El descanso nocturno es un tema recurrente en entrevistas a líderes mundiales, y la respuesta suele ser la misma: pocas horas de sueño parecen ser suficientes para desempeñar sus funciones. Donald Trump no es una excepción. El presidente de Estados Unidos, que ha comenzado su nuevo mandato con polémica, ha asegurado en numerosas ocasiones que duerme entre cuatro y cinco horas por noche, una pauta de descanso que también han seguido figuras como Bill Clinton o Barack Obama. Pero, ¿es realmente posible rendir al máximo nivel con tan pocas horas de sueño? Esta cuestión ha sido objeto de debate en la comunidad médica, y el doctor Henri Tuomilehto, especialista finlandés en medicina del sueño, abordó el tema en un editorial publicado en Helsingin Sanomat, el principal diario de Finlandia.
Un médico analiza la conducta de Trump y su veredicto desconcierta: "Solo hay dos opciones"
Según Tuomilehto, las personas que duermen únicamente cuatro horas suelen presentar trastornos del sueño no diagnosticados. "Si bien las necesidades de sueño varían entre individuos, la evidencia científica muestra que la mayoría de los adultos requieren entre seis y nueve horas de descanso para un funcionamiento óptimo", explicó el experto.

El caso de Trump, sin embargo, plantea otra hipótesis: el factor psicológico. El médico sugirió que el expresidente podría considerar su resistencia al sueño como una prueba de superioridad, una especie de narrativa de "superhombre" que encaja con su personalidad y discurso público. "Muchas personas se jactan de necesitar menos sueño, pero cuando se analizan en un laboratorio del sueño, se observa un déficit claro", añadió Tuomilehto. Desde la neurociencia, la falta crónica de sueño se asocia con un impacto significativo en la cognición, la regulación emocional y la toma de decisiones. "Sabemos por numerosos estudios que dormir menos de seis horas de forma habitual supone un riesgo grave para la salud", advirtió Tuomilehto.
Las consecuencias de la privación del sueño van desde alteraciones en el estado de ánimo, como irritabilidad o déficit de atención, hasta un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. También influye en la capacidad de adaptación y flexibilidad mental, aspectos clave en la política y la gestión de crisis, así como para mirar de cara a futuro en el liderazo de un país como EE.UU. "El sueño no es un lujo, es fisiología", concluyó el experto. "Afecta la forma en que tomamos decisiones y nuestra capacidad de modificarlas cuando es necesario. Nadie está exento de sus efectos, ni siquiera Donald Trump", concluía.