En el vasto universo de teorías y especulaciones sobre el pasado de la Tierra, pocas son tan intrigantes como la Hipótesis Siluriana, una idea que conecta la ciencia ficción con interrogantes científicos reales. Popularizada en la cultura pop por series como Doctor Who y Star Trek: Voyager, esta teoría plantea la posibilidad de que una civilización avanzada existiera en nuestro planeta millones de años antes de los humanos.
Aunque suena como el argumento de un episodio perdido de ciencia ficción, la idea ha sido considerada seriamente por científicos que exploran los límites de lo que sabemos —y no sabemos— sobre nuestro propio planeta. La ciencia ficción fue la primera en dar vida a esta audaz idea. En 1997, el episodio Origen Distante de Star Trek: Voyager presentó a los Voth, una raza reptiliana que evolucionó en la Tierra durante la era de los dinosaurios y que alcanzó un nivel tecnológico tan avanzado que abandonó el planeta tras un cataclismo.
Sin embargo, la semilla de esta idea ya se había plantado en la serie británica Doctor Who en 1970, donde los Silurianos, otra raza reptiliana, emergían de su letargo subterráneo. Estas narrativas, más allá del entretenimiento, abrieron la puerta a debates científicos sobre la posibilidad de civilizaciones prehumanas.
¿Podrían existir huellas ocultas bajo la Tierra?
La ciencia explora las posibilidades de rastros perdidos en el tiempo
En 2018, los astrofísicos Adam Frank y Gavin Schmidt llevaron la especulación al terreno científico al publicar un estudio que analizaba la viabilidad de la Hipótesis Siluriana. Su investigación planteaba una pregunta clave: si una civilización tecnológicamente avanzada hubiera existido hace millones de años, ¿habríamos encontrado pruebas de su paso por la Tierra?.
La respuesta, lejos de ser un simple "sí" o "no", reveló la complejidad del problema. Los procesos geológicos, la erosión y la actividad tectónica podrían haber eliminado o enterrado cualquier evidencia, haciendo casi imposible su detección con los métodos actuales.
El ejemplo de las ciudades perdidas bajo la selva amazónica ilustra lo fácil que es para la naturaleza ocultar rastros de civilización. Gracias a tecnologías como el LiDAR, se han descubierto extensas redes urbanas ocultas bajo densos bosques, estructuras que durante siglos se creyeron simples leyendas.
Si restos de civilizaciones recientes pueden desaparecer bajo la vegetación en pocas décadas, ¿qué posibilidades hay de encontrar pruebas de una cultura que existió hace millones de años y cuyos rastros podrían estar enterrados en el lecho marino o desintegrados por la actividad geológica?
La idea de buscar fuera de la Tierra añade otra dimensión al debate. La Luna y Marte, con su escasa actividad tectónica y erosión limitada, podrían conservar mejor cualquier rastro de visitantes antiguos. Si una civilización prehumana desarrolló tecnología espacial y dejó huellas en cuerpos celestes cercanos, estos podrían ser los únicos testigos de su existencia.
