, que el juego sea bueno. El paso a las 3D fue un salto gigantesco tanto en tecnología como diseño, y muchos juegos se lanzaron a las tres dimensiones más porque tenían que hacerlo que porque encajaba en su jugabilidad. Así queremos repasar algunos de los primeros saltos; destacando lo de «primeros», por lo que no vamos a meternos en los 128 bits.
Flashback
El clásico de acción y plataformas fue uno de esos juegos que conseguía crear una experiencia muy realista y cinematográfica dentro de las lógicas limitaciones técnicas de la época. En 1995, tres años después del lanzamiento del original, su secuela, Fade to Black llegaba a las tiendas.
En cierto modo, era un pequeño cambio de género, en el que las plataformas perdían peso en favor de la exploración y los puzles, pero que mantenía ese ambiente de ciencia ficción y la ambientación que tanto gustó. Sin convertirse en una obra memorable, sí que fue capaz de pasar con éxito a las tres dimensiones.
Wave Race
Mucha gente quizás ni siquiera recuerda la entrega original, pero Wave Race debutó en Game Boy, y su primera secuela fue la que debutaría en Nintendo 64 para convertirse en uno de los títulos más recordados de la consola para los fans de la velocidad. Es cierto que, en cierta manera, los juegos de conducción tenían más razones para buscar el salto a las 3D debido a las limitaciones propias del género en las 2D, y Ware Race 64 fue todo un éxito, tanto de crítica como comercial. ¿Es el momento para una nueva entrega en Switch?
Goemon
Mystical Ninja o Gambare Goemon es una veterana saga de plataformas que gozó de una enorme popularidad en los 8 y 16 bits y que, lógicamente, Konami necesitaba adaptar a las tres dimensiones cuando fue posible. Con la llegada de Nintendo 64, el ninja cambió de dimensión con un juego que supo adaptarse con acierto al mundo poligonal, sin llegar al nivel de excelencia de otros títulos, pero siendo más que disfrutable.
Excitebike
Otro clásico de Nintendo y otro clásico de la conducción, que supo aprovecharse de las tres dimensiones no sólo para explotar las posibilidades de las carreras, sino para ofrecer un creador de pistas, un remake en 3D del original, minijuegos e incluso un escenario infinito y generado de manera procedimental en el que los usuarios tienen que explorar y apagar diez hogueras. Como os podéis imaginar, el salto fue tan grande y ambicioso que se convirtió en uno de los grandes títulos de la consola.
Lemmings
El juego del estudio que se convertiría en Rockstar es un clásico de los puzles, pero su salto a las 3D parece más una obligación que una necesidad. A pesar de las posibilidades que el cambio abría, el control se hacía muchísimo más complicado y obtuso que el original, y las novedades, quizás, no justificaban la transición. Es un título bastante divisivo, que algunos disfrutaron mucho mientras que otros no tanto. Dejamos en vuestras manos dónde queréis que quede.
The Legend of Zelda
Poco se puede decir que no se haya dicho de las aventuras de Link, pero el paso de las dos a las tres dimensiones es un ejemplo fantástico de cómo evolucionar un concepto como el de The Legend of Zelda. Tras explorar las 2D desde diferentes perspectivas, Nintendo llevó al héroe de Hyrule a Nintendo 64 con The Legend of Zelda: Ocarina of Time con tal acierto que se convirtió en un antes y un después no sólo para el género, sino para los videojuegos, además de en uno de los títulos más laureados de todos los tiempos.
Metal Gear
De manera muy similar a la historia de The Legend of Zelda, Konami e Hideo Kojima fueron capaces de coger una fórmula diseñada para las dos dimensiones y trasladarla a mundos poligonales con un éxito que todavía hoy se recuerda. Es cierto que el cambio en la fórmula fue menor, pero sí abría puertas a muchísimas más posibilidades, tanto en lo jugable como en lo narrativo y, lógicamente, en la puesta en escena, mucho más cinematográfica que en las dos primeras entregas.
Castlevania
Justo la historia opuesta, también de la mano de Konami. Una saga que brilla especialmente en dos dimensiones, gracias a su precisión tanto en el diseño de los niveles como en sus controles, perdía todo esto en la transición a las 3D de Castlevania 64 (que en realidad se llamaba simplemente Castlevania). Es curioso que las notas en su momento no fuesen terribles, teniendo en cuenta cuánto se criticaron estos dos aspectos, y cómo la mayoría estaba de acuerdo en que este cambio fue un paso atrás. Desde entonces, la saga ha vuelto a coquetear con las 3D (incluyendo dos entregas a manos de Mercury Steam), pero creemos que casi todos estamos de acuerdo en que Castlevania brilla, sobre todo, en dos dimensiones.
Mega Man
¿Qué pasa si la fórmula original no se traslada bien a las 3D? Pues no hay nada de malo con cambiarla por completo. Mega Man pasó de ser un juego de disparos y plataformas a uno de acción y aventuras, y el cambio fue, en general, bien recibido, sobre todo con el tiempo. Obviamente, no era un sustituto de la fórmula clásica, sino una nueva vertiente para el héroe de Capcom. Como curiosidad, Mega Man: Legends no fue el primer juego en 3D de la saga. Mega Man: Battle & Chase, un título de carreras, tiene ese honor.
Bubsy
Otra moda para recordar (y que está volviendo): los juegos de plataformas de mascotas. Todo el mundo quería la suya, y Accolade no podía ser menos. Bubsy gozó de cierta popularidad en su momento, siempre lejos de los grandes, pero esto no impidió que intentara dar el salto a las tres dimensiones... con un catastrófico juego que ha quedado para la historia y no precisamente para bien.
Super Mario
La otra cara de la moneda. Nintendo, en general, ha tenido una soltura increíble a la hora de adaptar sus sagas a las tres dimensiones, y Super Mario 64 es uno de los mejores ejemplos. La aventura de Mario fue capaz de trasladar a la perfección su esencia de las dos a las tres dimensiones, y sentó las bases de lo que serían muchos plataformas en 3D, y se convertiría no sólo en un juego fantástico, sino en una obra que definía los pilares que el género exploraría y evolucionaría a lo largo de los años.