En el corazón del Sudeste Asiático, donde el suelo aún guarda las heridas invisibles de la guerra, una rata gigante africana llamada Ronin se ha convertido en un símbolo de esperanza. Entrenada por la organización no gubernamental Apopo, Ronin ha sido galardonada con un récord Guinness tras detectar más de 124 minas antipersonales y otros 15 explosivos sin detonar en Camboya, uno de los países más minados del mundo.
La hazaña de este roedor extraordinario no solo pone de relieve su valor, sino también el potencial de la ciencia y la innovación al servicio de la acción humanitaria. Desde 2021, Ronin opera en la provincia de Preah Vihear, al norte del país, una zona marcada por los vestigios de los conflictos armados que asolaron Camboya entre 1975 y 1998.
Una heroína de cuatro patas contra las minas
Su trabajo supera ya al de su célebre predecesora, Magawa, también entrenada por Apopo, que falleció en 2022 tras cinco años de servicio. El legado de ambas ha permitido salvar cientos de vidas humanas y facilitar el acceso a tierras cultivables a comunidades que antes vivían bajo la amenaza constante de los explosivos ocultos bajo sus pies.
Apopo, una ONG con sede en Bélgica, entrena a sus “HeroRATs” para identificar los compuestos químicos de los explosivos, ignorando restos metálicos y acelerando así el proceso de detección. El peso ligero de las ratas, incluso tratándose de especies gigantes, es insuficiente para activar las minas, lo que las convierte en aliadas eficaces, rápidas y seguras.
Ronin y la lucha silenciosa
Desde su fundación en 1997, la organización ha logrado eliminar cerca de 170.000 minas terrestres en distintos países, según datos de la propia entidad. El caso de Ronin también contribuye a cuestionar los prejuicios hacia estos animales, habitualmente vistos con desconfianza. “Su trabajo es vital y su capacidad, admirable”, subrayan desde Apopo.
Ronin, que aún tiene al menos dos años más de vida laboral por delante, continuará recorriendo campos contaminados por explosivos en una lucha silenciosa y constante por devolver la seguridad a la población camboyana. Camboya sigue siendo uno de los países más afectados por minas terrestres, solo por detrás de Birmania y Afganistán. Se estima que aún hay cientos de miles de artefactos enterrados en su territorio, de un total de seis millones instalados durante décadas de conflicto.
Las consecuencias son visibles: con más de 40.000 amputados, Camboya ostenta el mayor número de personas con mutilaciones por minas per cápita en el mundo. La labor de Ronin, por tanto, no es anecdótica: es parte crucial de una batalla por la vida que se libra cada día bajo tierra.















