El año 2023 fue un periodo nefasto para la industria, no tanto para los accionistas y los puestos más altos, sino para aquellos que hacen posible que puedas disfrutar de otras vidas y experimentar todo tipo de historias a través de un mando o un teclado y un ratón. Desarrolladores, encargados de localización, comunicación, de esta criba no se ha salvado casi nadie y 2024 empieza de la misma manera, con más malas noticias para los trabajadores de un sector que era -y es- el futuro, de una industria que no conocía el paro en comparación a muchas otras que se han ido precarizando desde 2008, hasta ahora.
En cuanto a cifras totales, el panorama es desolador. Sin entrar a contabilizar los despidos de las grandes tecnológicas en un año en el que Google ha despedido a 12.000 empleados, Meta ejecutó casi 22.000 entre noviembre de 2022 y mayo de 2023, Amazon roza los 27.000 despidos, Microsoft más de 10.000 y les sigue Twitter, IBM, Cisco, Dell, Robinhood, Salesforce y hasta Discord. Gigantes como Tencent sigue exactamente la misma dinámica y parece que seguirá la tendencia en 2024.
El mejor año de la historia de los videojuegos y el peor para sus trabajadores
En total, más de 80 empresas, incluyendo estudios y compañías como TellTale Games, Keyword Studios, Amazon (Twitch), Naughty Dog, y muchas otras, se vieron forzadas a reducir su fuerza laboral. Unity recortó su plantilla en un 8% en 2023 (eliminando 600 puestos de trabajo) y a principios de este año, despidió a otras 1.800 (25% de la plantilla) para "mantener las ganancias a largo plazo", según el The Wall Street Journal, medio que también va a realizar una tanda de despidos masivos este año. En 2023, los medios estadounidenses despidieron a 3.087 empleados y en enero de este año se suman otros 500 despidos.
Para este 2024 las grandes tecnológicas ya han advertido su plan de llegar a realizar 15.000 despidos en total entre SAP, Microsoft, Google, Salesforce, TikTok, Twich, Discord y eBay. Muy probablemente hayas llegado hasta aquí mareado de tanto número, pero sorpresa, que aún quedan más. Riot, creadores del exitoso League of Legends, despedirá al 11 % de su plantilla (530 empleados) y cierra su sello Riot Forge; el estudio creador de los últimos Destroy all Humans!, Black Forest Games, sufre por la crisis de Embracer y va a despedir al 50% de sus empleados, mientras que People Can Fly (Outriders y Painkiller) ha despedido a más de 30 personas.
Blizzard se ve afectado por los despidos y cancela su juego de supervivencia, mientras que Mike Ybarra deja de ser su presidente. Ubisoft también prescindió de fuerza laboral en 2023 (124 personas), mientras otras empresas deciden centralizar sus servicios, por ejemplo, de comunicación, cerrando de golpe las oficinas que tiene en distintos países. Lo cierto es que 2023 se cerró con más de 9.000 puestos de trabajo perdidos en el desarrollo de videojuegos (aunque otros sitios como Game Industry Layoffs elevan la cifra hasta los 10.500 despidos).
Afectando a empresas como Free Radical de Embracer Group (964 en 2023), ByteDance (1.000 en 2023), Epic Games (830 en 2023), Amazon Games (715 en 2023), 343 Studios (Halo Infinite), The Coalition (Gears of War), Bungie (Destiny), Niantic (Pokémon Go), CD Projekt Red (Cyberpunk 2077), Bioware Games (Dragon Age: Dreadwolf), Thunderful Group, 31st Union, PTW, Nesting Games, PlayTika, Youtube Gaming, 2K y Volition (Saints Row).
2024 empieza mal
Aunque 2024, como ya comenzábamos estas líneas, parece que va a repetir la misma tónica y ya supera los 3.000 despidos efectivos y algunos anuncios de los que llegarán próximamente. Por ahora ya se han anunciado despidos en las mencionadas anteriormente y en Behaviour Interactive (Day by Daylight), Lost Boys Interactive (quien ejerció funciones de apoyo en Tiny Tina's Wonderlands y Diablo 4), CI Games y Piranha Bytes (que parece ser que está a punto de cerrar).
Tan reciente como que ha ocurrido hace escasos dos días, Embracer Group ha anunciado aún más despidos y la cancelación de un Deus Ex que ni estaba anunciado, junto con el despido de 97 empleados de Eidos Montreal. Phil Spencer también ha anunciado otros 1.900 despidos en Microsoft tras desembolsar 69.000 millones de dólares en la compra de Activision Blizzard. Tranquilo, que la lista sigue, Sega of America también se ha unido a la funesta fiesta y ha anunciado una nueva oleada de despidos el día 1 de febrero de este mismo año, que afectará a 61 empleados, el 13% de su plantilla. También Toys for Bob, esarrolladora de Crash Bandicoot, y Sledgehammer Games, uno de los estudios que trabaja en la franquicia Call of Duty, despedirán al 30% y al 40% de la plantilla.
También comenzaron el año con despidos Bossa Studios (Surgeon Simulator, I Am Bread), que está trabajando en un juego nuevo, Lost Skies, ha despedido a 19 personas, un tercio de la plantilla. Además, derivado de la crisis de Embrace Group, Splipgate Ironworks y 3D Realms, propiedad de Saber Interactive, lo que supone que se ha parado -y probablemente cancelado- el desarrollo de Core Decay y de Combustion.
Incluso la Game Developers Conference (GDC) publicó un informe del Estado de la Industria del Videojuego 2024 que reflejaba los niveles de preocupación que tienen los trabajadores de la industria. Un 35% de los encuestados se había visto afectado de una forma u otra por los despidos en los últimos doce meses, mientras que la mitad admitían estar preocupados ante la idea de que esta tendencia continuase en el futuro.
El crecimiento artificial durante la pandemia
¿Motivos? Parecen ser varios, una tormenta perfecta de recesión económica global y la filosofía de apostar por el beneficio cortoplacista exponencial. Recientemente el director editorial de Nacon, Benoîe Clerc explicó que una de las posibles razones de la situación actual del mercado fue un error de cálculo de las empresas a la hora de invertir tras los primeros meses de pandemia, cuando la industria vivió un boom extraordinario de crecimiento artificia, similar al que vivió Amazon. En 2020 y 2021 la gente pasaba mucho tiempo en casa y esto supuso un gran momento económico para los videojuegos, las editoras realizaron grandes inversiones y pusieron en marcha numerosos proyectos que han terminado de saturar el mercado y no han logrado los resultados esperados.
"Si 2023 fue el año de los despidos, 2024 será el año de los cierres, no sólo los desarrolladores, sino también los editores, los medios y las empresas de servicios", apuntaba un experto desarrollador en GamesIndustry.biz. Los accionistas presionan a las empresas que apostaron por invertir en capital humanos cuando las cosas iban muy bien, sin embargo, todas estas acciones, tal y como dijeron desde Unity, son en previsión, para seguir ganando a largo plazo, a costa de un derrumbe parcial de la masa trabajadora. De las personas que realmente sacan el producto adelante, día tras día.
La pandemia inicialmente generó un aumento en la demanda de videojuegos, pero este crecimiento resultó ser un espejismo estadístico, con un impacto retardado en la producción y las finanzas de las compañías de videojuegos que se hizo evidente en 2021 y más años adelante en el tiempo. La combinación de un entorno laboral inseguro y una ola de inversionistas decepcionados creó una tormenta perfecta para los desarrolladores de juegos en 2023, siendo un año excepcional para los jugadores, en total contraposición.
Sin embargo, la respuesta no se ha hecho esperar. La situación ha llevado a un llamado a la acción dentro de la industria, incluida la creación de sindicatos, como se ha visto entre los trabajadores de ZeniMax y Raven Software, entre otros. La industria enfrenta desafíos similares a otros sectores del entretenimiento, con grandes compañías dominando el mercado mientras son dirigidas por ejecutivos alejados de la realidad de la producción de juegos, creando un entorno laboral propenso al agotamiento de sus trabajadores.
Si antes la espada de Damocles que pendía sobre los desarrolladores de videojuegos era el Crunch en un proyecto, cuyos tiempos no se hubieran pensado de una manera sana, ahora el despido les observa desde la distancia, encaramado a la esquina de los cubículos de las oficinas o desde los chats de Slack. Ni que decir cabe que esta tremenda tensión extra pasa y pasará factura a todos aquellos que han sobrevivido a esta criba de las empresas.
Ciclos, bajada de ventas o la rápida evolución de la IA
A todo lo mencionado se suman otros tantos motivos que conforman el tapiz desesperanzador que se viene tejiendo en la industria. Se habla de ciclos, este, como muchos otros sectores, está sujeto a ciclos económicos de expansión y retracción. Los periodos de rápido crecimiento suelen ir seguidos por fases de ajuste, donde las empresas reevalúan sus inversiones y estrategias. Además, las preferencias y comportamientos de los consumidores están en constante evolución, lo que puede afectar la popularidad y la rentabilidad de ciertos géneros o títulos, obligando a las empresas a adaptarse a las tendencias o modas, dejando fuera a aquellas que económicamente no pueden superar un chasco comercial.
De igual modo, no solo es cuestión de preferencias, es decir, no tienen la culpa los jugadores en sí. El poder adquisitivo cada vez se reduce más con una inflación desmedida a la que los sueldos no pueden seguir. La comida es más cara, el acceso a la vivienda es cada vez más complicado, empujando a las personas y potenciales jugadores, a emplear casi el 90% del sueldo en pagar un techo. Los videojuegos son ocio, son cultura y como tal, es casi considerada un lujo, sobre todo ante este tipo de situaciones, entre elegir comer o jugar al último triple A.
Además, la presión por mantener altos niveles de rentabilidad puede llevar a las empresas a tomar decisiones difíciles, incluyendo la reducción de personal. Estas medidas, aunque pueden ser beneficiosas a corto plazo, pueden tener implicaciones a largo plazo en la innovación y el desarrollo de nuevos juegos que se planifiquen en adelante.
Por si fuera poco, estamos inmersos en una revolución industrial en la que las inteligencias artificiales han pegado un salto muy rápido demasiado pronto, mientras muchas empresas las miran como si fueran la gallina de los huevos de oro, planificando de qué manera puedes automatizar o sustituir trabajo humano con ellas. Algo que se ha visto ya en campos como el de la ilustración.
La necesidad de un crecimiento equitativo
Que el sector está en crisis no es una elucubración, un ejercicio de clarividencia, es una realidad palpable que no solo ha constatado 2023 a martillazos, sino que 2024 ha empezado fuerte recordando que efectivamente estamos ante un ajuste o cambio del que solo se puede salir bien parado si se equilibran los intereses financieros con el de los trabajadores. Tanto los ajustes de producción y los recortes, como el propio trato al empleado serán cruciales para el futuro de una industria ya veterana, aunque queramos seguir considerándola joven.
Los intereses de una parte de la sociedad desconectada de la realidad están marcando toda una década a nivel empresarial y social, alejándose del crecimiento equitativo necesario para ser sostenible en el tiempo. Aún hay tiempo de evitar un colapso como el del sistema de estudios de cine en los años 60 y que Microsoft haya aprobado, por primera vez en su historia, la creación de un sindicato, mientras otras tecnológicas aún se muestran reacias, es un buen primer paso para la estabilidad futura del sector mismo.