Hoy, 21 de febrero, The Legend of Zelda cumple su 30º aniversario. Treinta años en los que la serie nos ha ofrecido grandes e inolvidables aventuras que han acabado por convertir su nombre en una auténtica leyenda dentro de la industria. Treinta años recorriendo Hyrule, combatiendo al malvado Ganon y las fuerzas de la oscuridad con la ayuda de la Espada Maestra, explorando oscuras y misteriosas mazmorras repletas de peligros y rescatando a Zelda. Treinta años en los que, al igual que Link, los jugadores nos hemos alzado como verdaderos héroes.
Para celebrar esta fecha tan señalada e importante, en Vandal hemos decidido rememorar algunas de las mejores batallas que hemos vivido a lo largo de estas tres décadas. No han sido pocas las bestias que se han interpuesto en nuestro camino, pero siempre hemos conseguido salir victoriosos de nuestros enfrentamientos con ellas, por eso y a modo de tributo, hemos escogido diez jefes finales que por un motivo u otro se han quedado grabados a fuego en nuestra memoria.
Antes de comenzar este repaso, nos gustaría comentar que estos enfrentamientos no están listados por orden de preferencia y que algunos de ellos han sido escogidos no porque presentaran un gran combate necesariamente, sino por otros posibles factores que comentaremos en sus respectivos apartados. Además, para dar cabida a más entregas nos hemos impuesto como regla seleccionar únicamente a un solo jefe de cada juego.
De todos modos, os recordamos que hacer una lista de los mejores jefes de una saga tan longeva y querida como esta siempre acaba respondiendo a unos criterios muy personales de cada jugador. Han sido muchos enfrentamientos de grandísima calidad, y no todos nos han tenido que calar por igual, motivo por el que os animamos a que compartáis con nosotros en los comentarios de este reportaje cuáles son vuestros favoritos para que, entre todos, ninguno merecedor de estar entre estas líneas se quede fuera de ellas. Una vez dicho esto, ¡comenzamos!
La Sombra de Link (Zelda II: The Adventure of Link)
Empezamos nuestro repaso por el que probablemente sea el jefe más difícil, y al mismo tiempo el más fácil, de toda la saga. Como muchos recordaréis, Zelda II: The Adventure of Link es la entrega más atípica que se ha lanzado hasta la fecha dentro de la serie principal, ofreciéndonos una aventura en la que podíamos ganar experiencia para subir de nivel nuestros atributos, con combates "aleatorios" en el mapa principal y donde las fases de exploración y batalla se desarrollaban en 2D en niveles de avance lateral, como si de un título de plataformas se tratara.
Este cambio respecto a The Legend of Zelda no sentó demasiado bien entre todos los que acabaron rendidos ante la magia del juego que lo empezó todo hace 30 años, motivo por el que Nintendo decidió regresar a sus orígenes con su siguiente entrega, el legendario The Legend of Zelda: A Link to the Past. Debido a esto, a día de hoy se le considera como "el patito feo" de la serie y no son pocos los jugadores que piensan que es un mal título, cuando ni de lejos es así (aunque en nuestra opinión sí que es cierto que está uno o varios peldaños por debajo de las entregas tradicionales).
Eso sí, hay algo en lo que todos estamos de acuerdo: se trata del Zelda más difícil y poco clemente con el usuario de todos los que se han realizado. La cantidad de muertes que llegamos a ver antes de alcanzar los títulos de créditos finales podrían rivalizar perfectamente con las de cualquier Dark Souls (con la diferencia de que en vez de durar 50 horas este duraba entre 10 y 15) y su enfrentamiento final era una buena prueba de ello.
La última mazmorra era gigantesca, larga, laberíntica y complicada como pocas se han visto en la saga, pero todo lo que allí nos aguardaba no era nada comparado a La Sombra de Link. Tal y como su propio nombre indica, se trata de la versión oscura de nuestro protagonista, la encarnación de todo el mal que habita en su interior, de modo que si queríamos salvar a Zelda, primero tendríamos que derrotarnos a nosotros mismos.
Este poderoso enemigo se mueve igual que Link y bloquea prácticamente casi cualquier ataque que le lancemos, obligándonos a tener que medir al milímetro nuestros movimientos para superar sus defensas y acertar en sus puntos desprotegidos. Derrotarle en un duelo justo y singular era toda una odisea de la que muy pocos pueden presumir, ya que no solo era brutalmente difícil, sino que encima teníamos que recorrernos toda la mazmorra hasta llegar a él cada vez que veíamos la pantalla de Game Over.
Por suerte para muchos y por algún extraño motivo, había una estrategia ante la cual nuestro gemelo oscuro era incapaz de defenderse: colocarse en la esquina izquierda de la pantalla, agacharse y comenzar a aporrear el botón de ataque. Sí, con esta técnica se podía superar la batalla final, convirtiendo el enfrentamiento más complicado de la serie en el combate más fácil imaginable. Huelga decir que esto le quitaba toda la épica y la intensidad a esta lucha, pero al menos nos permitió despertar a Zelda de su eterno sueño antes de que el mando de nuestra NES acabara saliendo disparado por la ventana.
Shadow Nightmares (The Legend of Zelda: Link's Awakening)
La veterana Game Boy tuvo muchos juegos, y no pocos de gran calidad, pero si nos obligarais a escoger solo uno de ellos como nuestro favorito, probablemente gran parte de la redacción de Vandal os responderíamos con un contundente "The Legend of Zelda: Link's Awakening". Una aventura tan clásica en su planteamiento y desarrollo como atípica en lo que a historia y argumento se refiere.
Aquí no teníamos que salvar Hyrule de las fuerzas del mal, simplemente escapar de una extraña y misteriosa isla en la que algo no parece andar del todo bien y ciertos detalles no terminan de cuadrar. Aunque cuenta con muchos enfrentamientos memorables y jefes muy originales (uno de ellos es hasta la propia habitación en la que luchamos), al final nos hemos quedado con su batalla final, una lucha con larga, con seis fases distintas, cada una con su propia estrategia y en la que se recreaban algunos de los mejores combates de A Link to the Past, como Agahnim, Moldorm o el propio Ganon.
Todo ello para concluir en una última fase en la que no podíamos despistarnos ni un solo segundo y en la que teníamos que esquivar ataques constantemente mientras buscábamos los mejores momentos para contraatacar cuando exponía su ojo. Una lucha muy divertida, completa y variada que merece ser recordada.
Volvagia (The Legend of Zelda: Ocarina of Time)
¿Qué decir que no se haya dicho ya de la que sea probablemente la entrega mejor valorada de toda la serie? Ocarina of Time supuso no solo un antes y un después dentro de la saga, sino que su impacto se extendió a toda la industria, cambiando en muchos sentidos la forma de hacer y entender los videojuegos y adelantándose a su tiempo en casi todo lo que hacía, motivo por el que no es de extrañar que sea considerado como uno de los mejores juegos de la historia. Sí, sus secuelas refinaron la fórmula y mejoraron casi todos sus apartados, pero ninguna ha vuelto a suponer para este hobby lo que la inolvidable aventura del Héroe del Tiempo.
Escoger un solo jefe de este juego no ha sido una tarea nada fácil, ya que no son precisamente pocos los que nos dejaron para el recuerdo momentos únicos e imborrables. La lógica nos dice que deberíamos haber apostado por el Fantasma de Ganon o por la épica batalla final, pero al final nos hemos acabado decidiendo por Volvagia, el temible dragón que nos esperaba en el Templo del Fuego.
El combate en sí era muy fácil, pero era todo un espectáculo ver cómo nos sobrevolaba cada poco tiempo mientras nos intentaba achicharrar y provocaba una lluvia de rocas ardientes que teníamos que esquivar. Para dañarle simplemente teníamos que estar pendientes del agujero de la plataforma por el que iba a asomarse, aunque cuidando de evitar su pelo para que al salir no nos diera con él.
Además, el diseño de este dragón es uno de los mejores de toda la aventura y para su elección tenemos que admitir que también nos ha influido la genial historia que inspiró para el manga del juego, una de las más emotivas y crueles que se han escrito para un producto relacionado con la saga, a pesar de no considerarse como canónica. Tampoco podemos olvidarnos de que Volga, uno de los villanos más carismáticos de Hyrule Warriors (y de los personajes más satisfactorios de controlar), se basa en Volvagia, por lo que el legado que ha dejado este jefe ya justifica más que de sobra su inclusión en esta lista.
Twinmold (The Legend of Zelda: Majora's Mask)
La secuela directa de Ocarina of Time es uno de los títulos más especiales y únicos que podemos encontrar no solo dentro de la serie, sino también en el mundo de los videojuegos en general, gracias a su genial uso del tiempo, obligándonos a revivir los mismos tres días una y otra vez para salvar el mundo, algo que se aprovechó para diseñar algunas de las mejores historias secundarias de la saga (imprescindible completarlas para disfrutar de la aventura en toda su plenitud).
Se trata de una entrega mucho más breve de lo que venía siendo habitual hasta ese momento, por lo que la selección de jefes no es muy amplia, aunque sí destacable. En nuestro caso, hemos tenido muchísimas dudas sobre si seleccionar a Goth o a Twinmold para este reportaje, ya que el primero convertía su batalla en una frenética y espectacular carrera rodando a toda velocidad en forma de Goron, un combate original y único.
Pero al final nos hemos decidido por la segunda opción por la escala de la pelea. Al llegar a la arena de combate nos encontrábamos con un gigantesco desierto del que salían dos enormes gusanos enmascarados que hacían que Link pareciera una pulga en comparación. Por suerte, contábamos con la Máscara del Gigante para aumentar nuestro tamaño y equilibrar la balanza, dando pie a una divertida (aunque demasiado fácil) batalla digna de una película de kaijus en la que teníamos que predecir los movimientos de nuestros rivales para golpear sus puntos débiles (cabeza y cola) mientras nos defendíamos de sus ofensivas.
Con la revisión del juego para Nintendo 3DS se modificaron todas las batallas contra los jefes, y precisamente Goth y Twinmold fueron de los combates a los que peor le sentaron los cambios. En el caso del primero, este caía derribado cada poco tiempo, entorpeciendo el ritmo de la "carrera" y restándole frenetismo, mientras que los gusanos gemelos fueron rediseñados por completo, obligándonos a derrotar a uno de ellos para obtener la Máscara del Gigante y cambiando nuestros movimientos cuando la utilizábamos para que lucháramos sin armas y realizando extrañas llaves de lucha libre.
Ganondorf (The Legend of Zelda: The Wind Waker)
Lejos queda aquella polémica presentación en la que The Legend of Zelda: The Wind Waker se mostró al público por primera vez y los fans reaccionaron criticando su apartado gráfico y artístico. El cambio de diseño que sufrió la serie con esta aventura no terminó de convencer en un primer momento a muchos seguidores de Link, quienes querían de vuelta los gráficos realistas y maduros que pudimos disfrutar con Ocarina of Time y Majora's Mask, pero cuando finalmente se puso a la venta, pocos fueron los que no cayeron rendidos ante sus pies.
De hecho, podríamos decir que es el juego de la serie que mejor ha envejecido a nivel visual con el paso de los años, tal y como demostró su remasterización en alta definición hace poco, ofreciéndonos una de las experiencias más cercanas que vamos a tener a lo que sería una película de animación, con personajes que son pura expresividad (las caras de Link son fantásticas).
A diferencia de otros juegos, esta vez lo hemos tenido muy claro a la hora de seleccionar nuestra batalla favorita: el combate final contra Ganondorf. En The Wind Waker consiguieron mostrarnos el lado más humano de este icónico villano, quien solo deseaba volver a su tierra natal para sentir una vez más la cálida brisa de Hyrule, algo que nos quedaba muy claro en la conversación que teníamos con él antes de que tuviera lugar el encuentro predestinado.
Tras una espectacular fase en la que hacíamos frente a una gigantesca marioneta con la forma de Ganon que iba cambiando su apariencia y rutina de ataque, finalmente pudimos luchar contra Ganondorf en un combate clásico como siempre habíamos querido experimentar en la serie: un duelo espada contra espada en un precioso escenario en el que el agua caía alrededor de la plataforma en la que batallábamos. Y no solo eso, también contábamos con la ayuda de Zelda y sus flechas de la luz, abandonando finalmente ese rol pasivo que había tenido hasta el momento, lo que dio pie a una de las mejores luchas finales de toda la saga.
Los Gyorg (The Legend of Zelda: The Minish Cap)
The Legend of Zelda: The Minish Cap es probablemente una de nuestras entregas portátiles favoritas de la saga, algo que no es poco decir si consideramos la enorme calidad de juegos como The Legend of Zelda: Link's Awakening o The Legend of Zelda: Oracle of Ages/Seasons. Una aventura con mucho encanto que se desmarcaba de la tónica habitual de batallar a Ganon, pero que sabía mantener toda la esencia de la saga intacta.
Sin embargo, su selección de jefes no nos parece especialmente memorable, aunque hay uno de ellos que brillaba con luz propia y que merece su puesto de honor en esta lista: los Gyorg, una especie de pareja de monstruosas mantarayas que nos aguardaban al final del Palacio de los Vientos para regalarnos una espectacular e intensa batalla surcando los cielos.
Como decimos, la lucha tenía lugar en el aire, volando a lomos de esta pareja de monstruos, mientras íbamos pasando de uno a otro. La hembra era roja y muy grande y para golpearla teníamos que clonarnos en unas plataformas para golpear sus ocho ojos a la vez, algo mucho más fácil de decir que de hacer, ya que no paraba de utilizar sus crías contra nosotros mientras que el macho (azul y pequeño) realizaba constantes pasadas para dañarnos.
Algunas de las secciones del combate tenían lugar sobre el Gyorg azul, lo que nos dejaba con mucho menos espacio para movernos y esquivar los ataques de su cola, aunque también era el momento en el que teníamos que aprovechar para golpear los ojos que abriera, sus puntos débiles. Una lucha intensa, frenética y muy divertida que demostraba que en portátiles la saga tenía mucho que decir en cuanto a jefes.
Ganondorf (The Legend of Zelda: Twilight Princess)
El principal culpable de que nos hayamos impuesto como norma no incluir más de un jefe final por juego lo tenemos en The Legend of Zelda: Twilight Princess, probablemente la mejor entrega de la serie en lo que a jefes se refiere, por lo que habríamos rellenado más de la mitad de la lista con muchas de las batallas que aquí tienen lugar. Precisamente por ello, quedarnos con uno solo nos ha supuesto todo un reto, aunque considerando que cuenta con el que creemos que es el mejor combate final de la serie, no hemos podido hacer otra cosa que no sea seleccionar nuevamente a Ganondorf.
Comenzamos luchando contra Zelda siendo controlada por el villano de la saga en una lucha tan fácil (simplemente teníamos que devolverle sus proyectiles) como emotiva por lo que significa tener que hacer frente a la princesa de la leyenda. Tras liberarla del control del malvado poseedor de la Trifuerza del Poder, este nos hace frente en su forma de bestia, obligándonos a esquivar sus peligrosas embestidas para poder pillarle con la guardia baja.
Una vez terminada esta fase es cuando empieza lo bueno y abandonamos la sala del trono del castillo de Hyrule para seguir nuestro combate junto a Zelda a lomos de nuestra fiel yegua Epona en las llanuras. Finalmente, y como no podía ser de otra forma, la lucha final tenía lugar en el interior de un círculo de fuego del que no podíamos escapar en un épico duelo de espadas contra Ganondorf, donde teníamos que poner en práctica todas las técnicas que habíamos aprendido a lo largo del juego para superar sus defensas y volver a sellar el poder del mal. En definitiva, una lucha larga, intensa, épica como ella sola y que supo captar a la perfección el clímax de una de las mejores y más oscuras aventuras que ha protagonizado nuestro carismático héroe.
Crustanos (The Legend of Zelda: The Phantom Hourglass)
Las entregas para Nintendo DS puede que no sean las mejor valoradas de la serie, pero si hay algo de lo que no podemos quejarnos es de la calidad que desprendían los jefes que nos propusieron, quienes solían hacer uso de mecánicas muy inteligentes que aprovechaban la capacidad de la doble pantalla de la consola de formas realmente ingeniosas.
Un claro ejemplo de esto lo tenemos en The Phantom Hourglass y en lo mucho que nos ha costado decidirnos entre Eox y Crustanos, dos jefes muy diferentes pero que hacen un gran uso de las posibilidades de la consola, aunque por originalidad nos hemos terminado de decantar por el segundo.
Tal y como su nombre deja intuir, se trata de un gigantesco cangrejo hermitaño que nos espera al final del Templo del Valor, aunque nada más llegar hasta él se vuelve invisible. ¿Cómo descubrir dónde está para esquivarle y poder golpearle en la cara? Siguiendo lo que ocurre en la pantalla superior de la consola, donde nos muestran la visión en primera persona del jefe en cuestión, obligándonos a prestar mucha atención a lo que sucede en ambas para encarar el combate adecuadamente.
Eso sí, tras ello teníamos que acertar en los puntos débiles de su caparazón para rompérselo y evitar que volviera a esconderse. Una vez hecho esto, lo único que quedaba era rematarlo golpeando su cola, aunque solo por lo ingeniosa que nos resultó su primera fase, nos hemos sentido obligados a incluir dicho combate en este repaso.
Táligo (The Legend of Zelda: Spirit Tracks)
Continuando con los juegos de Nintendo DS tenemos a Spirit Tracks, una aventura que dividió a los fans por su mecánica de trenes, pero que cuenta con una buena selección de mazmorras y de jefes. De todos ellos hemos decidido escoger a Táligo, quien además de ser uno de los personajes más interesantes y carismáticos de la aventura, también supo ofrecernos una buena batalla que enseñaba al resto de estudios y compañías cómo sacarle partido a las posibilidades de la consola.
El combate tenía lugar en una especie de ring situado en lo más alto de la Torre del Espíritu. Este contaba con varias columnas por las que Táligo se iba moviendo, de modo que no podíamos perder vista la pantalla superior para saber por dónde nos iban a venir los golpes. Pero lo realmente genial de esta lucha se debe a que para superarla teníamos que controlar a dos personajes a la vez: a Link y a Zelda dentro de una armadura.
De esta forma nos obligaban a medir los movimientos de ambos para proteger al héroe de los proyectiles que nos disparaban, aunque también teníamos que hacer uso de esta mecánica para encontrar la forma de hacer que el jefe cayera al suelo y quedara vulnerable a nuestros ataques. Sin duda, un jefe único y digno de ser recordado.
Grahim (The Legend of Zelda: Skyward Sword)
El juego con el que la saga celebró su 25º aniversario es una de las entregas más motivas y especiales que la saga nos ha regalado. No en vano, se trata del título en el que por fin nos contaron el origen de esta fantástica leyenda que tantos buenos momentos nos ha hecho pasar a lo largo de los años. No en vano, descubrir cosas como la forja de la Espada Maestra o el motivo por el que siempre que regresa el mal aparece un héroe para combatirlo y hacerle frente, es toda una experiencia para cualquiera que haya disfrutado de las aventuras que rodean a la Trifuerza.
Con este título, Nintendo apostó por un sistema de control con el que se buscaba emular lo más fielmente posible el movimiento de una espada, siendo de los pocos lanzamientos que realmente supieron aprovechas las posibilidades del Wiimote, ya que nos obligaban a realizar tajos con el mando de formas concretas para poder acertar a nuestros enemigos.
Como en nuestro reportaje sobre los mejores jefes finales de la anterior generación de consolas ya incluimos al Heraldo de la Muerte, esta vez hemos decidido incluir otra de las batallas que nos quedamos con las ganas de mencionar en aquella lista: el enfrentamiento final contra Grahim.
Grahim fue nuestro principal rival de Skyward Sword, un hábil y extravagante espadachín al que tuvimos que hacer frente en más de una ocasión a lo largo del juego, ofreciéndonos las luchas más técnicas de la aventura y en las que mejor teníamos que medir nuestros espadazos para golpear los únicos puntos que dejaba desprotegidos.
Pero todo esto llegó a su culminación en nuestro tercer enfrentamiento contra él, uno de los momentos más épicos e intensos de todo el título (¡y que nadie se olvide de su música!), donde nos desvelaba su auténtica naturaleza y objetivo antes de dar paso a una espectacular batalla en la que íbamos descendiendo por unas plataformas suspendidas en el aire hasta llegar al suelo, momento en el que nuestro enemigo sacaba todas sus armas. Un duelo de esgrima único en el que la defensa era tan importante como el ataque y que nos hizo sentirnos como auténticos espadachines mientras calculábamos al milímetro nuestros golpes y la dirección de los mismos.