Las Cavernas de Carlsbad, en Nuevo México, son un santuario geológico y biológico que tardó millones de años en formarse. Sin embargo, una bolsa de Cheetos olvidada por un visitante ha sido suficiente para encender las alarmas de los responsables del Parque Nacional. El hallazgo, lejos de ser anecdótico, ha puesto de relieve la extrema vulnerabilidad de estos ecosistemas subterráneos, donde cualquier alteración, por pequeña que parezca, puede desencadenar efectos en cadena.
Un hallazgo que preocupa a los expertos
El incidente fue reportado por el Servicio de Parques Nacionales (NPS), que encontró el paquete de snacks en la Gran Sala, la cámara subterránea más extensa de Norteamérica. Este lugar es accesible únicamente tras recorrer más de una hora de galerías, lo que hace aún más grave el hecho de que el desecho haya llegado hasta allí. Según los expertos, el maíz procesado y humedecido de los Cheetos actuó como un imán biológico para hongos, insectos y microorganismos, creando una cadena alimentaria artificial en un entorno que debería permanecer cerrado a este tipo de interferencias.
Impacto biológico y químico
“El moho se extiende a las superficies cercanas, fructifica, muere y deja un olor desagradable”, explicaron desde el NPS en un comunicado. El problema no es solo estético: los cambios en la composición química y biológica del suelo pueden alterar el comportamiento de las especies que habitan estas cuevas y, en el peor de los casos, provocar desequilibrios irreversibles en su ecosistema.
Respuesta inmediata de los guardabosques
La respuesta de los guardabosques fue inmediata. Se desplegó un equipo de limpieza especializado para retirar la bolsa y eliminar los restos de moho sin dañar las delicadas formaciones de estalactitas y estalagmitas. Los responsables advierten, no obstante, que este tipo de intervenciones no siempre son suficientes para revertir el impacto y que cada objeto introducido de forma accidental puede tener consecuencias a largo plazo.
Un recordatorio de otros casos históricos
El caso de Carlsbad recuerda a otros episodios de alteración en entornos patrimoniales. La Cueva de Lascaux, en Francia, fue cerrada al público en 1963 después de que la humedad y el dióxido de carbono introducidos por los visitantes propiciaran la aparición de hongos que amenazaban con destruir las pinturas rupestres de 17.000 años. La lección es clara: el turismo no regulado o la falta de conciencia ambiental puede poner en riesgo tesoros que han sobrevivido milenios.
El reto de conservar y educar
Cada año, más de 300 millones de personas visitan los parques nacionales de Estados Unidos, generando alrededor de 70 millones de toneladas de basura. Para los gestores de estos espacios, el desafío es doble: garantizar el acceso del público a estos lugares únicos y, al mismo tiempo, protegerlos de su propio impacto. “Grande o pequeño, todos dejamos un impacto dondequiera que vayamos. Dejemos el mundo en un lugar mejor del que lo encontramos”, concluye el NPS, en un mensaje que va más allá de una simple bolsa de aperitivos.
